miércoles, octubre 06, 2010

El principe cobarde y el dragón vegetariano

2 parte, el viernes el final de este cuentecito

En el castillo el alcalde informaba al rey.

-“Nos atacaron unos dragones, aquí hemos traído los restos de las ovejas para que vea su majestad que no mentimos. Le pedimos que salga en defensa de su pueblo”.

El rey mira los restos de las ovejas, y piensa que es un buen motivo para salir a dar caza a aquellos dragones que invaden su reino, así su hijo podrá demostrar que no es el príncipe cobarde como le llaman.

-“No debe preocuparse alcalde, ordenaré a mis caballeros para que salgamos a la caza de esos dragones e incluso mi hijo cabalgará a mi lado, no descansaremos hasta que la paz vuelva a su pueblo, mientras tanto, si alguno de sus habitantes quiere venir a vivir a la ciudad, puede hacerlo”

El alcalde se dio por satisfecho, tenía la palabra del rey.

El pequeño príncipe no quiere ir, odia cazar y siente miedo cuando piensa que se adentraran en el bosque que se hará de noche y los dragones le devoraran, pero no puede defraudar a su padre, sabe que le llaman cobarde y ve en su mirada la pena que ello le produce. Muy a su pesar irá.

A la mañana siguiente el rey, los caballeros armados y su hijo salieron en busca de los dragones.

Recorrieron varios pueblos entre los vítores de la gente, el rumor de que el reino estaba siendo atacado por dragones se extendió por cada esquina del territorio, algunos se unían al pequeño ejercito.

Llegaron al bosque donde habían sido atacadas las ovejas, acamparon y pasaron varios días patrullando sin que ningún dragón apareciese. Los soldados empezaban a impacientarse y los aldeanos que se habían unido al ejercito volvieron a sus casas con las manos vacías.

- “Tendremos que cruzar el bosque e ir hacia el sur, hacia las montañas, seguro que allí es donde se refugian” – dijo el rey.

- “Pero Sire eso esta muy lejos del castillo, si algo ocurriese tardaríamos días en volver a defenderlo.”

- “Tienes razón general, por lo la tropa se dividirá, pide voluntarios para ir a la montaña, mi hijo irá con ellos, y yo volveré al castillo”

Cuando los soldados se enteraron que el príncipe sería el que mandase a las tropas en vez del rey, pocos se presentaron voluntarios, temían que con su cobardía les llevara a una muerte segura. Más el mejor amigo del príncipe un caballero que montaba un gran alazán negro se adelantó, mis soldados y yo mismo iremos con el príncipe. El rey sonrió, las tropas gritaron de júbilo, el problema estaba solucionado.

En las montañas del sur, los dragones eran ajenos a todo lo que se les venía encima, habían reducido su campo de caza y no se aventuraban más allá de lo necesario. En el bosque, los lobos al ver que los dragones no cazaban por allí salieron de sus guaridas y empezaron a atacar de noche a los rebaños de los pueblos de alrededor.

Todos creyeron que los dragones estaban más y más cerca, y el pánico se apoderó del reino.

El rey volvió a su castillo, no sin antes dejar en cada pueblo unos cuantos soldados para que los defendieran.

Mientras tanto el príncipe había cruzado el bosque, y siguiendo el curso del río helado, se acercaba a las montañas, nunca nadie había llegado tan lejos.

El camino se hacía lento, los soldados ateridos de frío caminaban muy despacio y cada poco tiempo tenían que parar y calentarse con fogatas, la moral de la tropa caía.

-“Con este frío será imposible que luchemos contra los dragones, las armaduras se hielan y casi nos es imposible andar”

El príncipe comprendió que así nunca vencerían, por lo que los reunió a todos.

-“No quiero que nadie luche en vano, bajo estas condiciones es imposible que lleguemos a las montañas y venzamos a los dragones, mi orden es que el ejercito regrese, Erik el caballero y 5 soldados voluntarios vendrán conmigo hasta encontrar el nido de los dragones, así regresaremos en primavera y les atacaremos”

Todos agradecieron la idea del príncipe, aunque rehuir la batalla pudiera suponer un acto de cobardía, era lo mejor que podían hacer.

Por segunda vez el ejercito se dividió, quedando tan sólo el príncipe, su amigo Erik y los cinco soldados. Siguieron la ruta del río, despacio, en alerta, ya que no estaban lejos de las montañas y en cualquier momento podían ser atacados.

En la montaña, dragoncito no tenía hierbas ni frutos, por lo que se decidió a salir a buscar alimento. Sabiendo que se reirían de él, no dijo nada, y se marchó.

Estaba tan distraído buscando sus hierbas que no se fijó en el grupo de hombres que hacían guardia, estos corrieron a avisar al príncipe, se ocultaron entre los árboles esperando que aquel dragón descendiese un poco.

-“Deberíamos seguirle, seguro que nos llevará hasta el nido”- dijo el príncipe, sintiendo que le miedo le paralizaba todo el cuerpo.

-“Será mejor atraparlo, luego podremos llegar hasta el nido pero así al menos habremos acabado con uno”. – dijo Erik, a la vez que tomaba su arco y apuntaba a dragoncito.

-“¡No!, espera …- le gritó el príncipe, pero ya era demasiado tarde, la flecha surcaba veloz el aire en busca del corazón de dragoncito.

Este oyó el grito del príncipe y en el último momento se giró, la flecha rozó su pecho clavándose en una de sus alas. Sintió un dolor agudo, perdió fuerza y empezó a caer.

-“A por él”. Grito Erik, y todos echaron a correr en la dirección donde estaba cayendo dragoncito.

El pequeño dragón caía y caía, por más que batiera sus alas le era imposible remontar el vuelo, se dejó invadir por el dolor, y cerró los ojos.

Chocó contras unos árboles, rompiendo las ramas, que amortiguaron su caída.

El príncipe, Erik y los soldados, se acercaban al lugar donde yacía dragoncito, cuando una llamarada surgió del cielo, el padre de dragoncito al ver que este no estaba había salido en su busca, desde la altura había visto todo lo sucedido, descendió rápidamente, soltando fuego por su gran boca para que los soldados no llegasen hasta donde se encontraba su hijo.

El fuego separó al príncipe de Erik y el resto de los soldados, estos al ver llegar al otro dragón prepararon sus arcos y sus escudos.

-“Disparad sin parar”- les gritó Erik, el dragón intentó escapar de aquella pequeña nube, lanzó otra llamarada pero no logró quemar las flechas, herido, voló más alto para que no le alcanzaran.

El fuego había prendido en la hojarasca seca, rápidamente creció cercando a los soldados, Erik ante la imposibilidad de cruzarlo decidió retirarse, en el último momento pudo ver entre el humo el cuerpo del príncipe junto al dragón. Cuando llegaron hasta el campamento, el bosque era una inmensa bola de fuego.

-“Nuestro príncipe ha muerto como un valiente, le he visto entre el humo caer muerto junto al dragón, volvamos al castillo, llevemos la mala noticia al rey y volvamos en primavera para acabar con los dragones”

Recogieron las tiendas de campaña, y partieron hacia el castillo.

1 comentario:

suspiro dijo...

Me ha encantado!!!!!!!!!!!!! Sigue escribiendo estos cuentos.
Besitos