lunes, diciembre 22, 2008

Feliz tiempo de navidad y 2009


...

No pares...
Y él seguia deslizando sus dedos sobre el piano mientras ella lo miraba.
No pares, por favor...
La lluvia golpeaba los cristales, y el frío de la noche llamaba a su puerta.
No pares...
Mientras, la música navegaba en el aire.
No pares, por favor...
Acercándose le besaba su cuello, y sus dedos seguían bailando entre las teclas.
No pares, le decía.Con el miedo de que aquello acabara.
Y él dejó de tocar el piano.
Y tomándola, la beso,y dijo: “No parare nunca más.”

...

jueves, diciembre 11, 2008

Es tiempo

Amanecía.
En algunas casas las luces prendian tras los cristales, y el color rojo de las flores de pascua despertaban de su letargo.

Su cristal se empañaba con el vaho de su aliento. Dibujó un pequeño sol, y recordó cuanto echaba de menos el verano.

Navidad. Otro año más.

Miró a su alrededor, había decorado un poco la habitación, unos angelitos colgando de una lámpara de cáñamo, y unas luces de la tienda del chino.

Sintió frío. Encendió la cafetera y dejó que su aroma lo inundara todo, aquel olor le trajo recuerdos de otros tiempos. Donde las risas, los abrazos y los besos habían dibujado una navidad diferente, llena de figuras de un belén gigante sobre el adoquinado de una ciudad antigua.
Un invierno que duró lo que tardó en llegar la primavera, pero esta, aquella vez, traía la esperanza de un futuro.

Y ahora todo aquello le parecía tan lejano.

Decidió darse una ducha caliente, dejó caer el agua sobre su piel, mientras sus manos le iban recorriendo, cerró los ojos y añoró aquellos abrazos, aquel suave roce de unos labios sobre los suyos, preludio de una pasión contenida durante tiempo, ejerció una leve presión sobre su sexo, deseando que evocara el peso de su cuerpo sobre el suyo, cuando él descendia lentamente recorriendo con la boca su cuello, aquellos mordiscos en el lobulo de su oreja que tanto le gustaban, las risas entremezcladas con las caricias, sentir la proximidad de su boca sobre su sexo y como él retrasaba ese momento. para que luego ella rodeara con sus piernas su cintura, abriéndole el camino, arqueando su cintura, mientrás él, se deslizaba dentro de ella, mordiendo sus labios, en un baile frénetico ... y luego, apoyar la cabeza sobre su hombro sentirse acompañada en un abrazo que la llevaba a un sueño donde mañana sería un día distinto, donde no habría monotonía, donde alguien la esperaría, ya sea en un café, en un sms, o tras la puerta de su casa.

Cerró el grifo de la ducha mientras de sus ojos se desprendian unas lágrimas, volvió a sentir el frío de aquel invierno, pero ahora venía acompañado de otro frío, el que te cala hasta el alma, el frío de la soledad.

Decidió que aquella víspera de nochebuena no la pasaria sola, no estaba acostumbrada a ligar al primero que se le pusiese a tiro, pero aquella noche quería dormir acompañada, y dejarse llevar simplemente por una noche de sexo sin compromiso.

Se vistió y salió a la calle, decidió pasar la mañana viendo escaparates, tenía tiempo, estaba decidida y nada le echaría atrás.

Se probó varios modelos, anduvo calle abajo y arriba, entre mareas de gente con su afan consumista, en algún momento se había perdido el verdadero sentido de aquellas fiestas.

Entró en un buffet y se sirvió una ensalada, pensó en todo el año que ya terminaba, cómo se habia ido desarrollando su vida, lejos de aquello que cuando era joven soñaba, una familia, unos niños corriendo por el salón, y alguien a quien esperar.

Sin embargo la vida le había deparado otras sorpresas, unos cuantos desengaños, y mucha lucha, no era que se quejase de ello, al fin y al cabo había disfrutado de sus buenos momentos, pero el presente pesaba y el silencio de cada dia era una losa pesada.

Levantó la mirada y sus ojos se cruzaron con los de un chico que la miraba fijamente, él la sonrio y ella bajo sus ojos, ¿era posble que estuviera coqueteando?, le encantaba ese juego y entró en el.
Un cruze de piernas, miradas perdidas, una imperceptible sonrisa. Sintió un vacio en el estómago, ¿sería capaz de terminar lo que estaba empezando? o sólo se quedaría en un juego más.

Miró como él se levantó, se acercó a la caja y pagó, pensó que ahí acababa todo y volvió a concentrarse en su ensalada, cuando una mano rozó su hombro.

- ¿Puedo sentarme?

Dudó un instante, el tiempo que sus ojos se posaron en los suyos.
Luego todo fué rodado, un café, un paseo, una invitación a cenar, el deseo de no sentirse esa noche sola, y un momento de duda, cuando él la acompaña al portal y ella le invita a pasar, una eternidad vestida en segundos, los que tarda él en cogerla de la cintura y entrar al portal.


Ella se pone cómoda, sirve dos copas, y elige una música tranquila, él la espera en el sofá abre sus brazos y ella se cobija en ellos.
Cierra los ojos, y por un momento desea que todo fuera así, ".. mañana se habrá ido.." como un tren de mercancias ese pensamiento cruza su mente y ella intenta frenarlo, descarrilarlo.

Mañana no existe.

Se gira y acerca los labios a los de él, sólo un roce un suave roce. Le toma de la mano y ella lo lleva a la cama, despacio acaricia su pelo y vuelve a rozar los labios de él. Siente el calor de su beso, pero en él sólo hay ternura. Le mira a los ojos, y él asiente, ella lo abraza, mientras él vuelve a recoger su cabeza sobre su pecho.

Nadie dice nada, pero el silencio es tan diferente al que ella sentía ayer.
De pronto él rompe ese silencio, y sus palabras se enredan en su pelo, descendiendo sobre su piel, tapandola con un calor nunca antes sentido.

Y sus ojos se cierran lentamente, y se pierde en el abrazo de él, como lo hacen las olas en la arena.

Despierta, él ya no está, aún siente el calor de las sábanas y sonrie, quizás fué mejor así, ahora sentiría el vacio que suele dejar una noche de sexo por sexo, -piensa-, e intenta recoger entre los pliegues de la cama sus últimos sueños, aún queda en el aire una sensación extraña, una sensación de que algo va a cambiar, lo percibe.

Va a la cocina y sobre su taza de café, una nota.

".. recuerdo cuando era pequeño, el frió de las calles, las luces de la ciudad, esa sensación en el estómago de que es un tiempo mágico, de villancios, de reyes magos y papa noel, de sopresas inesperadas, anoche fuiste mi sorpresa inesperada. Espero que te sirva para creer que a pesar de todolo que te ha pasado, este es un tiempo mágico..."

Ella toma la nota, abre su libro preferido y la guarda entre las páginas, "quien sabe, quizás tenga razón y vuelva a creer.."

Mira de nuevo por la ventana, y sobre el vaho se redibuja el sol, sonrie, es hora de ir a la oficina, la fiesta de nochebuena, no debo faltar, al menos, se dice, no pasaré todo el día sola.

Y llega.
Y la gente sonrie.
Sonrisas de navidad...
A veces solo se necesita una excusa.

Una compañera se acerca.

- Hola, con eso de tus vacaciones te perdiste la presentación del nuevo compañero.

Se lo presenta, acaba de llegar a la ciudad, y no conoce a nadie.
Allí los dos solos pasan la fiesta, mientras algunos cantan villancicos, mientras se oyen saltar los tapones de las botellas de champan.

Cae la tarde, y ella le pregunta donde cenara.
Una habitación solitaria de hotel, ¿y tu?...

Ella mira a través de la ventana de ese pequeño restaurante, es nochebuena y sobre el asfalto caen los primeros copos de nieve, alguien pasa despacio delante de la cristalera, envuelto en un abrigo blanco, con una llamativa bufanda y un gorro al estilo ruso.

Ve sus ojos y él la sonrie.
Reconoce esa sonrisa, la misma que la pasada noche veló sus sueños.

Alguien roza su mano, y ella mira a su nuevo compañero de trabajo, quien sabe, quizás todavía esté a tiempo de creer.

miércoles, diciembre 03, 2008

un cuento...

El estruendo rasgó la noche.

Mientras en el camino las piedras caían, en el pueblo algunos se habían despertado, otros
seguían durmiendo ajenos a todo aquello.

Pero con las primeras luces del alba, todo el pueblo fué consciente de la gravedad de los hechos.
El derrumbe habia taponado la única vía de salida del poblado, las rocas habia formado un miro infranqueable, sólo un pequeño hueco daba salida al otro lado del camino.

Aquello suponia, rodear la montaña, un viaje que ahora en lo más crudo del invierno acarreaba muchos peligros.
Y aún así, si alguien pudiera paar tendría que atravesar todo el bosque para llegar hasta el pueblo mas cercano en busca de ayuda.

Evaluaron lo que tardarían en quitar las inmensas rocas del camino, demasiado tiempo, aquel año no había sido generoso con las cosechas y dependian de los viajes que hacían para traer víveres.

Aquella tarde el alcalde convocó una reunión de urgencia, no podían demorarse, la ayuda tardaría en llegar pues el proximo viaje estaba previsto para tres días despues, mientras tanto nadie allí afuera pensarían que estaban aislados.
Empezaron las discrepancias, unos que deberian esperar, otros que racionando los alimentos y si todo el pueblo cooperaba podrían despejar el camino, y como última opción alguien podría pasar por el hueco atravesar el bosque y traer ayuda, era arriesgado pero era la solución más rápida.
Llegaron al acuerdo de empezar a despejar el camino, mientras alguien iba en busca de ayuda, sólo había una pega, quien sería el voluntario, dado la estrechez del hueco un adulto no cabría, tendrían que enviar a uno de los chicos.

Y de nuevo surgió la discusión, las madres se negaban a dejar ir a sus pequeños, temian que no lograsen atravesar el bosque, incluso hubo alguna voz señalando a una pequeña chica, - ella, ella si que podrá, está todo el dia perdida por mla montaña, hace su vida, es fuerte e independiente, seguro que no le teme a nada"

Aquello que en principio fué solo un murmullo, acabó convirtiendose en un grito, - "¡¡ella, ella !!"-. Todos se giraron cuando la pequeña chica avanzó hacia el alcalde, estela miró de arriba abajo evaluando si sería capaz de llevar a buen termino la misión, dejar en manos de aquella chica el futuro del pueblo era complicado, más aún cuando él tenia un hijo de la misma edad que la chica, pero la mirada de su mujer no dejó duda alguna, aquella pequeña era la solución a sus males.

Nadie salió a defenderla, ni siquiera una voz para proponer otra idea, aquella chica estaba sola en el pueblo, y la fama de ser dura y segura de sí misma la precedía.

La decisión fué tomada por unaminidad, al amanecer siguiente la chica partiria con una carta del alcalde pidiendo ayuda, no podría llevarse mucho equipaje pues no pasaría por el hueco, tendría que valerse por si misma.

Esa noche, en aquella pequeña casa la joven lloró, no era tan fuerte ni tan segura como el pueblo creía, ella era como todos los demás con sus miedos con la inseguridad de saber si hacia bien o mal, quizas nunca lo habia demostrado así, por que la vida se habia mostrado dura con ella, se había llevado lo que mas quería y ella había tenido que aprender a salir adelante sin contar con nadie, con su propio esfuerzo, pero aún asi, ella se sentía frágil.

Al día siguiente todos fueron a despedirla, nunca antes había recibido tantas atenciones ni tantos abrazos, en el fondo pensó lo egoista que se vuelve la gente y con qué facilidad te alaban si creen que nunca más vas a volver.

Y mientras se introducía en el hueco entre las grandes piedras, una lágrima corria por su mejilla.
Siguió sorteando las piedras, a veces tenía que ir a gatas y de vez en cuando se paraba cuando un leve crujido le recordaba que podía haber otro derrumbe. Se sintió muy sola, pero una voz muy familiar voló entre los huecos de las piedras, como si el viento le llevara esas palabras... - "confái en ti, aunque no nos veas, estamos a tu lado, nunca estaras sola...."-. Miró a su alrededor, a sabiendas de que allí no podria haber nadie, y se sintió reconfortada, no estaba sola, cogió fuerzas y siguió entre las rocas.

Un aire frío acarició sus mejillas, por fin llegaba al final del derrumbe, salió de entre las piedras con algunos arañazos en sus rodillas, pero con una gran sonrisa, lo había conseguido.

Gritó con todos sus pulmones, -"He pasado, estoy al otro lado"- pero nadie contestó, al otro lado de las rocas nadie quedaba ya, todos habian vuelto cabizbajos al pueblo, unos con la desesperanza como abrigo, otros con una manto de culpabilidad por haber mandado a una pequeña a una misión de mayores.

La pequeña miró al frente, el haber pasado las rocas le habia insuflado un valor que antes no había sentido, el bosque la estaba esperando, sin embargo ella salió a su encuentro corriendo, dejando atrás sus miedos, ahora verían de lo que ella era capaz de hacer.

Y corrió.
Y corrió.

Tanto que no miraba sus pasos, y así entro en el bosque, hasta que una rama se interpuso en su camino, ella iba tan lanzada que cuando quiso esquivarla fué demasiado tarde, y cayó de bruces contra el suelo.

Permació tumbada allí en el suelo un rato, se sintió como una tonta por dejarse llevar, como si ella fuera invencible, se sentó sobre una piedra y pensó en su vida, en aquellos altibajos, en lo duro que habia sido representar el papel de chica madura y fuerte, siempre la dejaba agotada sin fuerzas, ahora estaba allí sola a la entrada del bosque, no tenía que interpretar nada, solo sentir.

- " eh tú la de ahí abajo, ¡¡ no ves que por ir a toda prisa sin mirar te has pegado un tortazo de aupa !! , jaja mira que los humanos os creeis listos pero luego sois de un torpe."

Miró hacia arriba y vió a una lechuza que con sus grandes ojos la miraban.

- Pero ¿cómo es que te entiendo?, ¿cómo es que puedes hablarme?
- Bueno, es fácil al principio todos podemos entendernos pero los hombres abandonaron esa cualidad cuando se creyeron superiores al resto de los animales, tú eres especial quizás por que no crees en esa superioridad, quizás por que esto sólo sea un sueño.
- No puede ser un sueño, esto es real, dime buho...
- Lechuza, soy una lechuza...
- Perdona, dime, es fácil salir del bosque.
- Bueno yo no tengo problemas je je , aunque nunca he salido mas alla de los lindes del bosque, dicen que a veces es peligroso sobre todo por la noche, claro que desde estas ramas todo es más fácil.
- Pues si que me estas dando ánimos...
- Pensé que querrias oir la verdad.

La joven miró al cielo, este se oscurecía rapidamente, los días allí en invierno era muy cortos, y empezó a tener miedo, debía seguir su camino, ahora ya no correría iría mas pendiente.

- Veo que has aprendido una lección. - le dijo la lechuza.
- Vaya y me puedes decir ¿cual es?
- La gente cree que por estar seguros de uno mismo todo esta hecho, pero a veces es bueno tener cierta inseguridad, por que te hace estar más precavido, aprender de tus errores y seguir avanzando, no digo que sea bueno ser inseguro, pero es peor ser un prepotente creer que se puede con todo. Ahora recorreras el camino con mas detalle, observando cada resquicio seguro que eso te hará estar mas segura.
- ¿Y si me acompañas?, tambien asi estaría mas segura y si quieres podré compartir la comida que llevo en la mochila.

A la lechuza le pareció una buena idea, de hecho hacia años que no entablaba un diálogo con un humano.

Y asi se fueron adentrando más y más en el bosque. La joven le contó a la lechuza el motivo de su viaje, y esta se quedo admirada de la valentía de la pequeña.

- Muchos no habrían llegado ni a la mitad del camino que tu has recorrido, y más contando el egoismo de tu pueblo.
- Si no lo hubiera hecho, ellos lo pasarían mal, además no tengo nada que perder. En el fondo quizás solo sea un reto conmigo misma, quizás alguna vez pueda oirme decir que lo hago bien, y lo más importante es que me lo crea.

Un crujido de hojas cortó la charla, la lechuza voló a la rama mas alta del abeto y se tapó los ojos con sus alas.
La pequeña se quedó unos instantes paralizada, - no tengo miedo soy fuerte soy fuerte-, se decía, pero sus piernas no la obedecieron y salió corriendo , saltó sobre unas setas y oyó unos grititos.

- Cuidado que nos pisas, corre hacia ese hueco de los árboles y escóndete allí.

Casi podía oirse el corazon de la chica, sus ojos miraban hacia la oscuridad cuando vió pasar la figura de un gran lobo.

- Menos mal que he corrido a esconderme si llego a seguir, el lobo me habría devorado.

En eso pensaba cuando sintió que alguien tiraba de sus calcetines.

- Oye, oye no nos vas a pedir perdón, un poco más y acabas con nosotros.

Aquellos gnomos no paraban de saltar unos sobre otros.

- Uyss perdonad, salí tan deprisa que ni me fijé.- les dijo la chica.
- Está bien, estas perdonada, menos mal que corriste por que sino, ese lobo tenía muy mala pinta.
- Sí, a veces es bueno tener miedo, aunque haya gente que se ria de los miedosos, un poco de miedo es bueno por que nos hace estar alerta ante situaciones dificiles y nos vuelve mas inteligentes.- dijo otro de los gnomos.
- Nunca me había parado a pensarlo de esa manera, quizas el no tener miedo nos hace ser mas incautos y confundimos valentia con irresponsabilidad.

La lechuza bajó de la rama.

- Hey, estas aquí.
- Valiente ayuda que tengo contigo, anda que me avisaste.
- Bueno yo la verdad es que...
- No pasa nada, has visto tengo unos nuevos amigos estos gnomos.

Allí pasó la noche entre los cuentos y las travesuras de los gnomos, y las ocurrencias de la lechuza.
Cuando el día empezó a clarear, salió del hueco del árbol.

- He de seguir mi camino, pero si os apetece acompañarme...
- Sii siii- gritaron de contentos los gnomos.
- Vamos - dijo la lechuza - si nos damos prisa al atardecer estaremos saliendo del bosque.

Caminaron toda la mañana, hasta que llegaron a un claro del bosque, y la pequeña sacó la poca comida que llevaba y la compartió con sus nuevos amigos.

De pronto, sin que ninguno de ellos se diera cuenta, el lobo apareció y de un saltó se puso enfrente de la chica.
La lechuza voló, los gnomos se tapararon con unas margaritas.

Los ojos del lobo miraban fijamente a la chica, ella no se movió, por un segundo pensó que todo estaba acabado.
Así que se sentó y le dijo:

- Lobo haz lo que tengas que hacer, no puedo ofrecer resitencia eres mas fuerte que yo.

El lobo avanzó hacia ella, despacio abrio sus fauces y enseño sus terribles dientes.
La pequeña sonrió.

- ¿Porqué sonries?, estoy a punto de comerte.
- Por que sé que no lo harás, por que en el fondo eres como yo, tienes que demostrar a los habitantes del bosque que eres fiero y temible, quizas asi te ganes su respeto, pero en el fondo no eres así, deseas ser amigo de ellos jugar con ellos. sólo que cuando te acercas ellos desaparecen y tu has asumido que ese debe ser tu papel, el de un temible lobo.

El lobo se paró en seco, la miró, y alzó una pata. la chica la acaricó despacio.

- Es la primera vez que alguien no me huye.
- Es la primera vez que acaricio la pata a un lobo.

Y la lechuza regresó, y los gnomos dejaron su escondite.
Y todos juntos comieron lo que la chica llevaba en su mochila.

- Lobo ¿ me acompañaras al final del bosque?
Y el lobo se puso a dar brincos de alegría.

Terminaron de comer y la acompañaron hasta el final del bosque, desde allí ella se despidió estaba cerca del otro pueblo y no podía quedarse más con ellos.

- ¿Volveras?- le gritaron todos
- Volveré, por sois mis amigos y a los amigos nunca se les abandona.

La pequeña corrió el camino que quedaba hasta llegar al pueblo, allí le mostró al alcalde la carta y todos se dispusieron a partir a la mañana siguiente sin más demora.

Una familia acogió a la pequeña en su casa, tenían una hija de su edad, y la pequeña se pasó la noche contando sus aventuras en el bosque.

Al día siguiente todos partieron, habían avisado a un grupo de mineros y estos trajeron dinamita, llegaron al derrumbe y lo volaron.

Aquella explosión alertó al pueblo, que raudos se echaron a la calle, corrieron hacia el camino y se encontraron con los demás.

Todos fueron abrazos y sonrisas, lágrimas de felicidad. Cogieron a la pequeña y la lanzaron al aire muchas veces.

Ella reía.

Esa noche hubo una gran fiesta en su honor, y cuando todos volvieron a sus casas, y los del otro pueblo se prestaba a volver, se le acercó la familia, la hija la tomó de la mano.

- Vente.

La pequeña se quedo quieta, de sus ojos cayeron dos lágrimas.

- Gracias, pero este es mi lugar, esta es mi casa, pasaré a verte y a jugar contigo, pero he de quedarme.

Y así aquella pequeña siguió en el pueblo, visitando a la hija, y de paso a sus nuevos amigos.

La lechuza miró desde lejos las luces de la casa de la pequeña, subida en el lomo del lobo.

- A veces no es bueno dejarse llevar por lo que los demas ven de ti, no hay nada de malo en demostar que uno flaquea, que no es tan fuerte, que también necesita de los demás y de su cariño, ¿verdad, lobo?

Y el lobo aulló.