martes, marzo 09, 2010

El contador de historias

Sobre la mesa de madera un vaso.
En el vaso dos hielos nadan.
Nadan en un lago de whisky.

Crepita una vela.
Las palabras esparcidas sobre la hoja del cuaderno alargan sus sombras. A su lado un viejo y cansado bolígrafo, duerme.

El contador de historias observa las sombras de las palabras. Parecen que bailasen al ritmo de la llama.
¡Cuantas historias...!, sueños incompletos, deseos en tinta, recuerdos, princesas y dragones, playas y estrellas, amores y desencuentros.

Toma el vaso y bebe.
Los hielos chocan contra el cristal, tintinean.

En el cuaderno, se esconden los metros de tinta del contador de historias, si alguien no supiese leer, diría que los trazos bailan sobre una tela blanca, palpitan.
Sin embargo él sabe que llevan su piel, sus lágrimas y sus sonrisas, jirones de su alma.

Y ahora el bolígrafo se siente viejo y cansado, quizás por que detrás ha dejado un largo camino de tinta, un largo recorrido sin regreso.

La vela se va apagando, el baile se acaba, las letras yacen una tras otra, como si en el fondo supiesen que ese es su destino.
Y el contador de historias apura su vaso, cierra los ojos, y espera ... espera a que lleguen los sueños... y se lo lleven.