jueves, diciembre 31, 2009

FELIZ 2010




Para los que están
para los que estuvieron
para los que me leen
para los que me escriben
para los que me leen y no dicen nada
para los que me quieren
para los que quiero
para los que quise
para los que querré
para los que se fueron
para los que volveran
para ti, para mi, para todos

quisera que este año nos mojásemos de felicidad y atrapasemos de una vez ese sueño.

... desde el corazón...

domingo, diciembre 20, 2009

Feliz Navidad


Me gustaría pensar que aún existe un hada o un angel, que lleva en sus manos una botella de cristal.
Me gustaría pensar que puede verterla sobre nosotros.
Me gustaría pensar que de esa botellita caen los sueños como si fueran copos de nieve.

Me gustaría pensar que mientras eso pasa, uno cierra los ojos y baila...

Feliz navidad y un año con los sueños envueltos en lazos de realidad

jueves, diciembre 10, 2009

Arco iris

Sus ojos rojos, como dos pequeños tomates cherry.
Secos de tanto llorar.

Por los sueños rotos.
Por las ilusiones perdidas.
Por el vacio sentido.
Por el camino no encontrado.

Sobre la mesa de madera un pequeño charquito que habían formado sus lágrimas.

Ella fue a su cajón, sacó una cajita, la abrió y desenvolvió aquel paquete que nunca llegó a enviar.

Los rayos de sol salieron de su encierro, corrieron por la habitación y se fueron a bañar en el charquito de lágrimas.

Un arco iris lo inundó todo.

Y ella supo que de sus lágrimas tambien podia nacer algo bello.

miércoles, noviembre 25, 2009

Una vela

Una vela.
Chiquitita, encendida.
Sobre la mesa.

Su pequeña llama ilumina la estancia.
En la pared escrito con susurros: "las luces siempre prenden en el alma"

Él mira el crepitar de la llama, todas las noches permanece encendida, nunca la apaga y sin embargo la vela no se consume.

Tiene miedo.
Miedo a las noches.

Piensa que esa luz acallará sus silencios, esos que gritan dentro de su cabeza.
Silencios que gritan.

Observa el baile de la llama sobre sus sábanas, y las sombras de los besos, las caricias, de la piel sobre piel, brazos y piernas anudados en figuras imposibles, sexo de amor, amor con sexo, se esconden en cada pliegue de la ropa.

Tiene miedo.
Miedo a las noches.

Enciende la vela.
A la espera que su humo dibuje cuentos con los que poder conciliar el sueño.

Hay noches que pasea por la habitación, arriba y abajo, pendiente de esa llama para que no se apague, pendiente de un último cuento, de meterse bajo las sábanas en busca de las sombras que se esconden en cada pliegue.

Piel sobre piel, brazos y piernas anudados, sexo de amor, amor con sexo, silencios de risas.

Tiene miedo.
Miedo a las noches.

Y acerca la vela a la ventana.
Afuera la oscuridad.

La oscuridad y su vela.
Lucha entre la noche y la luz.

Se imagina como hace mucho tiempo, cuando en los pueblos costeros las gente se echaba a la playa prendiendo fogatas para avisar, entre la tormenta, a los barcos de la proximidad de la costa... ¿o era por que quizás querían que embarrancasen...?

Él pone la vela en la ventana, un pequeño punto de luz en una playa desierta, y piensa, que así, quizás los barcos de sus sueños embarranquen en su playa.

Tiene miedo.
Miedo a la noches.

domingo, noviembre 15, 2009

Las puertas del tren se abren.
Su espacio abierto es como el marco de un lienzo.
En el, como un cuadro de Modigliani se dibuja una chica, a su lado, un chico la abraza, sus ojos centellean como si la noche hubiera vertido todas sus estrellas.

Se despiden con un beso.
Sus labios se quedan pegados un instante, ella cierra los ojos, como si sus parpados fueran persianas echadas en una tarde de verano.

Echa a correr y sube al tren.
Las puertas se cierran.
El cuadro se apaga.

Y dentro de mi, algo abre las compuertas de una presa, sus aguas liberadas de su jaula corren veloces, ascienden y en una catarata infinita rebosan por mis pupilas.

A mi izquierda una vieja teje un minúsculo jersey, "para mi nieto", parece escrbir con sus manos.
En el vientre de su hija un pequeño pececito aletea, ella siente el movimiento y una descarga de felicidad la recorre.

Mi corazón se vuelve árbol, un árbol de cuyas ramas no cuelgan hojas, sino páginas de calendario.


La mecánica del corazón no puede funcionar sin emociones.

lunes, noviembre 09, 2009

Dos ancianos
Se odian.
Pero tienen un punto en común.
Ese punto se llama Aurora.

Viven en el mismo edificio, en la calle ronda de Atocha en Madrid, cuando se cruzaban en el portal o en el ascensor un "buenos dias" surgía de sus labios, se saludaban con el afecto que da ser vecinos en una ciudad de asfalto y cristal, un saludo frío, de cortesía.

Embuídos en sus problemas, una pequeña pensión que poco les dejaba más que para pagar sus gastos, en un caso, fotos amarillas de un amor que le acompañó casi toda la vida. Ocho años hacía que, como él decía le habia abandonado, dejándole solo en este mundo, simplemente a la espera de volver a encontrase con ella, su vida era una sala de espera. El otro caso, un solitario empedernido, a veces huraño, cuando le daba por hablar de él, en muy contadas ocasiones, decía que la vida lo había convertido en eso, que él antes no era así, pero que un amor lejano le partió el corazón en tantos trozos que nunca hubo nadie capaz de juntarlos de nuevo.

Asi eran aquellos dos ancianos, juntos en un mismo edificio, pero separados por sus vidas.
Hasta que llegó ese punto en común. Ese punto en común llamado Aurora.

Quiso el destino que el Ayuntamiento por las fiestas del barrio organizara una cena-baile "para mayores", en el buzón sobresalía la invitación.
En aquella colmena que eran los buzones dos sobres sobresalían.
Y como si el destino quisiera jugar con ellos, dió la casualidad, que a las 11:13 minutos de una mañana, ni un minuto menos ni un minuto más, los dos coincidieron enfrente de sus respectivos buzones.

Uno abrió el sobre, el otro también.
Leyeron la invitación.
Uno esperó que el otro dijera algo.
Un silencio.

- "Pues habrá que ir" - soltó de pronto sin convencimiento.
- "Pues habrá que ir" - corroboró el segundo, pensando para sí mismo que si aquel iba, él no iba a ser menos.

Y allí estaban ellos, puntuales, por que ¡cómo iba a llegar uno antes que el otro!. Se sentaron separados, mirándose de reojo, como si aquello fuera una competición, no hablaron mucho ,cenaron tranquilamente mientras observaban el local y al resto de las demás personas.

Cuando la cena acabó, pasaron a otra sala más grande, una pequeña orquesta amenizaba la noche, algunos, los más atrevidos ya habían empezado a bailar, otros buscaban el mejor sitio para sentarse, ver si ser vistos.

Ellos hicieron los mismo, cada uno por su lado, el más atrevido de los dos pidió un whisky con coca cola, el otro se limitó a una cerveza.

La música no dejaba de sonar, a veces era un pasoble, otras, se atrevian con alguna version moderna de algún éxito del verano, cuando entre la gente apareció ella, Aurora. No era muy guapa, pero su rostro aún conservaba una belleza serena, lo que más llamaba la atención era su estilo, su forma de andar, su elegancia.
Alguién se le acercó invitándola a bailar pero ella educadamente rechazó la proposición, miró a uno de los viejecitos, en su mirada parecía preguntar por qué no se animaba a probar suerte. El viejo bajó los ojos, bebió un trago largo de la cerveza y se quedó mirando. El otro aprovechó la indecisión, se acercó y sin esperar una contestación de ella, la sacó a bailar.

Desde lejos él vió como ambos reían, bailaban, se lo estaban pasando realmente bien, y sin embargo él se acercó a la barra pidió otra cerveza y entre la espuma ahogó sus recuerdos.

Al poco rato ella se acercó a pedir algo, el otro anciano había ido al lavabo, cuando pasó a su lado, ella se presentó:

- "Hola, me llamo Aurora" - Le tendió la mano. Él le devolvió el saludo.
- "Esperaba que me sacaras a bailar, tu amigo es muy simpático".
- "... Él no es mi amigo, ¿por que lo dice?....".
- "Bueno, así me lo ha indicado, cuando me dijo que eras un poco timido y que no serías capaz de sacar a nadie a bailar".

Aquello rebosó su paciencia, dejó el vaso de cerveza sobre la mesa, la cogió por la cintura y se deslizó con ella hasta el centro de la pista. Cuando el otro anciano salío del cuarto de baño, buscó con su mirada a Aurora, al verla allí bailando, sintió un calor interior, una rabia como hacía años no sentía.

La noche para Aurora pasó entre los bailes de uno, y de otro, aquello se convirtió en una lucha silenciosa, por ver quien bailaba y pasaba más tiempo con ella.

Aurora disfrutaba con ello, no había maldad en sus actos, pero sentirse como una jovencilla "perseguida" por dos hombres, le encendían sus mejillas.

Aquello sólo fué el comienzo, unas tardes las disfrutaba en el cine con uno, otras se dejaba invitar por el otro en un café de los Austrias. No les ocultó que quedaba con los dos, no pretendía hacerles daño, y en alguna ocasión intentó quedar con ambos a la vez, pero ellos se negaron en redondo, aquellos momentos que pasaban con ella eran un llama encendida en sus vidas.

El tiempo pasó, volando, como pasa el tiempo cuando uno no está pendiente de esperar a que llegue nada, sólo vive.
Pasó el otoño, alfombrando de amarillo y naranja las calles de Madrid, abriendo la puerta a un invierno frío y seco.

Aurora enfermó.

Y allí delante de la puerta de la habitación del hospital, dos ancianos con un ramo de flores cada uno en la mano, se pelearon.
Volaron por el pasillo las margaritas y los claveles, los enfermeros casi no podudieron sujetarlos.

Afuera el cielo desprendía bolas de algodón.
Esa fué la primera ver que le llevaron flores a Aurora, pero no sería la última.

Los dos ancianos ya no volvieron a hablarse, si se cruzaban de camino al hospital uno esperaba a que el otro se fuera.
Y sin embargo algo, que ni ellos mismos sabían. les unía, la esperanza de que Aurora saliese pronto del hospital.

Una noche aquel punto en común se difuminó, como esos que dibujan degradados de un color a transparente, ella se fué.

Cuando uno de los ancianos llegó al hospital, y subió a la habitación, vió al otro sentado en una silla en el pasillo con la cabeza entre sus manos, maldijo para sus adentros no haberse podido levantar antes para llegar más temprano.
Cumpliendo con el trato no hablado de esperar "su turno", recorrió el pasillo en dirección de la salida, pero al pasar por la puerta de la habitación, vió la cama vacía, se giró, el otro anciano no estaba esperando en la silla, estaba... estaba llorando. De su mano cayó lentamente aquellos dulces que tanto gustaban a Aurora, sus piernas temblaron, y sin saber por qué se acercó a la silla, puso su mano en el hombro de aquel viejo, el otro levantó la vista entre sus lágrimas y sólo pudo ver a un ser tan triste como él se sentía , se levantó y los dos se fundieron en un abrazo.

La segunda vez que llevaron flores a Aurora, no lo hicieron por separado, juntos fueron a su entierro, juntos se despidieron de ella.

Hoy los he visto otra vez, son las 8 y cuarto de la mañana, voy camino de mi trabajo, y al entrar en la estación de Atocha, en su invernadero, veo a los dos viejecitos, uno apoyado en el otro, uno ayudando a caminar al otro.

Entran en la estación y se sientan en el café enfrente de las palmeras y las plantas tropicales.

- "Hoy me toca invitar a mi al desayuno"
- "Vale, pero esta vez me dejaras que te enseñe mis fotos"
- "Pero si ya me las has enseñado mil veces"
- "Ya pero yo también he oido como te rompieron el corazón mil veces y sigo escuchando la misma historia"


Sobre la mesa de mármol, se desparraman las fotos amarillentas juntos los pedacitos de un corazon roto, y entre el café,dos ancianos sonrien y en silencio piensan... piensan en un punto en común.

Ahora se tienen uno al otro.

lunes, noviembre 02, 2009

Un día amaneció, con el cielo de un azul que recordaba a la mar, en esos días que invitan a echarse a nadar y nadar, sin parar, sin volver la vista hacia la playa.

Bajó a la acera, y a pesar de ser de día, sintió que en el cielo las estrellas estaban ardiendo.
Sobre el camino se dibujaron unas vias de tren, en linea recta, como aquel teorema en el cual las líneas rectas sólo se cortan en el infinito, así eran aquellas vías , dibujadas en línea recta... sin fin... y él se echó a andar , y anduvo... anduvo..., hasta que su alma le dijo "parate".

Cuando se dió la vuelta, simplemente se encontró perdido, con la sensación de que en alguna estación de tren todo se perdió.

Y volvió a caminar, porque como decía aquella canción.. "es mejor caminar que parar y ponerse a temblar".
Simplemente vagó por ciudades de rascacielos hechos de cristal, de desiertos donde la arena llegaba a cubrirte el alma.
Vagó por bosques repletos de flores aunque no recordase sus nombres, por valles dónde fué tentado a quedarse, pero al poco de pararse, las vías del tren volvían a aparecer y él vovía a echarse a andar.

A pesar de su viaje,cada noche de cada día, escribía, escribía una carta de amor, sin destinatario, sin nombre, por que en el fondo él sabia que cuando su viaje terminara, entregaria esas cartas, y de sus labios sólo una frase saldría: "las escribí por y para ti".

Hasta que un día siguiendo aquellas vías su alma le dijo "Párate", y él, ¿quién era él para no asentir a su alma?, se paró.
Y sobre aquellas vías se desparramaron sus recuerdos, el camino andado, las letras de aquellas cartas, las canciones, y se les quedó mirando, en silencio y quieto, como aquellas vías que seguían sin fin en línea recta y que... quien sabe quizás se juntaran en el infinito.

Recogió las palabras las depositó de nuevo en las cartas, y dejó lo demás sobre aquellas vías, "es hora de volver", se dijo y el alma asintió, "es hora de volver".

Y volvió a vagar por bosques repletos de flores cuyos nombres nunca llegó a recordar, por desiertos donde la arena cubría hasta el alma, por ciudades de rascacielos hechos de cristal.

Hasta que regresó.

A las casas blancas, a las calles por donde solía pasear, al café que olía a tiempo antiguo, y sin embargo tenía la sensación de que todo había cambiado, que aquellas ya no eran las calles, ni el café, ni su pueblo, incluso cuando bajó a ver el mar, su mar, tenía un color diferente.

Allí sentado en la arena entendió que a veces no es bueno volver al lugar donde se ha sido feliz.

Un figura se aproximó a él, se sentó ni muy cerca ni muy lejos, y le miró a la cara.

- Creo que adivinaras quien soy.
- Si, creo que si, me he dedicado a perderte más de una vez, y siempre que he vuelto a ti tu mirada era diferente.

La figura guardó silencio.

- Dueles, dueles mucho, un dolor que a veces creo que no llegaré a soportar.

La figura abrió sus brazos, y él cobijo su cabeza en el regazo de ella.

Sollozó.

Ella le acunó por unos instantes.

- ¿Vida?.- preguntó él.
- ¿Si?.- contestó ella.
- ¿Sabes que vendrá después?, A veces se me cansan las palabras.

La figura volvió a callar.

Sobre la arena de la playa aparecieron las vías de un tren, en línea recta, infinitas como si al final se uniesen para siempre.

Él se levanto, la figura ya no estaba allí.

Y comenzó a andar sobre las vías.

domingo, octubre 25, 2009

MI viejito

Hace tiempo...
Hace tiempo que no escribo de él.

Él.
Mi viejito.
Las calles se quedaron vacias, mis paseos se quedaron huecos, la mesa de aquel café Jamaica se quedó vacia... de nuevo.

Y a mis dedos les cuesta escribir sobre él, por que vuelven los miedos, vuelve aquel dolor, vuelve el olor a desinfectante, a silencio de pasillos infinitos, noches eternas que nunca terminan en un amanecer, vigilia en un sofá...

Un día llegó le vi apagado, sus ojos perdidos, su labios se abrieron.

-¿que tal mi amigo?-

Me dijeron un silencio, ese que no trae nada nuevo, roto por un palabra: cancer.

"No vayas a verme, no quiero, dicen que aún están a tiempo, que quizás la quimio me afecte, pero tenemos más cafés pendientes..."

Yo lloraba y él... era él el que me animaba, le miro y suspiro, y veo como vuelven esas noches, rezar cuando ya no queda tiempo, maldecir a un Dios que a veces se olvida de lo que es la justicia, y desear que pese a todo, sólo sea un sueño.

Pero llega el momento, en que la vida se lleva lo que más quieres, y te deja ese vacio que nunca podrás llenar, esa extraña sensación de que lo que parecía eterno ya no está.

El recuerdo de mi padre se cruza con el recuerdo de mi viejito, él aún sigue aquí, cumplí mi promesa y no he ido a verle, aunque algunas tardes como hace años, subía al circular dirección Moncloa, y bajaba frente al hospital Fundación R.Jimenez, alzaba la vista y alli pequeñito veía las habitaciones, desde fuera que distinto parece todo, desde dentro...

Luego alguien con una bata blanca, me decía como se encontraba, y entonces dudaba si subir o no, miraba el ascensor, y daba la vuelta.

Me quedaba el consuelo de pasear por la calle princesa, con mi música, llegar a Plaza de España, cruzarme con miradas y gente que fluye como sombras. Subir hasta Callao, de pronto una mirada, alguien aparta la vista, otro sonrie, y sientes que la vida se abre paso de extraña manera entre la tristeza y el adios, quien sabe si mañana, puede que mañana...

Ayer volví a hacer el camino, bajo el sol de un otoño que ya llegó, visitas de domingo al hospital, y busqué la bata blanca, y por un momento cuando en la pantalla no aparecía su nombre, el tiempo se detuvo, lo suficiente como para sentir un aliento gélido, y luego sus palabras...

"Le han dado el alta, parecer ser que ha tenido suerte, aún tendrá que hacer mucho reposo"

Suerte... buscamos en la palabra "suerte" y a ella nos agarramos como si nos fuera a salvar de un naufragio, "si tengo suerte", " ha tenido suerte", pero tambien la lanzamos la pisoteamos y la odiamos cuando algo no sale bien... "maldita sea mi suerte"

¿Tiene suerte mi viejito? ¿La tuvo mi padre?, no creo, la vida es así, juega entre las esquinas unas veces guiña un ojo, otras se rie, y otras ... desaparece...

Como un juego, unos se mueren cuando mas les gustaría aferrarse a la vida, y otros deseando irse sin que llegue ese tren.

Sólo deseo que un día cualquiera, cuando me asome al viejo café y en su puerta se amontonen los recuerdos, de cafés a toda prisa en mañanas de invierno, de esperas en la boca del metro, una mano me salude, unos ojos me hablen y de sus labios vuelvan a salir aquellas historias que fuí metiendo en mi mochila, como compañeras de viaje, viaje que sólo son paseos por mi Madrid, sin los cuales, quien sabe, problablemente no seria nadie.

viernes, octubre 09, 2009

El coleccionista de rarezas

Había oido hablar de él, pero nunca lo había visto.
Pensaba que era como esas leyendas urbanas, donde alguien dice que le han dicho que un amigo de otro amigo ha visto o vivido algo, pero nunca es el protagonista el que cuenta el suceso.

Y yo escuchaba con atención cuando me contaban cosas de él, pero siempre con incredulidad.

Pero un día...

Iba caminando de vuelta a casa, bajaba por la calle envuelto en mis pensamientos, con los cascos puestos, cuando siento que me agarran del brazo, asustado me giro y ante mi veo a un hombre de unos cuarenta y tantos, con una camisa blanca y unos vaqueros envejecidos. Me sonrie. Me quito los cascos y le saludo.

- Hola, dime..
- Hola. - Me contesta, y acerca a mi cara un botella de cristal vacía, la abre.
- Podrías susurrar algo bonito dentro de la botella, estoy coleccionando frases bonitas.

En ese instante me doy cuenta de que todo lo que había escuchado era real, que aquel personaje al que todos tildaban de loco, existía de verdad, "el coleccionista de rarezas" le llamaban alguno. Su sonrisa me pudo, e inclinandome sobre la botella susurre unas pocas palabras. Él cerró la botella rápidamente, se la puso a la altura de los ojos, la zarandeó un poco, y volvió a sonreir.

- Gracias, ya tengo todo.
- Espera un momento, - le dije - ¿que tienes?
- ¿No lo ves?, susurros, bellos susurros de sueños y nostalgias, te ví y sabía que tú me darías uno, Y aquí esta junto a los que me dieron en la puerta del instituto una chica de bellos rizos morenos, dos chicos, y una mujer con un bebe.

Me quedé mirándole, por un momento quise decirle que la botella estaba vacía, que no había nada dentro de ella, pero ¿quién era yo para romperle sus sueños?, quizás me vendría bien que me diera uno de ellos.

- Y dime, ¿que más cosas coleccionas?, es cierto ¿que tienes cosas que nadie guarda ya?
- Si, siiii, tengo un montón de cosas en mi casa,- parecía un chiquillo excitado - tengo un tarro lleno de besos, una jarrón cerrado para que no rebose de espuma de mar, si acercas el oido puedo oir las olas. Una caja de madera repleta de sueños, en otra botella de cristal tengo un montón de miradas enamoradas, por la noche cuando apago la luz se encienden e iluminan toda mi habitación...
- Pero, ¿ de donde coges esas cosas?
- Uysss, si te fijas hay un monton de sitios de donde cogerlas, las miradas enamoradas las tomo del metro, cuando se miran algunos viajeros que ni se conocen pero coinciden día a día, mes a mes, las tomo del parque del Retiro cuando el sol de otoño aún calienta y deja atrás el verano, del parque donde van los niños a jugar con sus padres y estos los miran para que no se hagan daño... de la estación de Atocha cuando el tren parte y se despiden, de allí cojo muchas cosas. Tengo una jarrita llena de lágrimas de despedida y otra cajita llena de sonrisas de felicidad, tengo una bolsita llena de ritmos de latidos, esa la llené cuando vi a una pareja que fugazmente quedaba en la esquina de una tienda en la estacion de tren, ella llegaba corriendo, él llevaba esperandola un rato, sólo tenían un instante para verse, y yo abría mi bolsa y recogia los latidos de sus corazones, al principio los de él eran rápidos, latidos de espera, y los de ella llegaban cargado de prisas, luego como si existiera un hechizo entre los dos, mientras se besaban, los latidos se acompasaban en uno, mi bolsa se iba llenando de ellos, hasta que ella tenía que salir corriendo de nuevo, él se quedaba mirandola con una sonrisa de felicidad, a él tambien le he cogido para mi colección unas cuantas, y creo que guardé una o dos lágrimas suyas.
Pero no sólo colecciono esas cosas, tengo más, tengo un cajón lleno de hojas de otoño, rojas y doradas, que cuando llega la primavera se visten de verde, guardo gotas de lluvia de los días que hay arco iris, por que cuando las pongo al sol reflejan en mi pared todos los colores.
También tengo guardado bajo llave en un armario, en cajas de zapatos recuerdos, hay recuerdos inolvidables que cuando me siento triste los veo una y otra vez, en otra cajita guardo aquellos recuerdos dolorosos, pero esa caja no la abro, sólo la tengo pra acordarme que también existen.
Y luego una de las cosas que más me gusta es el último cajon de mi cómoda, lo tengo lleno de arena de playa. saco el cajón y esparzo la arena en el suelo suelto un poco de espuma de mar de la jarrita y suelo hacer algún castillo de arena como cuando era niño, luego cojo una pala y vuelvo a guardar la arena en el cajón.
Tengo entre mis libros fotos amarillas de un viaje precioso, a veces cuelgo las fotos de la pared, le pongo su banda sonora y si cierro los ojos estoy allí otra vez.

Estaba mirándole perplejo, no sabia que pensar, si en realidad era un loco, o era la persona más cuerda que había visto en mi vida, me dejé llevar y le dije:

- Si me esperas aqui un momento tengo algo para tu colección.
- ¿Para mi colección? ¿Estas seguro?
- Si, si, espérame un momento.

Corrí hasta casa, solté la mochila, y metí en una bolsa lo que quería darle.
Volví.
Desde lejos le ví, estaba hablando con un viejito, cuando me acerqué me enseñó su bolsillo.

- Mira, mira lo que tengo del ancianito.
-A ver...
- ¿Lo ves? Son gramos de dulzura y de ternura, de paciencia y de experiencia. pero dime ¿que me traes?
- Bueno, no sé si esto llegará a la altura de todo lo que tu coleccionas, pero te traigo una frasca, es mi "frasca de palabras", está llena a rebosar, y puedes abrirla y desparramarlas por el suelo, con ellas puedes viajar, puedes sentirte un guerrero en busca dde tu princesa, o ser un astronauta en una postal de navidad, puedes ... puedes soñar, ¡¡¡ sí, eso soñar !!!

Se quedó un momento mirándome, por un instante pensé que me iba a llamar loco, pero se abalanzó sobre mi, y me abrazó,

- Gracias, gracias, es de los mejores regalos que me han hecho en mi vida, no se como agradecertelo...
- Ya lo has hecho, contándome las cosas que coleccionas, me has hecho sentir

Le dí la frasca, él la tomo y la guardó en la bolsa con todo lo que llevaba, de nuevo me dió las gracias y sonrió.

- Me voy, tengo que ir a casa a dejar todo esto, y colocarlo.
- Si, llévalo con cuidado ¿vale? y espero volver a verte.
- Seguro que sí, muchas gracias de nuevo. Adios, hasta pronto.

No le volvía ver más, cuando conté lo que me había pasado, mis amigos me tomaron por loco, pero yo estaba seguro de que era real.
Unos meses más tarde me encontré con aquel viejito que había estado charlando con él, le pregunté por el chico, su cara se entristeció.

- Dicen que una mañana le encontraron muerto en su habitación, sobre el suelo había un enorme castillo de arena, todo ello decorado con palabras, de la pared colgaban fotos viejas, y un gran arco iris cruzaba la habitación, me dijerón que había un monton de cajas, botellas y jarras abiertas, pero lo más extraño de todo, era que sus ropas estaban empapadas de agua de mar, y que sonreía, sonreía como un niño. quizás es que siempre fué un niño, pero yo no creo que haya muerto, seguro que sigue escondido en alguna esquina del parque, o de la estación del tren con sus bolsas y sus botellas a la espera de guardar algo más para su colección. ¿Y usted que cree?

Por mi rostro una lágrima caía, la atrapé entre mis dedos.

- ¿Yo? yo ceo como usted, que en algún lugar sigue vivo, recogiendo todas esas cosas que nosotros soñamos.

Y saqué del bolsillo una botellita de cristal, metí aquella lágrima y volví a casa.

Sobre las aceras de Madrid, el sonido del mar rompía contra el asfalto.

lunes, octubre 05, 2009

El juego

Había recibido aquel sobre como el principio de un juego.
Todo por ser aceptada en aquel círculo que todos decían que era un privilegio pertenecer.

No fue muy difícil, ella podía presumir de su belleza, y de su cuidado cuerpo, ya sabía que aquello le habría muchas puertas, lo más extraño de todo fue el cuestionario, preguntas extrañas como aquellas que concernían a su vida privada, ¿Tienes novio? ¿Viven tus padres?...
Pero ella hizo caso a la persona que hacía de cicerone, era la única forma de entrar, ir de la mano de alguien.

Una vez que la aceptaron el siguiente paso era esperar ese sobre que tenía entre sus manos, donde el juego daba comienzo.
Abrió el sobre, en sus manos una hoja pequeña temblaba, como si las letras hubieran empezado a bailar.

Leyó la carta, era una invitación a "su" fiesta, una fiesta de presentación. Todo un misterio, pues sólo indicaba el lugar, la hora y la forma en la que debía vestir.

Aquellos días fueron eternos, en su cabeza sólo estaba ese día, esa presentación ,esa fiesta. Sobre la cama yacía el vestido que le habían mandado. Se lo probó sólo una vez, sobre su piel cayó la gasa blanca como lo hace la nieve sobre la cima de la montaña.

Cuando su cicerone fué a buscarla, no pudo frenar un gesto de sorpresa y aprobación, realmente su belleza llamaba la atención, y ese vestido se ajustaba a su cuerpo haciendolo aún más deseable. Ella sonrió maliciosamente.

Él abrió la puerta de aquel coche negro, y con una leve inclinación de cabeza ordenó al chofer que emprendiesen la marcha.
Sirvió dos copas de champan y brindó por esa noche, la noche de su presentación, ella se ruborizó un poco, los nervios se enredaron en sus manos.

Llegarón. Ante ella una gran mansión se alzaba imponente, por los ventanales podía oir las voces y la música de una fiesta que ya había comenzado. Él tomo su brazo y la acompaño hasta la puerta principal, allí la dejó mientras otra persona que ella desconocía la introdujo en el amplio salón, por un instante se hizo un silencio, algunas miradas la recorrieron, sabía que había causado el efecto deseado.

Le fueron presentando a los invitados, algunos de los cuales conocía por la televisión o la prensa, nunca pensó que podría llegar a alternar con tan selecta gente.

El tiempo fué pasando entre presentaciones, y copas de champán, alguno de los invitados se atrevió a tomarla de las manos y sacarla a bailar, lo que ella aceptó complacida.

Cuando de un gran reloj empezarón a sonar las 12 campanas, la música cesó, todo el mundo se mostraba expectante, justo en la última campanada las puertas se abrieron dando paso a un hombre de porte elegante, ella calculó que pasaría de los cincuenta, pero se conservaba bien.

Se acercó a ella despacio, y cuando estuvo a su altura, extendió sus manos, tomó las suyas y la música volvió a sonar.

La gente se abrió en circulo mientras ellos dos bailaban, ella se dejaba llevar, en su cabeza una suave niebla de alcohol iba cubriendo sus sentidos, las manos de él se deslizarón por su espalda descubierta, ella siente calor, un placer extraño que crece en su interior.

Él tira de los tirantes de su vestido que cae al suelo como una hoja de papel, siente rubor pero la niebla avanza en su cabeza y la adormece, siente como él se pega a ella su manos acarician su piel y sus pechos, bajan, los dedos de él se entrelazan en su tanga y de un tirón se lo arranca.

Ella intenta taparse, negarse, pero la niebla se enrosca en sus muñecas, en su brazos, y estos caen dejando ver su desnudez a todo el mundo.

Él la toma y la lleva hacia una mesa donde la tumba, a lo lejos ella oye unos murmullos, pierde la conciencia del momento y el lugar, percibe que aquel hombre se ha desnudado, sus manos acarician su cuerpo, siente sus dedos en su sexo, pequeñas oleadas de placer la sacuden...

Pierde la noción del tiempo, aunque sigue consciente, él la ha poseido, sobre la mesa, descansa y vuelve hacia ella, siente que le separa las piernas le roza suavemente y entra de nuevo en ella.

Se agita sobre ella, la niebla ahora llega cargada de placer, un placer que la recorre, se muerde los labios intentando no gemir.

Una mano acaricia su cuello y siente que la presión va aumentando, intenta pararle pero no puede, el placer se va perdiendo igual que su aliento,
mira a su alrededor, borrosas figuras aplauden. La mano se cierra sobre su garganta, intenta dar bocanadas de aire, con la esperanza de que sólo sea parte de ese misterioso juego, pero el placer ya ha desaparecido, y todo empieza a oscurecerse, todo se vuelve negro...

y la niebla deja paso a la noche oscura.

jueves, septiembre 24, 2009

Frasquita de palabras

Quería darte algo, algo que no fuera comprado, ni envuelto, ni fabricado.

Quería darte algo y limpié de cosas mi mesa de madera, aquella que se ha vestido de gala algunas noches, y puse sobre ella una hoja blanca como la espuma del mar, y un lápiz.

Quería darte algo cuando me puse a ecribir, quería darte una historia de un viejito por las calles de Madrid, o la historia de la niña del bosque y el niño del árbol, o escribir sobre aquel hombre que se perdió buscando el origen del arco iris.

Pero...

Cuando pensé que quería darte algo, sólo supe escribir palabras.

"tú" "yo" "complicidad" "sol" "nubes" "risas" "sueños" "pueblos" "mar" "luna" "noche" "beso" "volar" "patatas fritas" "bailar"
"niños" "amar"

Intenté ser como la costurera de palabras, y con ellas tejer una bonita historia. Por que quería darte algo.

Quería darte algo y miré aquellas palabras, entonces se me ocurrió una idea, de esas que tan pocas tengo, pero que algunas veces corren y se dejan atrapar.

Y volqué las palabras en una frasquita que tenía en mi alacena.

Quería darte algo y ya lo tengo.

Una frasquita con palabras para que cuando estes alegre la abras y las lances a la hierba mojada, y juegues con ellas escribiendo poemas.

Una frasquita llena de palabras para que cuando tengas ganas de bailar, las ates al hilo de una cometa y las veas volar.

Un frasquita con palabras para que cuando te sientes sola la abras, y escribas historias de sol y lunas, de paseos por la playa buscando pequeñas conchas , de tu y de mi.

Un frasquita llena de palabras para que cuando estes triste y con ganas de llorar, la abras y llores sobre ellas por que no destiñen, y compongas historias que te hagan sonreir.

Quiero darte un frasquita llena de palabras para esas noches de insomio, para que la abras y las desparrames por la sábana y la almohada, para que te susurren historias que te hagan soñar.

Quiero darte una frasquita llena de palabras para cuando yo no esté, para que las cojas y escribas, por que aunque no me veas sigo estando ahí.

Una frasquita llena de palabras para cuando te enfades conmigo, hagas un tirachinas con la "Y" y me las lanzes a la cabeza.

Una frasquita de palabras, para que cuando quieras la abras y cojas algunas, las metas en tu bolsillo y las saques a pasear.

Una frasquita de palabras para que las cuelgues como la ropa de tender.

Una frasquita de palabras para que la pongas una banda sonora.

Quiero darte una frasquita de palabras para que por la noche puedas contar historias a los niños, de castillos embrujados por hadas buenas, de caballeros salvados por princesas guerreras, donde el amor dura, lo que dura el amor.

Quiero darte una frasquita llena de palabras, para que la pongas al lado de la televisión y cuando la apagues, puedas verlas como bailan a la luz de las velas.

Quiero darte una frasquita llena de palabras para cuando te sientas enamorada, la abras y te las pongas encima como un perfume, para que te vistas de belleza y te desnudes de amor.

Una frasquita llena de palabras, para que escribas cartas, o mails, o sms.

Una frasquita llena de palabras, para que vistas la mesa de "manteles blancos" y "patatas fritas" y "lambrusco".

Quiero darte una frasquita llena de palabras para que de vez en cuando bebas de ella, y dejes que en tus labios se prendan las palabras.

Una frasquita llena de palabras, para que escribas mil y una historias o una y media historia,y las leas y las regales.

Quiero darte una frasquita llena de palabras para que cuando te asomes a la ventana a ver las estrellas la abras y dejes que una a una vuelen hasta la luna.

Te quiero dar una frasquita de palabras donde siempre, siempre ,estén "tu", "yo", "complicidad", por que así no tendré que escribirte más historias, que quizás no te gusten por que aparece la palabra "nostalgia", y por que así, sabré que podrás escribir la mas hermosa de las historias el dia que tu quieras.

Una frasquita llena de palabras donde sólo falte la palabra "miedo", para que nunca más la escribas, para que nunca más la digas.

Y por esto y por mucho más, quiero regalarte una frasquita llena de palabras.

Niko
www.albatrosland.es

lunes, septiembre 14, 2009

Mails

Imprimió sus mails, esos mails de amor que mandó y nunca le fueron devueltos.

Los imprimió en color.

Y cada vez que pulsaba la tecla intro, sentía que su corazón dejaba de latir.

Cuando los tuvo todos, hizo aviones de papel.

Ilusiones y sueños con alas.

Abrió la ventana.
Los lanzó.
Uno a uno aquellos email volaron.

Se quedó mirando como planeaban en el aire, suspendidos en el tiempo.
Era un dia azul de un azul tan intenso que se convertia en verde esmeralda.

Nico
www.albatrosland.es

miércoles, septiembre 02, 2009

el anciano

Estaba allí tumbado.
A estas alturas de mi vida, y queriéndome broncear un poco con el sol de Levante.
El sol abrasa. Siento el calor correr por mi piel.
Me doy la vuelta y le veo.

Es un anciano, camina lentamente sobre la arena, llega sin nada, no se baja toalla, o silla o sombrilla, con sus pantalones cortos y una camisa, busca un sitio donde sentarse en la arena.

Lo hace.

Le veo como mira a la gente de su alrededor, detiene su mirada en los niños, les ve como juegan en la orilla, como meten sus pequeños pies en el agua, alguno se atreve a intentar coger esos pececillos que surfean entre el agua y la arena.

Y él se ve reflejado, cuando ya hace años, en ese mismo lugar de pie esperaba a que una pequeña ola, como una mecedora arrastrase a uno de esos pececillos y al llegar el momento de volver al mar, la palma de su mano en un rápido movimiento saca al pez del agua, corriendo lo coge y lo mete en su cubo.

Imagino que piensa que nada cambia, a pesar de los años, todos somos niños.
Sigue mirando, se para en esas familias, que asientan su sombrilla, despliegan las sillas y untan a sus peques de crema protectora. Tengo la sensación de que su mirada brilla y se rompe y unas lágrimas quieren saltar de sus ojos para jugar con las olas.

Toma un puñado de arena entre sus manos, y con los dedos va apartando los granos, es como si tuviera su vida atrapada, llena de granitos que fueron aquellos errores que cometió, unos grandes que fueron marcado el camino,, otros chiquitos, quizás pudo aprender de ellos, y entre esos mismos granos de arena, encuentra unas pequeñas conchas, quien sabe, quizás piense que fueron los regalos que le otorgó la vida.

A veces entre tanta arena uno los pierde y no sabe aprovecharlos.

Ha encontrado una caracola, suelta la arena de sus dedos y con un pañuelo la limpia, sonrie, y en su sonrisa puedo ver el peso del tiempo. Se la acerca al oido y cierra los ojos, me gustaria saber que oye, quizás el rumor de un mar lejano, de otras tierras, quizás el susurro de un te quiero, el suave roce de unos labios.
Yo también cierro los ojos por un momento e intento escuchar, y de mi frasca de cristal saltan voces y sonidos...

Cuando abro los ojos, el anciano ya se ha levantado, lleva la caracola en sus manos, y se acerca a la orilla, creo que va a lanzarla al mar, de regreso a su hogar.... pero no, se detiene pensativo y por un momento duda... se gira, ve a una pareja con una niña pequeña, y se acerca al padre, habla con él, el padre le mira extrañado pero sonrie, veo al anciano agacharse hacia la niña y entregarle la caracola, se la pone en el oido y la pequeña se echa a reir, la madre se acerca, y toca la mano suavemente del anciano dándole las gracias.

Y él la mira, su mirada se posa en los ojos de ella como lo hace el otoño sobre la copa de los árboles, toma la mano de ella en las suyas y le da las gracias.

Se va.
Sin mirar atrás.

No puedo evitar un halo de tristeza, quizás yo tambien me estoy volviendo mayor, quizás no dentro de mucho tiempo, yo visite una playa y sea como ese anciano, que hunde sus manos en la arena para ver entre los granos mi vida.

Nico
www.albatrosland.es

viernes, agosto 07, 2009

La costurera de letras

Hola ¡¡

A los que me leen, a los que me dejan comentarios, a esos anonimos que escriben, a los que no dejan nada, a los que pasan y pasaron por aqui...

os deseo un feliz verano, yo me voy 15 días a la playa a descansar relajarme meditar y pensar...

os dejo mientras regreso mi último cuentito

un besito.

La costurera de letras

Nació pobre.
Entendamos por pobre, que su casa era un espacio reducido para sus tres hermanos y sus padres, pobre cuando su padre trabajaba mas de 10 horas al día por un ínfimo sueldo, y su madre cosía y zurcía para completar ese sueldo, y aún así a duras penas llegaban a fin de mes.

Pobre cuando llegaba la navidad y la mayoría de las veces no la celebraban como los demás, pobre cuando por su cumpleaños recibia algún regalo de segunda mano.

Pero ella supo que eran realmente pobres cuando no pudo asistir al colegio, a cambio recibió un cuaderno, un librito de caligrafía y un lápiz.

Por la noche cuando su padre arrastraba su cuerpo hasta la silla, la llamaba, ella corría, se sentaba junto a él, abría su cuaderno y dibujaba pequeños garabatos, que querían ser letras. Los ojos de su padre a veces brillaban a la luz de las velas, ella se quedaba mirandolos fijamente, y él apretaba sus dientes para no echarse a llorar, cómo le hubiera gustado que pudiera ir al colegio, en ella había algo especial, como un don, pero sólo él lo sabía.
Desde la cocina, su mujer, una noche más, les gritaba: "¿Ya estas con las enseñanzas?, de qué te ha servido a ti, anda, déjala que tiene que aprender otras cosas de más provecho". Su padre la miraba, sonreía y le hacía un gesto como diciendo "no le hagamos caso, tú sigue con las letras"

Y ella agarraba el lápiz como si fuera el hilo de una cometa, e imaginaba aquellos garabatos dibujados sobre el algodón de las nubes, un palito y un redondel, la "b", un puntito y un palito corto la "i"...

Después cerraba su cuaderno, cogía el lápiz y los guardaba en su cajita, junto aquella muñeca que un día su madre cosió, con dos botones por ojos. Entonces se sentaba encima de las piernas de su padre y le pedía que le contará un cuento.

Él empezaba con un "erase que se era..." y ella veía sobre la pared como se dibujaban castillos de princesas olvidadas, dragones que volaban echando fuego por la boca, y un principe a caballo con su reluciente espada luchando contra los hechizos de brujas malvadas.

No todos los días eran el mismo cuento, a veces el padre le contaba como había sido de joven, sus sueños, aquellos prados verdes, correr por el bosque para bañarse en las aguas heladas del rio, cuando aún uno podía atrapar los sueños con las manos...

Aquel invierno fué duro, el frió se instaló en los pulmones de su padre, castigados por el hollin de la mina y el polvo de las pinturas.
Parte del dinero que tenían se lo llevaron las medicinas, tuvo que dejar de trabajar.

Postrado en la cama, la impotencia le devoraba.

Cuando caía la noche y la fiebre le subía, la niña se acercaba a él, miraba a su madre y noche tras noche preguntaba: "¿Se pondrá bueno, verdad mama?". Luego le tomaba la mano y le contaba como habia sido el día, si el sol había jugado al escondite con las nubes, o si por el contrario las nubes habian desfilado por el cielo, cuando terminaba, recordaba los relatos del padre, y ella como si los cosiera uno a uno, montaba su propio cuento.

Con el paso de los días, la situación económica se fué haciendo má precaria, y la madre no tuvo más remedio que coger a sus hijos y ponerlos a trabajar, cuando le llegó el turno a la pequeña, la madre se sentó frente a ella y le dijo:

- "Aún eres muy pequeña para salir a trabajar, asi que tienes que aprender a coser, debes de dejar de perder el tiempo con los dibujos y las letras, por que necesito que aprendas rápido, para que mientras tu zurces las prendas yo pueda cosar las demás"

Y así fué, aquel don para aprender las cosas le ayudó, al poco tiempo la niña zurcia calcetines, cosia remiendos, sentada junto a la cama de su padre, ella enhebraba la aguja mientras le hablaba.

Cuando todos se acostaban, ella encendía una vela, cogía su lápiz su cuaderno y seguía dibujando letras, pronto aprendió todo el alfabeto, así que un día salió a la calle, y entre la basura encontró un periódico. Lo escondió y cuando su madre salió a entregar la ropa, ella le pidió a su padre que la enseñara a leer.

- "Por favor, papa, enséñame a leer, pero para que no se enfade mamá hazlo cuando ella no esté en casa"

Y así entre hueco y hueco, el padre le fué leyendo el periódico y enseñádola a leer.
Al poco tiempo la niña se lo aprendió de memoria, por lo que el padre a pesar de sus pocas fuerzas, dijo que tenía que salir a pasear, que allí dentro se le estaba olvidando como era el azul del cielo.

La mujer refunfuñó lo suyo, pero él no le hizo caso y salió.

Regresó tres horas después, ni la bronca que le echó su mujer pudo calentar su piel.

Cuando la niña se sentó a su lado para empezar a coser, el padre sacó debajo del colchón, un libro.
La niña lo miró.

- "Pero, papá , ¿de donde lo has sacado? "
- Ya no puedo fumar, mis pulmones no dan más de sí, asi que he cambiado mi pipa por el libro, no se lo digas a tu madre o tendremos una buena.

La niña abrazó a su padre, emocionada mojó las mejillas de él, y él la apretó contra su pecho, "ójala, ójala pudiera haberte dado más", aquellas palabras nacidas en su mente se fueron clavando en su alma.

Así fué como la niña aprendió a leer, y a amar los libros, aquel primer libro, donde un hombre debía recorrer el mundo en globo en solamente 80 días.

Ya no sólo sabía escribir a duras penas, sino había aprendido a leer. Y necesitaba más.

Una tarde mientras cosía, le contó a su padre lo que había soñado.

"Estaba en aquella habitación, él le pedía que le contase un cuento, pero no un cuento remezcla de lo que ella había oido, tenía que ser un cuento inventado, que le naciera del interior. Y de pronto, entre sus manos las agujas se convirteron en lápices y el hilo en letras, empezó a coser pero no cosía tela, sino que eran letras que se convertian en palabras, las palabras en frases y así tejió uno de los más bellos cuentos que el padre había escuchado."

El padre maravillado, le dijo que si se acordaba del cuento, ella dijo que no, que sólo recordaba lo que le había contado, y lo más maravilloso de todo, que podía tejer con palabras.

Entonces el padre le pidió que cogiera las agujas que las enhebrase y que pensase que el hilo eran letras.

Ella lo hizo y cuando junto la aguja, el hilo se convirtió en una larga lista de letras, que ella empezó a tejer, el padre tomó el lápiz y el cuaderno de ella y las fué escribiendo.


Asi la niña hizo su primer libro, tejió la historia de un espantapájaros, que vivía junto a un árbol, donde había un niño, un niño que vivái en el árbol y al que el espantapájaros llamana "el niño del árbol".


Al entrar en la habitación la madre se enfureció, allí estaban las agujas, más la pequeña no habia cosido nada, como castigo tendría que llevar la ropa cosida, entregarla y cobrar por ello.

Al salir la madre, el padre le dió el cuaderno.

-Guardalo, mañana volverás a tejer otro cuento para mi, ¿prometido?
- Si papa, prometido.


Pero la madre regresó demasiado pronto con la ropa, la niña tuvo que ocultar el cuaderno entre ella y salió corriendo.


- ¿Cómo se te ocurre darle alas a su imaginación? No ves que con tu enfermedad casi no tenemos para comer, he tenido que vender algunos muebles y aún así no se lo que va a pasar, no quiero que te mueras, pero para ello debes alimentarte y si sigues distrayendo a la pequeña ¿cómo va a hacer su trabajo?

- Pero... pero es que sólo es una niña.

- Yo también lo era cuando empecé a trabajar, a veces la vida es dura, por favor ya se que no queríamos esto para nuestros hijos, pero no nos queda otro remedio.


Los dos se abrazaron.

Las paredes de la habitación se pintaron con las mudas lágrimas de la desesperación.


La niña entregó la ropa, cobró por ella y regresó a casa lo más pronto que pudo, pero al llegar se dió cuenta que no tenía el libro, ya caía la noche y no podía salir a buscarlo.


Entró en la habitación del padre y se lo contó.


- "No te preocupes, mañana a primera hora salimos a buscarlo, ya verás que lo encontramos"

- "Pero papá tu no puede salir..."

- "Si que puedo, iremos los dos juntos"


No terminaba de decir esto, cuando llamaron a la puerta, la madre abrió, pero desde allí no podian oir lo que decía, de pronto, entró en la habitación.


- "Es mejor que vengas conmigo, pequeña, y tu haz un esfuerzo y levantate, tambien debes venir."


Sobre la mesa estaba el cuaderno de la niña, y sentados el matrimonio donde la niña habia llevado la ropa.

La madre preguntó:


-"¿es este tu cuaderno?"

La niña miró al padre, luego a la madre.

- "Sí, mama"

- "¿Has escrito tu esto?"

- "Bueno yo.. no... en realidad..."

- "Lo he escrito yo, pero ella fué la que contó la historia, yo sólo la puse sobre el cuaderno."- dijo el padre.


- "Queremos comprarle el cuaderno" - dijo el señor.
- "Es un cuento tan hermoso..." - dijo la señora.

Fué así como la niña escribió y vendió su primer cuento.

Y escribió más libros, y su familia dejó de ser pobres, lo que nosotros entendemos por pobres, ella acudió al colegio, aprendió a leer y escribir con facilidad, leyó y leyó, y cada tarde se sentaba al lado de su padre cogía las agujas, el hilo, y por extraño que pueda parecer este se convertia en letras, letras que ella tejia en hermosos cuentos.

Y fín.

martes, agosto 04, 2009



"Tengo unas letras encendidas que por la noche se apagan, algunas noches me despierto buscando el interruptor para volverlas a encender"


Hay una puerta tras mi puerta, una que sólo se abre a veces, y tras ella otro mundo.
Donde nada existe, dónde sólo el día tiene un valor, el valor de vivirlo.
No hay lastres, no hay ataduras ni desos de tener mas que aquello que el simple ser humano anhela, una sonrisa un abrazo... vivir.

Verde y negro.
Tubai, minti, pen.

Sentirse privilegiado y a la vez mezquino, porqué yo y no él. Y sin embargo con sólo mirar y con sólo sonreir, pintan el mundo de un color que nunca ví.

Hay una puerta tras mi puerta, una que invita a ser abierta, dónde puedes encontrar lo peor de la raza humana y también lo mejor. Un mundo que uno cree que sólo existe en 625 líneas.. cruza la puerta, está allí, palpitando...

Hay una puerta tras mi puerta.. sólo tienes que cruzarla... tubai. minti..

y unos ojos negros y una sonrisa...

PD: Dedicado a Luis "elnota" de la Taberna del Nta en Gambia, sólo por personas como él uno vuelve a creer.

miércoles, julio 15, 2009

La hoja y la estrella

Un árbol.
Unas ramas.
Y en las ramas unas hojas.

Una estación.
Otoño.

Y las hojas caen.

Con una ligera brisa, llevándoselas lejos de allí.

Lejos. Muy lejos.

Sólo una hoja.
Una hoja sólo.
Que se aferra al árbol.
Árbol que tiene sus raices clavadas en la tierra y no se mueve.

Pero al final la hoja cae, amarilla, en un leve balanceo hasta al suelo, lo mas cerca del tronco, abandonando la rama, sin dejar el árbol.

Arriba.
Un poco más arriba.
Más aún.

Una estrella cae.
Simplemente cae, por que si, da igual el porqué, pero cae.

Y cae al lado de la hoja.
No mas allá, justo al lado.

miércoles, julio 08, 2009

unas letras antiguas...

Aunque es un relato corto y antiguo, a veces está bien recuperarlo....


La miró.
Mientras dormía.
Mientras dormía a su lado.

Y sus miedos, sus recuerdos y el dolor, se alojaron en sus pupilas.
Se sentía cansado y roto, demasiado dolor en aquel corazón desgastado pr el polvo del camino.

Abrió los ojos y vió en los de ella un mar a punto de desbordarse.
Su mano acarició la mejilla.

- No puedo prometerte la luna, pero si intentar bañarte con su luz, no puedo prometerte cogerte una estrella pero si acompañarte en su búsqueda, no puedo prometerte amarte toda la vida por que mi vida se hace diía a día, pero sí que mis días seran los tuyos, no puedo prometerte que todo los momentos serán azules pero si que estaré a tu lado los dias que sean grises.
No seré el mejor compañero, ni quizás el mejor amigo, ni siquiera la mejor pareja, ni el mejor amante, pero sé que a tu lado podría aprender a serlo.

Ella le miró por un instante, el suficiente para dejarse llevar de nuevo acercar sus labios a los suyos y dejar un simple beso.

lunes, junio 29, 2009

Gente

Hay gente que es y gente que no es.
Hay gente que jode y gente jodida.
Hay gente que sueña, y gente que no cierra los ojos.
Hay gente que se para y te mira, y gente que sigue sin verte.
Hay gente que nace para amar y gente que vive para que la amen.
Hay gente que mira y gente que ve.
Hay gente que escucha y gente que oye.
Hay gente que habla y gente que calla.
Hay gente que acompaña y gente que abandona.
hay gente que te de la mano, y gente que te la quita.
Hay gente que recuerda y gente que olvida.
Hay gente que es amiga, y gente desaparecida.
Hay gente que llega, se queda y se va, pero nunca se marchan y gente que llegan pero nunca se quedan.
Hay gente tonta que enamora, y gente que enamora tontamente.
Hay gente que tiembla y gente que hace temblar.
Hay gente que duele, y gente que calma.
Hay gente que sonrie y hay gente que llora.
Hay gente que vive y hay gente que muere en vida.

Hay gente que es simplemente es, y sin ellas el mundo no seria nada.

viernes, junio 19, 2009

Mandaré todo al carajo

Hay momentos en que uno mira atrás, a un lado o al otro, y siente que no está tan mal, que no tiene motivo de queja.
Sin embargo esa sensación amarga en la boca del estómago, esas ganas de darse de ostias con la vida, es algo irrefrenable, podría romper a llorar en cualquier momento, tanto como pegar un puñetazo en la mesa y mandarlo todo al carajo.

Y sin embargo ... no lo hago.

Veo esos rostros cansados todos los días en el cercanias, empujones de cuerpos muertos, olor a sudor, una pareja a lo lejos se come a besos, amor sobre sueños, y tengo envidia, ¡los envido joder, ¿y qué?! alguien en esos momentos diría "les quedan dos años" .... (¿verdad mi amigo?)
¿Será cierto?, tan breve es el sentimiento, o en este tiempo que nos toca vivir, ya no sabemos querer, somos como niños que nos casamos pronto del nuevo "juguete".

Sin embargo, me sigue encantando encontrarme con esa mirada, con esa sonrisa, con esa sensación de que todo está por llegar...

Pero hay momentos que me daría de ostias con la vida, mandaría todo al carajo.

Y sin embargo ... no lo hago.


Quizás sea por que de pequeño guardaba mis dientes bajo la almohada a la espera del ratoncito Pérez, y ahora guardo bajo ella los sueños, a la espera de que suene el timbre de mi puerta, y sean los sueños los que la abran.

Algún día os juro, que me daré de ostias con la vida, y mandaré todo al carajo.

miércoles, junio 10, 2009

Alas

Recuerdo de pequeño aquellos grabados de angeles blancos e inmaculados, donde lo que m.as me impactaba eran las alas que tenían.

Un niño con alas.

"los niños que mueren se convierten en angeles, en pequeños querubines"
"hay un angel con alas, con arco y con flechas, si te alcanza conoceras el amor"

Recuerdo aquellas noches de verano con la ventana abierta, el cielo estrellado, donde sólo puede ser asi, al lado del mar.
Soñando con esas alas, en poder saltar por la ventana y volar como un pequeño angel.

Nunca reparé en su bondad, en que los angeles debían ser inmaculados, los niños no piensan en esas cosas, más aún cuando ya se tiene la edad suficiente para ver la longuitud de la falda de las chicas, y el calor que produce un beso.

Pero yo seguía soñando con las alas, que más me daba ser un angel o no serlo, si de al menos pudiera tener esas alas y echarme a volar.

En algún momento alguien me robaba mis sueños, y mis alas se quedaban en la pintura de aquellos grabados, en la retina de mis ojos.

Pero incrédulo de mi, pensaba que las alas serían como los rabos de lagartija que de pequeño cortaba, "no te preocupes le volverá a crecer"

Y así crecí yo, pensando que por mucho que la vida me arrancara los sueños de tener alas, estas volverían a crecer.
Una y otra vez.

miércoles, mayo 27, 2009

Decían

Decían de él que era el último romántico.
Decían de él que era uno de los últimos caballeros.
Y quizás fuera así.

Gustaba de prepararse la ropa que iba a ponerse, desplagándola sobre la cama.
Era capaz de esperar en una esquina con tal de verla pasar, simplemente para cruzarse con su mirada.

Saludaba con un "buenos días" y una sonrisa, aunque fuera lunes por la mañana.
Siempre dejaba pasar primero y siempre cedía su asiento.

No cruzaba en el calendario los días de los cumpleaños, porque cualquier fecha le parecía perfecta para hacer un regalo.

Y sin embargo.
Sin embargo...

Su corazón se había roto demasiadas veces, ...tantas veces...
Que ahora sólo era un amasijo de pequeños trocitos.

Y él...

Él buscaba el pegamento que uniese aquellos trozos.

Lo buscaba,
en la comisura de unos labios,
en la silueta de una sonrisa,
en la espuma de las olas de un mar, de un mar verde esmeralda.

Decían de él que era el último romántico.
Decía de él que estaba loco.

Todo esto decían de él cuando recogieron los trocitos de su corazón de la arena.
Cuando él decidió perderse entre la espuma de las olas de un mar.
De un mar verde esmeralda.

viernes, mayo 08, 2009

Una historia...

Al píe de mi cama hay un gran arcón de madera envejecida por el tiempo.
Abro uno de sus cajones, e inspiro el aroma a nenuco, no sé como, pero nunca logré deshacerme de esa fragancia.

Entre mi ropa interior un lazo rojo abraza unas cartas, el tiempo se desliza entre sus letras, las palabras juegan entre los recuerdos, y una nube deja su lluvia en mi cabeza, gotas de abrazos, besos, promesas, que como la lluvia empapó mi corazón...

A su lado unas fotos antiguas amarillean, como lo hacen las hojas al saludar el otoño, Barcelona asoma en ellas, un puerto de mar, una sonrisa....

En otra una niña recorre la playa, tras de sí deja la huella de sus piececitos en la arena, busca caracolas que acercarse al oido para robarle al mar algo de su música...Mira a lo lejos, y en la arena con sus pequeños dedos escribe un "te echo de menos"...

Me miro en el espejo y sonrio, la vida no me ha tratado tan mal, he sentido el calor de sus besos, las caricias que me ha regalado entre mis piernas, me ha dejado el optimismo por vestido, y la soledad por compañera. Pero miro hacía atrás y siento el frió de las tardes que mueren en la luz de una bombilla y el eco mudo de una casa vacía, "como estas , que tal te ha ido el dia" sólo son frases escritas en el vaho del cristal cuando salgo de la ducha.

He salido corriendo, intentando huir de mis lágrimas en la arena, me he arropado con mis amigas, con besos furtivos en camas desconocidas, donde la ternura se esconde debajo de la cama y los amaneceres se apagan tras el cierre de una puerta.

Acaricio mis arrugas de los ojos, el tiempo corre por mi piel, pero en mi interior una niña salta de charco en charco, se columpia y persigue sueños como si fueran mariposas en un jardín de margaritas.

Siempre pensé que las prisas no son buenas, y ahora corro tras el tiempo para atraparlo entre mis manos, como si con ello pudiera reternerlo.

Guardo las fotos al lado de las cartas y cuando cierro el cajón sus letras caen al suelo, y forman castillos, castillos de arena como los que de pequeña construía en la playa hasta que una ola de mar los devoraba... Sueños devorados... devorados por el tiempo

Busco en los reflejos de mi espejo mundos lejanos, donde cuando se crece uno no deja de ser niño, donde la gente no te esquiva la mirada, donde no existen puertas que se cierran y si ventanas que se abren, donde si saltas con la suficiente fuerza logras volar sin que nadie te llame loco, donde mis lágrimas no se pierdan en el olvido, donde haya alguien que las recoja en la palma de sus manos.

Busco en mi armario y me visto con la mejor de mis sonrisas, me calzo con la fuerza de la ilusión, a pesar de que muchas veces haya gente que sólo vea mi vestido, y no lo que cubre, espejismos en desiertos de soledad.

Cruzo la calle, en mi bolsillo estan las caracolas que de niña robé a la arena, mudas, la música del mar perdió su compás. En el otro bolsillo llevo escrita una carta, palabras que jugaron al escondite un dia con mis labios, y se convirtieron en susurros no dichos.

Y llego a la playa, me descalzo, quiero sentir la arena bajo mis pies, dejo las huellas tras de mi como en la vieja foto de mi arcón.

Camino despacio y siento que el tiempo se detiene, y las agujas del reloj marcan el paso hacia atrás, y me regresan en un viaje sin maletas.

Saco las caracolas y las acerco a mi oido, la música ha vuelto a ellas, primero como un rumor que va convirtiendose en suave melodia. Sin pensarlo las lanzo al agua, donde quizas nunca debieron salir.

Y sonrio.

Camino mirando la arena, como si buscase entre ella las lágrimas que un dia dejé, acaricio la carta y la saco de mi bolsillo, la leo, leo sus palabras una vez más, palabras inacabadas, palabras que buscan otras palabras.

Carta sin remite, para que nunca sepas que fuí yo quién la escribió.

Como un naufrago, introduzco la carta en una botella, y la cierro en ella, me acerco a las olas que como en un diapasón van y vienen, vienen y van... la botella se queja entre mis manos deseando el abrazo de las olas, como si de alguna extraña manera regresase a su hogar.

Y la veo partir.
Perdiendose lentamente.

Me vuelvo, he recogido mis lágrimas de la arena y las he metido en mi bolsillo.

Ahora sé que un día volveré a encontrarte.

martes, abril 28, 2009

Nunca

Nunca...
es un pensamiento que se borra
cuando todo empieza.

Nunca...
es la palabra que se pinta en los labios
cuando todo acaba.

jueves, abril 23, 2009

Sueños

Sábanas desplegadas sobre una cama vacía, entre sus arrugas palabras que se cubren con el edredón.
Párpados que cierran el día como el telón que cae al acabar la función.

Horas, días, semanas, cruces en el calendario que se convierten en el relleno de mi almohada.

Y...

Hace tiempo, mucho tiempo, soñé un sueño... soñé con...

Pero los sueños se desvanecieron en el reloj, sin usarse, sin vivirse.
Aún sueño que mis sueños un diá volverán, y conmigo se quedaran, mientras en mis ojos todo perdurará.
Tengo la certeza que habrá sueños que nunca se cumplirán, y esos momentos me derrotarán.
Una vez soñé que mis sueños mi vida serían, más nunca llegué a pensar en lo lejos que de ellos me podría encontrar.

Esta noche soñaré que volveré a soñar.

martes, abril 14, 2009

El espantapajaros

Estaba alli clavado, sobre aquel campo de trigo y girasoles.

Estirado.
Inerte.
Con las brazos extendidos en perpendicular a su cuerpo.

La mirada... al infinito.

Echaba de menos en esa vision del "infinito" al "otro", un día amaneció y ya no estaba, asi sin más, y ese silencio le cubría del todo.

Un día, como otro cualquiera, mientras veía aquellos girasoles, una pequeña hada apareció ante sus ojos.

- Hola,hola

La miró fijamente y como no podia hablar, movió ligeramente la cabeza.

- Ya sé que no puedes hablar, que permaneces ahi todo el dia clavado, sin moverte, pero esta vez será distinto, voy a darte.... vida.

Y soplando insufló vida a aquel espantapajaros.

- Gracias.- contestó el espantapajaros.
- Ahora, podras hacer con ella lo que mas desees.

El espantapajaros sonrió, se sentia extraño, notaba que algo dentro de su pecho de paja hacia boom boom.
Sintio en sus brazos el posar ligero de unos gorriones, giró la cabeza y por primera vez en su vida sonrió.

Los gorriones, al ver que el espantapajaros se movia, salieron volando

Ahora ya no sólo miraba hacia el frente, pudo ver a los lados, pudo sentir que el mundo era mas grande.

A mediodia, unos niños se acercaron a él, y empezaron a dar vueltas, él escuchaba sus risas, miraba el brillo de sus ojos,y se sentia feliz, temía moverse no fuera a ser como los gorriones, que los niños se asustasen y salieran corriendo.
Y también, por primera vez, le dolió estar vivo.

Cuando los niños se marcharon, se quedo pensando, era un gran invento sentirse vivo, podia sentir el calor del sol en su cuerpo de paja, ver a los niños correr, y disfrutar del momento, pero también estaba aprendiendo lo que era la soledad, la nostalgia, el añorar, y en el fondo se preguntaba si todo aquello merecia la pena.

Un mañana, como otra cualquiera, cuando el creía que los niños se habian marchado, se movio un poco, se estiró y giró la cabeza para verlos desaparecer por el camino, y entonces alli abajo una pequeña niña de pequeños ojos,y pelo negro como el azabache, sonreia.

- Hola, señor espantapajaros
- Hola, vaya no te asustaste
- ¿Por que me iba a asustar?

Y ella sólo con su mirada, alejó un poco sus miedos.

Transcurrió la tarde, la niñita le contaba cosas de su cole, de su casa, de sus amigos, y él le hablaba del campo, de las clases de pájaros, de los dias de cosecha.

Y cuando se iba, sentía su ausencia, pero su corazon aún era de paja, y le costaba latir.

Fueron pasando los dias, él disfrutaba de cada pequeña cosa, y esperaba cada mediodia a que llegaran los niños y esperaba que estos se marcharan para quedarse con la niña un poco mas.

- ¿Por que no bajas un dia y juegas con nosotros?. Le preguntó
- No puedo, soy un espantapajaros, debo estar aqui, asi soy, y esta es mi labor.
- Pues no lo entiendo, por que si te apetece y quieres, deberias.

Y así, con esa duda, le dejó toda la noche pensando. ¿Sería su miedo, sería que había sido demasiado tiempo un espantapajaros inerte, sería que le faltaba valor para lanzarse y saltar del palo?

A veces pensaba en ello, en saltar de su palo, y correr con los niños, en sentarse al lado del rio y hablar con la niña, en visitar otros campos, pero y si lo hiciera, ¿como podría volver a ser espantapajaros?, si tuviera que volver a su palo, quizás ya no podría...
Y aquello le clavaba mas en la tierra.

Pasaron los días, él cada vez tenía más la necesidad de bajar, las risas de los niños, los ojos de la niña le invadian y ganaban terreno en la lucha contra su miedo.

Hasta que un amanecer, desprendió primero un brazo y luego el otro, agarró el palo y lo desenterró de suelo, lanzándolo muy lejos, corrió y corrío sintiendo el aire en su cara, el suelo en sus pies.

Cuando llegó al borde del camino, se encontró con el hada, esta batia las alas cerca de su cara.

- Enhorabuena, al final has sabido lo que tenias que hacer con el regalo que te hice, ahora mi misión ya esta cumplida.

Y desapareció.

Al final del camino los niños, como cada mañana venían saltando, pero esta vez él no les espero entre el trigal y los girasoles, sino que bajó al encuentro de ellos, donde una niña le esperaba con los brazos abiertos.

jueves, abril 02, 2009

MI web

Ya se que no tiene nada que ver con este blog ...
pero os presento mi web, espero que os guste y si quereis dejar algún comentario, crítica...

<< albatrosland.es >>

martes, marzo 31, 2009

Otro encuentro con el viejito

Hoy ha hecho uno de eso dias que Madrid, renace, el sol se desviste de sus nubes, y el cielo enseña su camison azul, las calles llaman, las chicas vacian sus armarios, y la gente abandona sus guaridas.

Y subi en un paseo interminable hacia el rastro, me encanta ver las ventanas abiertas de par en par como si invitaran a miradas indiscretas, como si invitaran a que la vida se siente en la mesa.

En la plaza, tenderetes que huelen a marruecos, a la india, sandalo y cuero, collares, camisetas, plantas, brazaletes, y gente, gente de fuera mezclando lenguajes, miradas curiosas. ¿cuanto vale? lo piensas y sigues buscando...

Y sigo mi camino, me pierdo, ahora hacia la plaza Mayor y alli la venta cambia, ahora son sellos y monedas, preparativos para el dos de mayo, ...parate, quieto, y alguien inmortaliza la fachada con una sonrisa.

Me gusta el ambiente, la gente se sienta en la plaza, estatuas vivas, un tango, un vaquero, una bruja que cambian sueños por monedas.

Bajo hasta la Puerta del Sol y como un guiri más, me acerco al oso y el madroño y allí me lo encuentro, mi viejito, en sus arrugas se nota el paso por el hospital, su tez mas blanca de lo normal, pero en sus ojos se refleja esa alegria por la vida.

- Hola, ¡¡ cuanto me alegro de verle de nuevo por aqui!! ¿qué tal está?
. Bien ya me encuentro mejor, algo cansando aún pero disfrutando de este sol.
- Si, hace un dia precioso, ¿quiere que nos sentemos?
. Si sentemos nos por aqui, me gusta esta algarabia de la gente, parecen que salen de invernar, y bueno uno a pesar de ser viejo sigue admirando la belleza, y las mujeres nos muestran un poco mas de ellas.

Su sonrisa se vuelve algo pícara, y un brillo especial aparece en sus ojos.

- Y cuenteme que tal esta, ya no tendra que volver al hospital todo esta bien?
- Si,solo fué un pequeño susto, y alli uno se da cuenta del valor de la vida, y del peso del miedo.
- ¿del peso del miedo?
- Si, ese que nos impide vivir, allí en el hospital pude darme cuenta de que la gente no vive por que sienten miedo, a cada paso que dan, el miedo les atenaza. el miedo anticipa cosas que uno solo las tiene en su mente.
Miedo a perder el trabajo, y no disfrutas de los momentos que alli vives, miedo a no llegar a fin de mes, y no disfrutas de un pequeño capricho, miedo a perder a tu pareja, y anticipas todo lo malo, todo lo negativo y al final abandonas lo dejas, tiras la toalla, miedo a no levantar la mirada y ver que no hay que pensar en el futuro lejano ,quizas en mañana pero no mas alla, y entonces dejas de disfrutar de las cosas del presente anticipando las del futuro. Miedo de uno mismo, que solo atenaza y ata a esa persona que somos, y nos paraliza e inmoviliza.
Hoy no hacen falta cuentos, solo tienes mirar alrededor de ti, ¡cuantas personas viven en el miedo! y, o huyen o se paralizan, no ven que hay muchas mas cosas y prefieren aferrarse, anclarse, otros corren sin mirar atras, sin pelear, prefiriendo dejar todo sin pensar como si nada de ello hubiera existido.

Todas sus palabras iban cargadas de verdad, de esa verdad que cae por su propio peso. Le miré por unos instantes , y él siguió.

- Hay un miedo atroz a la muerte, y yo la espero, por que cuando uno llega a una edad, cuando los seres mas queridos te han ido abandonando sabes que mas tarde o mas temprano, llegara tu momento y te encontraras con ellos, sin miedo, es solo un transito una nueva sensación.
te contare el caso de un hombre, que un dia abrió la puerta al miedo, salía con una bella chica, diferente a él, y empezó a tener miedo, miedo,a que los sentimientos le vencieran y antes de que eso pasara el miedo anticípó las diferencias, anticipó problemas que solo existian en el propio miedo, y huyó de aquella situación sin mas, como quien pasa la pagina de un libro y ya no recuerda lo leido.
Y ese miedo anego los campos de la amistad, y tuvo miedo de perder a sus amigos y que esto le hiciera daño, que le conocieran mas alla. que se convirtiera en una persona vulnerable y el miedo anticipo la soledad, y al final se alejó y sus amigos fueron desapareciendo.
Y le entró miedo a que la muerte viniera a buscarle, y cerró ventanas por donde pudiera colarse, y cerró puertas por donde pudiera entrar, y el miedo anticipo la llegada de la muerte, que no lo tenía en su lista, pero tanto miedo le entró, que cuando pensó que la parca estaba buscandole, salió corriendo, cayó por las escaleras y se partió el cuello. Cuando la muerte lo recogió, mostró su sorpresa,
"no te tenia en mi lista hasta dentro de muchos años, tu solo te anticipaste"

Y sentí que yo tambien habia tenido miedo, miedo a no sentir, miedo a no aprender a lanzarme, a vivir sin pensar si hay red o no.

Y cuando me despedí de mi entrañable viejo, llené mi mochila con una enseñanza mas. Me puse mi ipod, disfruté del calor ya del mediodía y baje por la calle Huertas hasta Atocha, mientras dentro de mi conducia una excavadora que se llevase mis miedos bien lejos.

miércoles, marzo 18, 2009

Un cuento... diferente

A veces, quizas sólo a veces, un cambio puede serlo todo, puede sorprendernos, dejarnos atónitos, pero leches, que bueno llega a ser.

y aqui os dejo un giro radical, espero que os guste:

las 6 de la mañana, aquellas lucecitas verdes parecian luciernagas bailando sobre mis ojos, aun me quedaba una hora para levantarme y empezar un día más...

Deslice la mano sobre la sábana y sentí el frio de aquel espacio vacio, mi mente se sumergió en recuerdos, cuando no hacía mucho un timbre sonaba a mi puerta, un brillo de unos ojos, una sonrisa y unas manos que se deslizaban por mi espalda, sin casi darme tiempo a cerrar la puerta de la calle.

"Sus labios rozaban los mios mientras sentia como su cuerpo buscaba el mio, a esa distancia sus ojos dos almendros otoñales, refulgian. Yo le abrazaba, queriendo sentirme su sombra, él sabiendo mis gustos deslizaba su boca por mi cuello mientras sus manos acarician mi trasero sobre los vaqueros, noto la humedad de su lengua como desciende desde el lobulo de mi oreja hasta el principio de mi hombro, se para, me mira y me sonrie, sus labios se entreabren, creo que me va a decir algo pero solo asoma su lengua para rozar la comisura de mis labios."

Las sábanas notan mi calor mientras mis manos se deslizan por mi pecho y sienten como se me endurecen los pezones al contacto con las yemas de mis dedos...

"Él sigue besandome, me levanta un poco la camisa y siento el contacto de sus manos sobre mi piel , ascienden por mi espalda siguiendo mi espina dorsal como si subieran por la ribera de un rio, noto sus ligeros mordiscos en mi cuello y echo la cabeza hacia atras, él empuja mis caderas a su pelvis, noto la dureza de su sexo, que palpita bajo sus pantalones.

Desliza el tirante de mi sujetador lentamente mientras con su lengua dibuja circulos que bajan hacia mi pencho, mis piernas tiemblan y flaquean, deseo estar tumbada y sentir el peso de su cuerpo, pero él sabe retardar el juego para excitarme aun mas, no quiero ser solo un mero espectador, y le agarro del pelo echo su cabeza hacia atras y soy yo la que le muerde el labio inferior, lo succiono, sé que le encanta, y siento que de sus labios un suspiro se escapa.

Sigue jugando con sus manos, ha desabrochado mi sujetador y siento mis pechos libres de esa presion, sus manos bajan y se deslizan por la cintura de mi vaquero noto los dedos como funambulistas sobre la cintura del pantalon, hasta que alguno cae sobre el boton y le deja volar libre. Siento sus dedos deslizarse buscando el calor de mi sexo, y me mojo, mi lengua busca la suya y se entrelazan como las nubes con el viento. Mis manos se deslizan sobre su pantalon, lo dejan caer, siento como le libero de su presion."

Ya no siento el frío de la mañana con los ojos cerrados mis manos recorren las zonas mas erogenas de mi cuerpo, me dejo llevar por esas sensaciones mientras mis dedos juegan con mis labios...

"Muerde el lobulo de mi oreja, me encanta que me haga eso sabe que se me eriza la piel, mientras le desnudo del todo, yo tambien me reservo para cosas que le vuelven loco, mi lengua recorre su pecho mientras mis manos atrapan su sexo, me las humedezco y juego con su piel subiendola y bajandola despacio, mi boca desea tenerla.
estoy en cuclillas y le miro, siento la pasion y el deseo en su mirada, me suplica sin decir nada, mi lengua roza la punta de su sexo la rodea juga un poco con ella, el gime, se tambalea, abro mis labios y dejo que note el roce, le miro a sus ojos se que le pone, me gusta sentirme salvaje dejarme llevar por mis impulsos que me sienta como si fuera la mujer mas golfa de la tierra.

saboreo su sexo, mi boca se llena, se desliza, y se separa, noto como se endurece, como si fuera a estallar de placer, no quiero parar, pero él me toma de los brazos termina de desnudarme y casi con una violencia contenida me lanza sobre la cama. Se para y mira mi desnudez, se que le encanto, a mis oidos llegan susurrantes palabras "te deseo, y deseo devorarte, despacio... muy despacio"

Se echa a un lado y vuelve a morderme la nunca, las orejas, me mete su lengua por la oreja y eso me vuelve loca, auunque me provoca tantas cosquillas que no paro de reir, pero para los dos las risas es uno de nuestros juegos sexuales, sus dedos han encontrado ya mis pezones erguidos y los acarician despacio, preparando el camino a su boca.
Siento la humedad de su lengua como los moja ,los absorve los muerde y succiona, no se olvida de sus manos que recorren mi cuerpo se mojan en mi sexo y lo acarician lentamente sabiendo la tension que provocan en mi hasta que los voy sientiendo dentro, primero uno luego otro.

Me dejo llevar quiero disfrutar de cada sensación, cuando él desciende su cabeza y la entierra entre mis piernas, me mira y sabe que ardo en deseos, siento el calor de su aliento que me penetra, y su lengua recorriendo mis labios, despacio en circulos, buscando ese punto que tanto placer me da, lo encuentra, lo roza despacio para luego golpearlos con la punta de su lengua deslizandose sobre el , provocando en mi espasmos de placer, sabe lo que hace, y lo sabe muy bien, sus dedos no se quedan atras y con mi humedad juegan por los rincones mas prohibidos, su boca como una montaña rusa me eleva para luego dejarme caer..."

No puedo mas solo recordarlo me lleva al extasis, mis dedos no paran y yo queiro seguir recordando....

"Sigue jugando con su boca, mi pasion se desborda y siento como avanza el orgasmo entre los pliegues de mis piernas, y bajando por mi estomago y entonces, él bruscamente para.
levanta la cabeza y sonrie, en esos momentos lo mataria, peor me encanta que juegue asi conmigo que me lleve al limite para luego dejarme en ese estado,
Me voltea y me pone boca abajo, se tumba encima y siento todo el peso y el calor de su cuerpo, su lengua recorre mi nuca, mis hombros, se sienta sobre mi culo, y sus manos acarician suavemente mi columna vertebral mientras con su lengua moja toda mi espalda, cubre el camino de mi nuca hata el nacimiento de mi culito, recorre la columna vertebral con besos, con la punta de su lengua hasta que besa la parte interna de mis muslos forzandome a abrir un poco las piernas, y entonces se tumba todo lo largo que es sobre mi, noto como su sexo bucsa el mio arqueo mi cintura y siento como va entrando despacio, como se abre paso, como si desde dentro de mi alguien abriera una puerta por donde entra una corriente de placer salvaje.
me acoplo a el y a sus movimiento, siento todo su peso y como entra mas y mas en mi.

Estamos asi durante un tiempo excitandonos mientras el me va besando.
Me giro, quiero sentirlo encima mio, y ese gesto es el inicio definitivo de nuestros juegos, el encima empujando suavemente para luego agarrandome de los tobillos elevar mis piernas y sentir como esta dentro de mi como se para por unos instantes y luego sigue con su frenetico movimiento.
Cambiamos de posiciones segun nos gusta en ese momento, no hay un guion establecido, solo dos cuerpos que luchan piel con piel, palabras a veces tiernas otras tan obscenas que no las podria repetir, pero que me excitan tanto como él sabe, risas muchas risas entre nuestro combate, ahora de lado ahora me pongo de perrito, hasta que al final quiero estar sobre el, mi postura favorita, yo le manejo yo llevo el movimiento, el coje de mis caderas y me aprieta contra su pelvis, le siento muy muy dentro mientras nuestras pelvis se rozan salvajemente, y esta vez sé que no parará, y la descarga va apareciendo a lo lejos primero con lentas sacudidas para avanzar e ir cubriendome todo el cuerpo, vibro gimo jadeo me retuerzo de placer y como si una chispa saltase sobre dinamita, mi cuerpo estalla, pierdo la conciencia... y grito.

Luego caigo sobre el, mi cabeza reposa en su pecho, los besos son ahora pausados, leves roces de labios, manos entrelazadas, siento su sexo como va cayendo aunque mis dedos siguen jugando con el, nos miramos, y un beso estalla en nuestras bocas...... "

Un pitido, dos , tres, el despertador me saca de mi ensoñación. Dulce despertar, hoy es viernes, voy a la ducha aun caliente pero relajada, dejo caer el agua sobre mi piel, cierro los ojos y pienso que esta noche quizas, suene el tiembre de mi puerta y .......

jueves, marzo 12, 2009

Viento

Me deslizaba sobe las aceras de frías y mojadas de Madrid, en uno de esos dias que el invierno regala como despedida, cuando se inclina ante la llegada de la primavera, pero queriéndole decir: "Ahí te dejo un recuerdo".

Inmerso en el viento cruzaba el centro de la ciudad, pequeñas callejuelas adoquinadas, a veces rozaba el rostro de alguien que rapidamente tapa con la solapa de su abrigo, o me entretenia en alborotar la melena de la primera chica que se me cruzaba.

Me paré cuando una puerta a mi pasó se abrio y una corriente caliente me atrajo hacia dentro, era un pequeño café, de paredes verde manzana, alli fuí entrando en calor, me posé un poco en la barra, y miré a mi alrededor, el café dispuesto en dos salas estaba lleno de mesas pequeñas y sillas de madera cuya primera impresión no era de gran comodidad.

En algunas mesas, la presencia de un portátil y un café eran la unica compañia de la persona, en otras, las conversaciones se cruzaban con el ritmo frenético de las teclas del de al lado.

Dejé la barra y volé por encima de alguno de ellos, una pareja miraba absorta la luz de la pantalla. En ella se dibujaban unos garabatos formando intrincadas frases, él la miraba mientras la chica seguia debatiendose en cómo seguir el trabajo. Pude percibir que el chico hacia caso omiso a lo que ella escribía, la miraba, no como él que escudriña un objeto en busca de sus formas, y defectos, aquella mirada tenia el lazo de los sueños, ese lazo que encierra en un vuelo los sentimientos mas inesperados.
Ella seguía tecleando y él con su mirada susurraba a su oido lo mucho que le gustaba tenerla tan cerca, el deseo de poder acariciar su mano y sentir su piel sobre la suya, por un momento el chico miró lo que ella teclea y en sus pupilas veo como atrapa las yemas de ella para escribir "te quiero", pero en la pantalla letra a letra sólo aparece :" Aristoteles nacido en el año 384 a.C. en una pequeña localidad macedonia cercana ...." Él ahoga en el café su sueño, deslizó la página del libro y le expuso como sería el siguiente parrafo del trabajo.

Paso de soslayo por otras mesas, donde las conversaciones se entrecruzan unas con otras, palabras que se deslizan de una boca a otra y se pierden entre las grietas de la madera, como si se quisieran refugiar alli, para ,quien sabe, un dia volver a bailar en el aire. Conversaciones casuales, que llenan el tiempo, que alli se quedarán.

Rozo la nuca de un chico y este siente un ligero escalofrío, también él está con su portatil, sus dedos bailan sobre las teclas a gran velocidad como si tuviera miedo a que si se para ya no podrá continuar. Miro lo que escribe, sus letras dibujan casas de paredes blancas cerca de un mar verde esmeralda, donde un viejo no tan viejo sonrie mientras cruza el puerto y ve las barcas salir un día más a pescar. Pinta con las teclas la mirada de aquel hombre que se pierde en el horizonte, sus arrugas echan raices en su sonrisa, y recuerda los tiempos felices, aquellos de cenas a la luz de una vela, cuando el frió de la noche huia al encontrarse con el calor de dos cuerpos, cuando sobre la pared colgaba las sonrisas, fotos de dos seres abrazados mirando a una cámara. Y escribe, que de sus ojos unas lagrimas caen sobre la arena, dejando la huella del pasado, y cuando las lágrimas golpean la arena suenan a puertas que se cierran, a tiempos que no regresaran.

Siento frió, aunque sea tan etérea a veces me conmueven los seres humanos, miro a mi izquierda y veo una pareja sentada uno enfrente del otro, rien, ella habla y habla mientras el chico escucha sus palabras. Ella le cuenta como su corazon está jugando con la vida, voy o me quedo, me lanzo como lo hacia antes de que alguien estrellara mis ilusiones contra el suelo, o me quedo tras el rompeolas donde sé que alli nada me hace daño. El chico la mira y sonrie, se cruza de piernas y se mesa el cabello, si me aventurase podria decir que es un gran escuchador, y teje palabras en su boca: "lanzate, ve, vive, la vida fluye, no te ancles..." Ella las atrapa pero le queman entre las manos, siente la sensacion que da el vacio de haberse perdido una vez en el camino y no haberse encontrado, "si acaso volviera a ser la que era... iría..". El coje los hilos y vuelve a coser con las palabras, "...quizas él te devuelva lo que fuiste, a veces hay alguien que te devuelve a la vida, que te arranca la sombra que se te ha pegado a la espalda y te hace sentir de nuevo como Peter Pan". Y siento que esas palabras tejen abrigos para aquellos a los que se las cuenta, pero él anda desnudo,porque nunca se atrevió a vestirse con ellas.

Los dejó allí, disfrutando de confidencias de amigos, cuando la confianza abraza.

Alguien abre la puerta, y un remolino de aire frio me llama, vuelvo a deslizarme cuando me estrello contra unos labios, me atrapan entre sus dos bocas, y me mojan con sus lenguas, cuando llegan a separarse, sólo puede ver un mundo ante ellos, donde todo está por descubrir, no hay muros, ni vallas, ni peros, ni lo siento. donde las palabras son escritas con silencios, y los silencios se llenan de palabras.

Hay un quicio en la puerta, y he de marcharme, la noche ha caido sobre madrid, y una vez más, la recorro en soledad, luces amarillentas se reflejan en algunos charcos, y yo asciendo sobre los edificios, buscando alguna nube, hasta que llego a ella.
la llamo y ella abre su boca y me traga, no lo sabe, no sabe que ahora se ira disolviendo en gotas, que yo la haré llorar, y llorará sobre ese asfalto que acabo de recorrer, para volver a mojar las callejuelas frias de mi Madrid.

miércoles, febrero 25, 2009

Una historia

A veces una canción sugiere una historia, quizas sea su banda sonora, pero me gustaria que pudierais escuchar esta canción mientras leeís este pequeño cuento.

escúchala

:D)

Es otra tarde más que corre sobre las amarillentas hojas de un calendario.
Otra tarde más en aquel café , con sus escaleras que llevan a unos sillones, no muy cómodos, pero alejados de la planta inferior, del ruido y del bullicio.
Él abre su portatil, se sube las gafas y empieza a escribir.

Una tarde más.

Levanta la vista y su mirada se cruza con unos ojos del color del almendro en primavera, y se desliza patinado en esa mirada como lo haria un funambulista sobre el alambre. Ella sonrie. Él no sabe si aquella sonrisa que revolotea lleva en el sobre su dirección.

Y una tarde más, sube las escaleras y abre su portatil, y ella vuelve a aparecer, vestida con su sonrisa, con los almendros en flor. Él ya no trabaja, dibuja con palabras paisajes donde se abraza a sus besos y baila con palabras susurradas al oido, mientras ella sujeta un te quiero con el hilo de una cometa.

Una tarde más.
Sólo cruzan miradas y pequeñas sonrisas, coqueteando como niños en el patio de colegio, sin atreverse a más. Nadie cruza ese puente que establecen sus miradas, más cuando ella se va, él cierra su portatil, y las palabras que mueren en su boca, acaban disolviendose en el café.

Un día levanta la vista, pero ella ya no está, en la calle llueve, y él se olvida de escribir.
El café se queda frío.
Él espera. Y espera...

El tiempo corre sobre las amarillentas hojas de un calendario.

Una tarde más, el eco de unas palabras caen sobre sus teclas, alguien habla de ella, de su ingreso en el hospital, de la espera de un transplante, él mudo recoge las palabras en sus manos y las guarda en el bolsillo. Ahora sabe, ya sabe.

Y esa noche en un banco frio con el olor que sólo tienen los hospitales, pasa la noche, delante de una puerta, de un número.
Alguien pasa y le toca el hombro, -"no puede estar"- , déjeme quedarme es lo único que me queda, esperar... -.

Esperar, él no puede esperar, y se levanta a otro banco donde firma unos papeles, y a cambio le devuelven una cicatriz.

Es otra tarde más.
Otra tarde en ese café de escaleras que llevan a unos sillones, y él abre su portatil se sube las gafas y empieza a escribir.
Ella llega un poco más tarde y se sienta donde solía hacerlo, él levanta la vista y sus miradas se cruzan una vez mas, ahora los almendros son mas oscuros, pero siguen brillando.

Y él sonrie mientras se acaricia la cicatriz de su costado.

jueves, febrero 12, 2009

Comerse el mundo

Estaba delante de su mesa.

La misma mesa donde tenia su portatil, donde trabajaba, donde escribia, donde habia desayunado, comido, cenado, pasado noches de insomio, donde tumbada sobre ella le habian hecho el amor. Y ahora ante si, aquel diario, el mismo en el que volcaba sus sueños, sus ilusiones, como el niño vuelca su cubo lleno de arena para crear el mas fantastico de los castillos.

Tomó el lápiz y escribió:

"A veces el mundo se empina, se obceca en ser una cuesta, como esa montaña el Turmalé de la ronda ciclista a Francia, y por más que lo intentas, que sigues paso a paso, subiendo, la cima cada día parece mas lejos. Pero no decaigo, sigo en mi lento caminar, no voy a ponerme límites, sé que puedo con ello, ¿quien opina? ¿quien critica? ¿quien puede pensar sobre mi?, ya da igual, sólo existe el presente, quizas el pasado existió y está ahi, pero soy yo, sólo yo y mi presente, y la cima no se mueve, estará ahí, y cuando llegué habrá otras que alcanzar, otros sueños, otras ilusiones, quizas me paré en el camino más de una vez, no es un sprint, es una carrera de fondo, mejor dicho, es un paseo, un paseo donde estoy aprendiendo a disfrutar del paisaje, de lo que me va rodeando. Quizas nos han engañado y la felicidad como estado permanente no existe, sólo son momentos, ratitos que uno debe saber apreciarlos, en cada cosa pequeña, en cada gesto, ya sea por que amanece un dia azul, o por que sentado en una terraza disfrutas de una cerveza bien fría. De esa mirada de un desconocido, o de una sonrisa, de un mail, o un mensaje al movil inesperado, del beso robado, o del sueño por el que vendrá, de una lagrima por los recuerdos, por lo que fue, y por lo que no llegó a ser, por el mañana que no existe, pero que si coges el bote de pintura está en uno poder colorearlo, por esa capacidad de sorprender, por la soledad, y por la compañia, dónde nos enseñaron que la felicidad quizas, sólo quizas resida verdaderamente en sentirse viva."

Y cerró su diario, se vistió con su mejor vestido, un toque de color en su cara, unas gotas de perfume, y salió...

...a comerse el mundo.

viernes, enero 30, 2009

Reencuentro.

Hacía tiempo que no paseaba por el rastro.
Hacía tiempo que no cogía mi ipod y me perdía por las estrellas calles del antiguo Madrid.

Hacía tiempo ... de tantas cosas.

Volví a recorrer aquellas calles, una mañana de domingo más, mientras las nubes corrian tras el sol, luces y sombras, como si quisieran pintar el asfalto.

La gente fluía a mi alrededor, o quizás era yo el que lo hiciera. En sus rostros se notaba el "estado de ánimo" de aquella palabra que nos habia asaltado a todos sin esperarla, había entrado por las ventanas, por debajo de las puertas y se habia quedado con nosotros, "crisis", y todos la llevabamos sobre los hombros.

Aún podía oirse el eco de las últimas risas de fin de año, pero ya tan lejanas que era como si no nos perteneciesen.
La gente es así, a veces olvida demasiado pronto.

Y me lo encontré allí, donde siempre, en aquella silla de madera de aquel café, como si el destino y la vida me lo hubiera grapado a la espalda, ese café, esa mesa, la mesa y dos sillas, dos sillas y una ilusión.

Quien iba a saber lo poco que duraría.

Le encontré envejecido y cansado, me saludó.
Y entré, y me senté a su lado.

Sus ojos..., nunca os he hablado de sus ojos, gris perla, brillaban como si los acabaran de pulir.

- "Un café con leche por favor, templada".- pedi.

Mojé su sonrisa en el café.
Sus palabras descendieron por su pecho y descansaron en la mesa.

- ¿Que tal han ido las navidades?, ¿cómo estas en este año nuevo?.- me preguntó.
- Un poco más viejo,- le dije. - las navidades muy tranquilas, demasiadas ausencias para recordarlas como unas buenas navidades.
- Suele pasar cuando uno crece y se hace mayor, pierde la esencia de las navidades el verlo con ojos de niño, y entonces sólo piensas en la cena, en las compras, y en la gente que no está. ¿Una historia?
- Por favor, desde que le he visto estaba deseándolo.

- Hace tiempo, en una casita pequeña de pueblo, corrían tres niños, dos chicos y una chica, para ser exactos un jovencito y dos mocosos. Llegaban las navidades y aunque por aquel entonces no había mucho que celebrar, la familia se reunía frente a un buen cordero, abuelos, padres, hijos, primos y nietos, todos juntos celebrando unas navidades.
Nadie supo cuando brindaron, que ese sería el último brindis para muchos de ellos, aquel invierno fué muy frió, la abuela no resistió mas alla de Marzo, unos dijeron que fué la edad, otros, aquel viento helado que nada bueno presagiaba.
Para aquellos dos mocosos, la pérdida de su abuela no fué muy dolorosa, preguntaron los primeros dias que por que no estaba, pero luego la rutina se llevó la ausencia, y la vida a esa edad duele sólo un poco.
Llegó el verano y cogido de su mano llegó el odio entre hermanos, la insensated vestida de guerra, y visitó la casa, y se llevó al padre y al hijo.
Esas Navidades, sobre un pequeño y seco trozo de madera que hacía de árbol navidad, los niños dejaron colgadas las ilusiones y los sueños, crecieron como nunca deberian hacerlo los niños, mirando en la mesa unas sillas vacias.
La madre no pudo evitarlo, o no quiso, o fué su manera de decirse: "están aquí, unos presentes aunque se hayan ido para simpere, otros ausentes pero volverán". Y el pequeño mocoso, al ver la silla vacia y la cara de su madre, se preguntaba: "¿les esperamos?"

Esperaron, el tiempo suficiente para saber que aquella tierra se cobraría su parte, una silla más se quedó vacía para siempre, una silla se volvió a ocupar, pero ya no de aquella persona que se fué, sino de una piel y un cuerpo vacio.

Y el peso de las sillas vacias llenó aquella casa de pueblo, se quedó flotando en al ambiente para no irse jamás.

El hijo no volvió, el padre si. ¿Por que yo y no él? Fué lo primero que el padre dijo a su esposa.

Aquellos dos mocosos fueron creciendo, y cada navidad la madre siempre dejó una silla vacia. nadie dijo nada, ni cuando ponía el plato, ni cuando lo retiraba.

Con el tiempo aquel niño fué el que puso la mesa, al que un día alguien le ayudó a poner la mesa, el que vió a otros dos mocosos correr alrededor de un árbol, y en vez de colgar sus sueños e ilusiones, él colgaba calcetines vacios para llenarlos de juguetes. Y cuando se sentaba a la mesa por Navidad, por unos momentos veía las sillas vacías, y escuchaba la promesa que se hizo, "nunca, nunca más una silla vacía en mi mesa"."

Esa es la historia. A veces nos aferramos a las personas que ya no están, y empezamos a dejar sillas vacias, quizás creamos que es la mejor manera de no olvidarlas, pero esas sillas ocupan un espacio, ocupan un lugar, creemos que asi evitaremos que las reemplacen, que se sienten en su lugar, y no nos damos cuenta que la habitación se llena de lugares huecos, donde ya no entra nadie.

Imagino que tú tienes tus sillas vacias, y que estas navidades han debido ocupar mucho espacio en tu habitación, sacúdelas, no tiene porque ser así. Piensa en que hubo un tiempo que alguien las ocupó y quédate con ello, guarda ese espacio en tu corazón, donde no hay límites de espacio, pero no dejes que tu habitación se llene de sillas vacias.

Intenté decir algo, pero las palabras se convirtieron en piedrecitas cuando llegaron a mis labios, y cayeron y las oi botar hasta salir del café.

El silencio llenó el espacio que nos separaba. Y cuando desapareció, mi mano rozó la suya y la sentí cálida.

Hablamos por espacio de media hora más, de los regalos, de este Enero loco, incluso nos atrevimos a buscar soluciones a la crisis.

El café se me quedó frió.

En esa mesa, la de las dos sillas, las dos sillas y una ilusión.

Cuando salí, eché un último vistazo, allí se habia quedado con la taza entre sus dedos, mojando su sonrisa en el café.