martes, febrero 18, 2014

Adios

- Te apagas.
- Si, lo sabias.
- Lo sé, y he intentado por todos los medios que no fuera así.
- Pero todo llega, incluso este momento.
- Te irás con un sordo golpe de puerta al cerrarse.
- No te preocupes, el tiempo lo borrará todo, te irás olvidándo de mí, seré sólo un recuerdo que se irá cubriendo de niebla en tu mente,  con tu memoria de pez no tardará el día en que no seré nada más que un vago recuerdo que cruzará por tu cabeza inesperadamente, tan fugaz que , quizás, ni siquiera llegues a darte  cuenta.
- No, eso no va a pasar, ha sido mucho tiempo contigo, no voy a olvidarte, no quiero olvidarte.
- Lo harás es inevitable, y lo sabes.
- ¿ Dónde voy a guardar todo este tiempo, toda la sucesión de días y meses a tu lado? ¿Hay suficientes cajas para guardar todas las sonrisas, los abrazos, los besos? ¿Hay vasijas con las que pueda llenar todas las lágrimas que he vertido, los reflejos del espejo, los sueños que dejé caer entre las sábanas, las ilusiones que se estrellaban en el suelo?
- Tendrás que hacerlo, si es lo que quieres, yo seguiré aquí.
- ¿Sabes lo que es lo peor?
- No, ¿me lo dices?.
- Tengo la sensación de que seguiran pasado cosas, y que seguiran pasando sin ti.
- Ójala que la vida siga pasando para tí, cosas que no hagan tanto daño.
- No puedo decirte nada.
- No tienes nada que decir, llegan momentos en que sobran las palabras.
- Quizás esas que nunca llegué a decir, esas que  me gustaría haber dicho, esas mismas que ahora quemaría y con sus cenizas dibujaría en tu piel una sonrisa y un te quiero.
- Me basta con que cuando todo acabe lo hagas con una sonrisa.
- No puedo prometertelo, soy de lágrima fácil.
- ¿Y si te lo pido? por aquellas veces que no parabas de reir, por las veces que te vi bailar, desatado, saltando como un niño.
- Vale, pero no puedo prometertelo del todo...

....

- ... ¿estas?... ¿sigues ahi?...

.....

Diez años, que se quedan pegados en tus paredes, como si fuera ayer, cajas y cajas de recuerdos.

Adios mi caja de cerillas, intentaré cerrar despacio la puerta con un leve susurro y prometo que intentaré no llorar.

miércoles, febrero 12, 2014

Feliz San Valentín

Hacía tres meses que el sonido al cerrarse la puerta retumbaba en mi cabeza.
No hubo tiempo para más, un te quiero cosido a un adios fue lo último que me dijo.

No volví a saber de él en semanas.
Luego llegaron las llamadas, "estoy arrepentido", "volvamos".
Pero cómo iba yo a pegar de nuevo los pedazos de mi corazón roto, sus palabras no eran el pegamento que los unieran de nuevo.

Soñaba con él, es más, incluso le veía andar por el salón, sentarse a mi lado, abrazarme, besarme, pero lo peor ocurría por la noche, cuando sentía como me acariciaba y me hacía el amor.

El dia 14 de febrero se cumplían tres meses, y yo, tonta de mí, aún le veía, en la esquina de la calle mirando mi ventana, sentado en la puerta de mi casa esperando que llegase.

Apagué el móvil cansada de whatsapps con mesajitos de cupido, con mensajes de mis amigas sobre los regalos que tenían de sus chicos.
Abrí la puerta de mi casa, y allí le vi, con un ridículo pañal, dos alas y un arco con flechas que terminaban en corazón.

- Quiero volver, soy capaz de salir a la calle así disfrazado si vuelves conmigo, por favor no me digas que no.

Cansada de tantas "apariciones fantasmales", corrí a la cocina, cogí el cuchillo jamonero y acercándome a aquel ridículo cupido se lo clavé en el corazón.

Pero cupido no desapareció, al contrario, de su pecho brotó sangre, que mancho mi alfombra persa.

lunes, febrero 10, 2014

Mentira

"Estoy bien, me encuentro bien.
Estoy bien, no es nada, no me pasa nada..."

Se decía, mientras desde su visión podía ver su cuerpo tendido en el frío suelo del cuarto de baño.
Era otra mentira más, otra más que se decía.

Todo empezó de pequeño, en su casa, cuando sonaba el teléfono y su padres le decían : "dí que no está papá,dí que no hemos salido, ni que nos hemos ido a comer fuera."

Él no lo entendía pues al otro lado de la línea de teléfono estaban sus tios, ¿por qué no decir la verdad? ¿por qué no decir que habían ido a comer al restaurante de al lado, o que papa estaba sentado al sofá pero no se quería poner?

Miraba extrañado a sus padres, y estos sólo le decían que a veces es mejor una metirijilla que no hace daño a nadie, que decir la verdad.
Y él lo tomó  al pie de la letra.

Cuando su hermana salía con su noviio y le decía no digas nada, él sabia que era otra mentirijilla, "¿Dónde está tu hermana? " le preguntaba su madre, "ha ido a estudiar a la biblioteca" decía sonriendo. ¿De dónde vienes? le preguntaba su madre, "me he quedado a estudiar con Juan" le decía, cuando había estado toda la tarde en el parque.

"No hago daño a nadie", si digo la verdad mis padres se enfadaran, así es mejor.

Y aquello fue creciendo a medida que él crecía. Las mentiras pasaron a ser una parte fundamental en su vida, eran como una vida paralela,
a veces, le cogían en alguna y aunque era peor, siempre recordaba la frase de sus padres, "... mejor una mentirijilla que no hace daño a nadie..."

Empezó a creerselas, sus mentiras se conviertieron en verdades de tanto repetirlas, tanto que llegaba a vivir en mundos recreados a base de
mentirse.

Hasta que llegó aquel dolor, una punzada que le atravesába el pecho, "no es nada, estoy bien" se decía cada mañana al espejo, "es algo normal, un poco de flato".

Se mentía a si mismo, llegándose a creer que aquel dolor sólo era un acto de su imaginación.

Pero aquella mañana la punzada no se fue, aquella mañana no le bastó repetirse una y otra vez "no me duele, estoy bien, no es nada".

Aquella mañana mientras  veía desde lo alto del techo su cuerpo tendido en el frío suelo del cuarto de baño,  se dijo por primera vez una verdad: "estoy muerto".