domingo, marzo 15, 2015

Invitación a cenar

Me daba una pereza enorme ver el vestido sobre la cama y saber que tendría que ponérmelo cuando lo que más me apetecía era tumbarme en el sofá con mi viejo y raído pijama, mi cuenco y alguna peli que me haga olvidar, que me haga dormir... dormir.
Reconozco que no es el mejor plan, pero cuando él se fue, sin explicaciones, sin más dejándo tras de si un corazón roto, un silencio, se llevó mis ilusiones, mis fuerzas, y ahora recuerdo lo que decia Rayuela " cada vez iré sintiendo menos y recordando más, pero qué es el recuerdo sino el lenguaje de los sentimienos.." y yo no quiero olvidar como sentir, aunque sea a base de recuerdos.

He de vestirme lo sé, pero esto me recuerda las veces que me vestía para él, llena de dudas ¿le gustaré?, siempre había una diferencia entre sus gustos para vestirme y los suyos, pero luego siempre coincidíamos en los gustos a la hora de que me desvistiera.

Miro al espejo, y sólo puedo ver lo que aquella casa era hace tiempo. Una cama para dos, sin escarcha en un rincón, un sofa testigo mudo de besos y suspiros, una mesa de madera que se vestía de manteles blancos y velas, danzando con aquella música...

Ya de eso hace tiempo, tanto tiempo, que los recuerdos se tornan borrosos como si estuvieran cubiertos de un extraño velo.

Bien estoy vestida, ¿y a dónde vas con tan pocas ganas? os preguntaréis,  voy a casa de una de mis mejores amigas, bueno a su casa, a la de su marido y a la de sus dos niños, ¡¡ qué planazo !!, pero se lo debo, se preocupa por mi, me llama e incluso ha intentado presentarme algún chico, "que no puedes estar en el dique seco, que la vida pasa y al final se te va a cerrar de no hacer nada..." Logra sacarme algunas sonrisas, y es cierto echo de menos esos arrebatos, esos besos provocativos, las caricias, y el sexo, suave, salvaje, torrido, correrme como una loca una y otra vez hasta quedarme acurrucada en sus brazos.

Como siempre iba tarde subí las escaleras y llegué justo cuando un chico de unos treinta y tantos cerraba la puerta del ascensor, pulsé el sexto piso, era un edificio antiguo y el ascensor sin saber porqué aún seguía vivo aunque su motor respiraba como si tuviese asma.
Le miré de reojo, no estaba mal del todo, ¿ cuanto tiempo hacía que no me fijaba en un chico? mi cuerpo reaccinó a mis pensamientos y noté un calor entre mis piernas que añoraba.  "Esta podria ser la tipica fantasia de hacer el amor con un desconocido en el ascensor" me dije mientras mi respiración se entrecortaba.

- No te preocupes, aunque a veces parezca que se va a venir abajo o pueda pararse es seguro -  me dijo.
- No si no tengo miedo es que...

En ese momento el ascensor lanzo un quejido, un estertor y se paró bruscamente, yo caí hacia el chico que con unos reflejos increíbles me sostuvo entre sus brazos. Noté su cuerpo pegado al mio y sin saber  como me vi besando su boca, abrí mis labios y enseguida sentí su lengua buscando la mia. Mis manos sujetaron su nuca mientras mi pierna se cerraba en su cintura, sus manos recorrian mi espalda bajando hasta que encontró el final de la falda.
No dudó un instante en subírmela, e introducir una mano por debajo de mis braguitas para agarrarme el culo y apretarme contra el. Yo  deslice las mias hasta su cinturón que se resistia a dejarse abrir, se separó un poco me ayudo en mi tarea y en ese espacio metio su mano en mi sexo. Lo acaricó despacio mientras yo gemia de placer, hacía tanto tiempo que una mano extraña no me acariciaba, y él sabia lo que hacia. empapó sus dedos con mi humedad y me acarició lentamente, tuve que cerrar mi boca para evitar un grito de placer cuando sentí como me penetraba con sus dedos , por fin agarraba su tesoro escondido que se mostró duro al contacto de mis manos. Lo acaricié apretándolo entre mis dedos, intentando frenar las ganas de sentirlo dentro, pero no pude, lo acerque a mi sexo y con un golpe de caderas entró. Sentía como se abría paso como me iba llenado mi sexo mientras él me besaba el cuello me mordia despacio y se movía ¡¡ y cómo se movia!! no resistí mucho tiempo cuando me llegó un orgasmo salvaje, ansiado, mis piernas temblaban y él se aferraba en sujetarme para que no cayese. Me  giró contra el espejo del ascensor y volvió a metérmela desde atrás, arqueé mi espalda provocando que la pentración fuera más profunda, sentia sus embestidas, no quería que parase, me sentía como "una perra en celo" y lejos de desagraderme me excitó más aún.

- Fóllame. no pares sigue follándome... - le suplicaba.

- Perdona... ya hemos llegado ¿es este tu piso?

Le miré sorprendida, bajo sus gafas de pasata negra, dos ojos de color caramelo me miraban.

- Uyss  si , aquí me bajo.
- Anda yo también, ¿no iras a casa de Alicia y Carlos?
- Pues... si... no me digas  .. ¿que tú también?
- Si debe ser que nos han invitado, soy  Héctor.
- Y yo Almudena... encantada ... Héctor.

La cena estuvo bien, muy bien , y aquella encerrona de mi amiga... bueno ¿quién no se preocupa por una amiga?. Lo que si que os contaré es que lo que vino después cuando la cena terminó y Héctor y yo nos fuimos, supero con creces a mi fantasía del ascensor.

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