miércoles, septiembre 02, 2009

el anciano

Estaba allí tumbado.
A estas alturas de mi vida, y queriéndome broncear un poco con el sol de Levante.
El sol abrasa. Siento el calor correr por mi piel.
Me doy la vuelta y le veo.

Es un anciano, camina lentamente sobre la arena, llega sin nada, no se baja toalla, o silla o sombrilla, con sus pantalones cortos y una camisa, busca un sitio donde sentarse en la arena.

Lo hace.

Le veo como mira a la gente de su alrededor, detiene su mirada en los niños, les ve como juegan en la orilla, como meten sus pequeños pies en el agua, alguno se atreve a intentar coger esos pececillos que surfean entre el agua y la arena.

Y él se ve reflejado, cuando ya hace años, en ese mismo lugar de pie esperaba a que una pequeña ola, como una mecedora arrastrase a uno de esos pececillos y al llegar el momento de volver al mar, la palma de su mano en un rápido movimiento saca al pez del agua, corriendo lo coge y lo mete en su cubo.

Imagino que piensa que nada cambia, a pesar de los años, todos somos niños.
Sigue mirando, se para en esas familias, que asientan su sombrilla, despliegan las sillas y untan a sus peques de crema protectora. Tengo la sensación de que su mirada brilla y se rompe y unas lágrimas quieren saltar de sus ojos para jugar con las olas.

Toma un puñado de arena entre sus manos, y con los dedos va apartando los granos, es como si tuviera su vida atrapada, llena de granitos que fueron aquellos errores que cometió, unos grandes que fueron marcado el camino,, otros chiquitos, quizás pudo aprender de ellos, y entre esos mismos granos de arena, encuentra unas pequeñas conchas, quien sabe, quizás piense que fueron los regalos que le otorgó la vida.

A veces entre tanta arena uno los pierde y no sabe aprovecharlos.

Ha encontrado una caracola, suelta la arena de sus dedos y con un pañuelo la limpia, sonrie, y en su sonrisa puedo ver el peso del tiempo. Se la acerca al oido y cierra los ojos, me gustaria saber que oye, quizás el rumor de un mar lejano, de otras tierras, quizás el susurro de un te quiero, el suave roce de unos labios.
Yo también cierro los ojos por un momento e intento escuchar, y de mi frasca de cristal saltan voces y sonidos...

Cuando abro los ojos, el anciano ya se ha levantado, lleva la caracola en sus manos, y se acerca a la orilla, creo que va a lanzarla al mar, de regreso a su hogar.... pero no, se detiene pensativo y por un momento duda... se gira, ve a una pareja con una niña pequeña, y se acerca al padre, habla con él, el padre le mira extrañado pero sonrie, veo al anciano agacharse hacia la niña y entregarle la caracola, se la pone en el oido y la pequeña se echa a reir, la madre se acerca, y toca la mano suavemente del anciano dándole las gracias.

Y él la mira, su mirada se posa en los ojos de ella como lo hace el otoño sobre la copa de los árboles, toma la mano de ella en las suyas y le da las gracias.

Se va.
Sin mirar atrás.

No puedo evitar un halo de tristeza, quizás yo tambien me estoy volviendo mayor, quizás no dentro de mucho tiempo, yo visite una playa y sea como ese anciano, que hunde sus manos en la arena para ver entre los granos mi vida.

Nico
www.albatrosland.es

6 comentarios:

Belén dijo...

Todos llegaremos a viejos, pero no te quepa la menor duda que hay que disfrutar...

Besicos

Silencios dijo...

Pues amigo mis lágrimas si asomaron, quizás porque recordé a mis ancianos a los que todavía y después de muchos "s" años extraño.

Algún día extenderé mis canas al sol rozando la nostalgia de la infancia.

Mis besos Nicolás

Tanais dijo...

Preecioso texto niño, se me han puesto los pelos de punta. Efectivamente todos tenemos que pasar por eso, piensa que si nos hacemos mayores es porque hemos vivido, otros no tienen la oportunidad :(

Hay que disfrutar de lo que tenemos, un besote amigo

Floor dijo...

Ehm... encontre tu blog , de casualidad, yendo de blog en blog y me puse a leer tus textos, me lei algunos y si, ya tengo favoritos , como por ejemplo el de dias, de de "hay" ahah y el del chico con el cazamariposas , muchas gracias por alegrarme el dia. Y mira que iba bastante mal mi dia eh , denuevo, Gracias y prometo seguirte de ahora en adelante , leyendo todo lo que publiques :D


PD: Saludos desde Argetina .

amarcos dijo...

nunca se hace uno mayor si no quiere.. la edad es un estado mental más que físico.

A tus 40 y tantos sigues siendo aquel niño que hacía castillos de arena, que se llevan las olas, pero lo que de verdad te diferencia de los "hombres adultos" es tu capacidad para volver a levantar otro nuevo.

No pierdas nunca esas ganas, aunque a veces no sea fácil, porque aunque la marea suba y se lleve tus castillos, piensa que es la mar quien, por no tener castillos bajo el agua, quiere los que los niños construyen en sus orillas.

Abre los ojos y verás como en cualquier parte siempre hay un lugar donde empezar a levantar otro nuevo.

Un abrazo, hermano.

Masakoy dijo...

Abuelo abuelo.... Tengo una pregunta, señor presidente ¿Para cuando una historia de rumbas y rumberas?

Se te quiere perraca.

Hasta el infinito y más allá