viernes, agosto 07, 2009

La costurera de letras

Hola ¡¡

A los que me leen, a los que me dejan comentarios, a esos anonimos que escriben, a los que no dejan nada, a los que pasan y pasaron por aqui...

os deseo un feliz verano, yo me voy 15 días a la playa a descansar relajarme meditar y pensar...

os dejo mientras regreso mi último cuentito

un besito.

La costurera de letras

Nació pobre.
Entendamos por pobre, que su casa era un espacio reducido para sus tres hermanos y sus padres, pobre cuando su padre trabajaba mas de 10 horas al día por un ínfimo sueldo, y su madre cosía y zurcía para completar ese sueldo, y aún así a duras penas llegaban a fin de mes.

Pobre cuando llegaba la navidad y la mayoría de las veces no la celebraban como los demás, pobre cuando por su cumpleaños recibia algún regalo de segunda mano.

Pero ella supo que eran realmente pobres cuando no pudo asistir al colegio, a cambio recibió un cuaderno, un librito de caligrafía y un lápiz.

Por la noche cuando su padre arrastraba su cuerpo hasta la silla, la llamaba, ella corría, se sentaba junto a él, abría su cuaderno y dibujaba pequeños garabatos, que querían ser letras. Los ojos de su padre a veces brillaban a la luz de las velas, ella se quedaba mirandolos fijamente, y él apretaba sus dientes para no echarse a llorar, cómo le hubiera gustado que pudiera ir al colegio, en ella había algo especial, como un don, pero sólo él lo sabía.
Desde la cocina, su mujer, una noche más, les gritaba: "¿Ya estas con las enseñanzas?, de qué te ha servido a ti, anda, déjala que tiene que aprender otras cosas de más provecho". Su padre la miraba, sonreía y le hacía un gesto como diciendo "no le hagamos caso, tú sigue con las letras"

Y ella agarraba el lápiz como si fuera el hilo de una cometa, e imaginaba aquellos garabatos dibujados sobre el algodón de las nubes, un palito y un redondel, la "b", un puntito y un palito corto la "i"...

Después cerraba su cuaderno, cogía el lápiz y los guardaba en su cajita, junto aquella muñeca que un día su madre cosió, con dos botones por ojos. Entonces se sentaba encima de las piernas de su padre y le pedía que le contará un cuento.

Él empezaba con un "erase que se era..." y ella veía sobre la pared como se dibujaban castillos de princesas olvidadas, dragones que volaban echando fuego por la boca, y un principe a caballo con su reluciente espada luchando contra los hechizos de brujas malvadas.

No todos los días eran el mismo cuento, a veces el padre le contaba como había sido de joven, sus sueños, aquellos prados verdes, correr por el bosque para bañarse en las aguas heladas del rio, cuando aún uno podía atrapar los sueños con las manos...

Aquel invierno fué duro, el frió se instaló en los pulmones de su padre, castigados por el hollin de la mina y el polvo de las pinturas.
Parte del dinero que tenían se lo llevaron las medicinas, tuvo que dejar de trabajar.

Postrado en la cama, la impotencia le devoraba.

Cuando caía la noche y la fiebre le subía, la niña se acercaba a él, miraba a su madre y noche tras noche preguntaba: "¿Se pondrá bueno, verdad mama?". Luego le tomaba la mano y le contaba como habia sido el día, si el sol había jugado al escondite con las nubes, o si por el contrario las nubes habian desfilado por el cielo, cuando terminaba, recordaba los relatos del padre, y ella como si los cosiera uno a uno, montaba su propio cuento.

Con el paso de los días, la situación económica se fué haciendo má precaria, y la madre no tuvo más remedio que coger a sus hijos y ponerlos a trabajar, cuando le llegó el turno a la pequeña, la madre se sentó frente a ella y le dijo:

- "Aún eres muy pequeña para salir a trabajar, asi que tienes que aprender a coser, debes de dejar de perder el tiempo con los dibujos y las letras, por que necesito que aprendas rápido, para que mientras tu zurces las prendas yo pueda cosar las demás"

Y así fué, aquel don para aprender las cosas le ayudó, al poco tiempo la niña zurcia calcetines, cosia remiendos, sentada junto a la cama de su padre, ella enhebraba la aguja mientras le hablaba.

Cuando todos se acostaban, ella encendía una vela, cogía su lápiz su cuaderno y seguía dibujando letras, pronto aprendió todo el alfabeto, así que un día salió a la calle, y entre la basura encontró un periódico. Lo escondió y cuando su madre salió a entregar la ropa, ella le pidió a su padre que la enseñara a leer.

- "Por favor, papa, enséñame a leer, pero para que no se enfade mamá hazlo cuando ella no esté en casa"

Y así entre hueco y hueco, el padre le fué leyendo el periódico y enseñádola a leer.
Al poco tiempo la niña se lo aprendió de memoria, por lo que el padre a pesar de sus pocas fuerzas, dijo que tenía que salir a pasear, que allí dentro se le estaba olvidando como era el azul del cielo.

La mujer refunfuñó lo suyo, pero él no le hizo caso y salió.

Regresó tres horas después, ni la bronca que le echó su mujer pudo calentar su piel.

Cuando la niña se sentó a su lado para empezar a coser, el padre sacó debajo del colchón, un libro.
La niña lo miró.

- "Pero, papá , ¿de donde lo has sacado? "
- Ya no puedo fumar, mis pulmones no dan más de sí, asi que he cambiado mi pipa por el libro, no se lo digas a tu madre o tendremos una buena.

La niña abrazó a su padre, emocionada mojó las mejillas de él, y él la apretó contra su pecho, "ójala, ójala pudiera haberte dado más", aquellas palabras nacidas en su mente se fueron clavando en su alma.

Así fué como la niña aprendió a leer, y a amar los libros, aquel primer libro, donde un hombre debía recorrer el mundo en globo en solamente 80 días.

Ya no sólo sabía escribir a duras penas, sino había aprendido a leer. Y necesitaba más.

Una tarde mientras cosía, le contó a su padre lo que había soñado.

"Estaba en aquella habitación, él le pedía que le contase un cuento, pero no un cuento remezcla de lo que ella había oido, tenía que ser un cuento inventado, que le naciera del interior. Y de pronto, entre sus manos las agujas se convirteron en lápices y el hilo en letras, empezó a coser pero no cosía tela, sino que eran letras que se convertian en palabras, las palabras en frases y así tejió uno de los más bellos cuentos que el padre había escuchado."

El padre maravillado, le dijo que si se acordaba del cuento, ella dijo que no, que sólo recordaba lo que le había contado, y lo más maravilloso de todo, que podía tejer con palabras.

Entonces el padre le pidió que cogiera las agujas que las enhebrase y que pensase que el hilo eran letras.

Ella lo hizo y cuando junto la aguja, el hilo se convirtió en una larga lista de letras, que ella empezó a tejer, el padre tomó el lápiz y el cuaderno de ella y las fué escribiendo.


Asi la niña hizo su primer libro, tejió la historia de un espantapájaros, que vivía junto a un árbol, donde había un niño, un niño que vivái en el árbol y al que el espantapájaros llamana "el niño del árbol".


Al entrar en la habitación la madre se enfureció, allí estaban las agujas, más la pequeña no habia cosido nada, como castigo tendría que llevar la ropa cosida, entregarla y cobrar por ello.

Al salir la madre, el padre le dió el cuaderno.

-Guardalo, mañana volverás a tejer otro cuento para mi, ¿prometido?
- Si papa, prometido.


Pero la madre regresó demasiado pronto con la ropa, la niña tuvo que ocultar el cuaderno entre ella y salió corriendo.


- ¿Cómo se te ocurre darle alas a su imaginación? No ves que con tu enfermedad casi no tenemos para comer, he tenido que vender algunos muebles y aún así no se lo que va a pasar, no quiero que te mueras, pero para ello debes alimentarte y si sigues distrayendo a la pequeña ¿cómo va a hacer su trabajo?

- Pero... pero es que sólo es una niña.

- Yo también lo era cuando empecé a trabajar, a veces la vida es dura, por favor ya se que no queríamos esto para nuestros hijos, pero no nos queda otro remedio.


Los dos se abrazaron.

Las paredes de la habitación se pintaron con las mudas lágrimas de la desesperación.


La niña entregó la ropa, cobró por ella y regresó a casa lo más pronto que pudo, pero al llegar se dió cuenta que no tenía el libro, ya caía la noche y no podía salir a buscarlo.


Entró en la habitación del padre y se lo contó.


- "No te preocupes, mañana a primera hora salimos a buscarlo, ya verás que lo encontramos"

- "Pero papá tu no puede salir..."

- "Si que puedo, iremos los dos juntos"


No terminaba de decir esto, cuando llamaron a la puerta, la madre abrió, pero desde allí no podian oir lo que decía, de pronto, entró en la habitación.


- "Es mejor que vengas conmigo, pequeña, y tu haz un esfuerzo y levantate, tambien debes venir."


Sobre la mesa estaba el cuaderno de la niña, y sentados el matrimonio donde la niña habia llevado la ropa.

La madre preguntó:


-"¿es este tu cuaderno?"

La niña miró al padre, luego a la madre.

- "Sí, mama"

- "¿Has escrito tu esto?"

- "Bueno yo.. no... en realidad..."

- "Lo he escrito yo, pero ella fué la que contó la historia, yo sólo la puse sobre el cuaderno."- dijo el padre.


- "Queremos comprarle el cuaderno" - dijo el señor.
- "Es un cuento tan hermoso..." - dijo la señora.

Fué así como la niña escribió y vendió su primer cuento.

Y escribió más libros, y su familia dejó de ser pobres, lo que nosotros entendemos por pobres, ella acudió al colegio, aprendió a leer y escribir con facilidad, leyó y leyó, y cada tarde se sentaba al lado de su padre cogía las agujas, el hilo, y por extraño que pueda parecer este se convertia en letras, letras que ella tejia en hermosos cuentos.

Y fín.

martes, agosto 04, 2009



"Tengo unas letras encendidas que por la noche se apagan, algunas noches me despierto buscando el interruptor para volverlas a encender"


Hay una puerta tras mi puerta, una que sólo se abre a veces, y tras ella otro mundo.
Donde nada existe, dónde sólo el día tiene un valor, el valor de vivirlo.
No hay lastres, no hay ataduras ni desos de tener mas que aquello que el simple ser humano anhela, una sonrisa un abrazo... vivir.

Verde y negro.
Tubai, minti, pen.

Sentirse privilegiado y a la vez mezquino, porqué yo y no él. Y sin embargo con sólo mirar y con sólo sonreir, pintan el mundo de un color que nunca ví.

Hay una puerta tras mi puerta, una que invita a ser abierta, dónde puedes encontrar lo peor de la raza humana y también lo mejor. Un mundo que uno cree que sólo existe en 625 líneas.. cruza la puerta, está allí, palpitando...

Hay una puerta tras mi puerta.. sólo tienes que cruzarla... tubai. minti..

y unos ojos negros y una sonrisa...

PD: Dedicado a Luis "elnota" de la Taberna del Nta en Gambia, sólo por personas como él uno vuelve a creer.