lunes, junio 04, 2012

El acróbata

Decían, los que tuvieron la suerte de haberlo visto, que era como una pluma en el aire, de gráciles movimientos, suaves e increíbles
Piruetas y triples saltos mortales.

Decían que podía flotar en el aire mientras giraba una y otra vez.
Decían...

Pero un día cayó, como si le hubieran agarrado por los pies y tirado con fuerza hacia el suelo.
El acróbata se estrelló contra el suelo, como cae una estrella fugaz.
Y se hizo añicos.

Entonces empezó a ponerse una prenda tras otra encima, como si montara una coraza que le protegiera de otra caída, que amortiguara los golpes.
Y por cada prenda que se ponía sus movimientos se hicieron más lentos, ya no volaba, únicamente se lanzaba al aire para cogerse rápidamente
al trapecio.


Dicen los que ahora le ven, que ya no flota en el aire, simplemente se balancea como un péndulo, de un lado a otro

2 comentarios:

Carla dijo...

Me ha resultado triste tu escrito, ver caer al acróbata contra el suelo como cuando cae una estrella fugaz, pero lo peor es que se hizo añicos.

Besos.

Anónimo dijo...

Las corazas sólo sirven para perdernos la vida. Nos ayudan a no sufrir, pero también a no disfrutar, a no vivir.