miércoles, febrero 25, 2009

Una historia

A veces una canción sugiere una historia, quizas sea su banda sonora, pero me gustaria que pudierais escuchar esta canción mientras leeís este pequeño cuento.

escúchala

:D)

Es otra tarde más que corre sobre las amarillentas hojas de un calendario.
Otra tarde más en aquel café , con sus escaleras que llevan a unos sillones, no muy cómodos, pero alejados de la planta inferior, del ruido y del bullicio.
Él abre su portatil, se sube las gafas y empieza a escribir.

Una tarde más.

Levanta la vista y su mirada se cruza con unos ojos del color del almendro en primavera, y se desliza patinado en esa mirada como lo haria un funambulista sobre el alambre. Ella sonrie. Él no sabe si aquella sonrisa que revolotea lleva en el sobre su dirección.

Y una tarde más, sube las escaleras y abre su portatil, y ella vuelve a aparecer, vestida con su sonrisa, con los almendros en flor. Él ya no trabaja, dibuja con palabras paisajes donde se abraza a sus besos y baila con palabras susurradas al oido, mientras ella sujeta un te quiero con el hilo de una cometa.

Una tarde más.
Sólo cruzan miradas y pequeñas sonrisas, coqueteando como niños en el patio de colegio, sin atreverse a más. Nadie cruza ese puente que establecen sus miradas, más cuando ella se va, él cierra su portatil, y las palabras que mueren en su boca, acaban disolviendose en el café.

Un día levanta la vista, pero ella ya no está, en la calle llueve, y él se olvida de escribir.
El café se queda frío.
Él espera. Y espera...

El tiempo corre sobre las amarillentas hojas de un calendario.

Una tarde más, el eco de unas palabras caen sobre sus teclas, alguien habla de ella, de su ingreso en el hospital, de la espera de un transplante, él mudo recoge las palabras en sus manos y las guarda en el bolsillo. Ahora sabe, ya sabe.

Y esa noche en un banco frio con el olor que sólo tienen los hospitales, pasa la noche, delante de una puerta, de un número.
Alguien pasa y le toca el hombro, -"no puede estar"- , déjeme quedarme es lo único que me queda, esperar... -.

Esperar, él no puede esperar, y se levanta a otro banco donde firma unos papeles, y a cambio le devuelven una cicatriz.

Es otra tarde más.
Otra tarde en ese café de escaleras que llevan a unos sillones, y él abre su portatil se sube las gafas y empieza a escribir.
Ella llega un poco más tarde y se sienta donde solía hacerlo, él levanta la vista y sus miradas se cruzan una vez mas, ahora los almendros son mas oscuros, pero siguen brillando.

Y él sonrie mientras se acaricia la cicatriz de su costado.

jueves, febrero 12, 2009

Comerse el mundo

Estaba delante de su mesa.

La misma mesa donde tenia su portatil, donde trabajaba, donde escribia, donde habia desayunado, comido, cenado, pasado noches de insomio, donde tumbada sobre ella le habian hecho el amor. Y ahora ante si, aquel diario, el mismo en el que volcaba sus sueños, sus ilusiones, como el niño vuelca su cubo lleno de arena para crear el mas fantastico de los castillos.

Tomó el lápiz y escribió:

"A veces el mundo se empina, se obceca en ser una cuesta, como esa montaña el Turmalé de la ronda ciclista a Francia, y por más que lo intentas, que sigues paso a paso, subiendo, la cima cada día parece mas lejos. Pero no decaigo, sigo en mi lento caminar, no voy a ponerme límites, sé que puedo con ello, ¿quien opina? ¿quien critica? ¿quien puede pensar sobre mi?, ya da igual, sólo existe el presente, quizas el pasado existió y está ahi, pero soy yo, sólo yo y mi presente, y la cima no se mueve, estará ahí, y cuando llegué habrá otras que alcanzar, otros sueños, otras ilusiones, quizas me paré en el camino más de una vez, no es un sprint, es una carrera de fondo, mejor dicho, es un paseo, un paseo donde estoy aprendiendo a disfrutar del paisaje, de lo que me va rodeando. Quizas nos han engañado y la felicidad como estado permanente no existe, sólo son momentos, ratitos que uno debe saber apreciarlos, en cada cosa pequeña, en cada gesto, ya sea por que amanece un dia azul, o por que sentado en una terraza disfrutas de una cerveza bien fría. De esa mirada de un desconocido, o de una sonrisa, de un mail, o un mensaje al movil inesperado, del beso robado, o del sueño por el que vendrá, de una lagrima por los recuerdos, por lo que fue, y por lo que no llegó a ser, por el mañana que no existe, pero que si coges el bote de pintura está en uno poder colorearlo, por esa capacidad de sorprender, por la soledad, y por la compañia, dónde nos enseñaron que la felicidad quizas, sólo quizas resida verdaderamente en sentirse viva."

Y cerró su diario, se vistió con su mejor vestido, un toque de color en su cara, unas gotas de perfume, y salió...

...a comerse el mundo.