lunes, noviembre 17, 2008

Recuerdos

Un domingo mas amanecía sobre Madrid, Noviembre frío.
El cielo se vistió de azul y salí temprano para disfrutar del Rastro cuando solo los madrugadores cruzan sus calles.
Cajas y armazones aun sin montar, las primeras voces reclamando la atención,
- ¿cuanto vale? - no te vayas reina, que te lo rebajo un poco mas-
y yo cierro un poco mas mi abrigo para guardar el calor, y no dejar que la soledad de mi paseo llegue a cruzar umbrales prohibidos.

Y cruzo Cascorro hasta la plaza Mayor donde ya han instalado las luces de Navidad, prisas por correr contra el tiempo, sensacion de que otro año mas se escapa de entre los dedos, como el agua que se pierde entre las rejas de una alcantarilla.

Allí en un soportal veo una figura conocida, con un lento caminar, y me acerco, y es él, y me pongo a su lado y le miro.

- Hola.

El gira lentamente la cabeza y suelta un escueto "hola".
Me quedo parado, no esperaba esa reacción fría como la mañana, y por unos segundos busco en su mirada un por qué.
- ¿le pasa algo?
Y él me mira detenidamente, sopesando la contestación, hasta que por fin me agarra del brazo, y siento que esta a punto de caersele el mundo encima.

Nos sentamos al abrigo de un bar que huele a cerveza y calamares.

- No sé si debo, y si quiere, pero me gustaria saber que le pasa.
- Bueno, creo que ya tenemos algo de confianza entre tú y yo,... estoy perdiendo la memoria.
- Venga no se preocupe por eso fíjese en mi, no me acuerdo ni cosas de ayer ni de fechas , no vea los problemas que he tenido con eso , no creo que sea nada grave.
- No, no, no me preocupa el no acordarme de las cosas, a mi edad es un peaje más que pagas, sólo que ya no recuerdo su cara, sus gestos y es como si la perdiera del todo, ¿comprendes? cierro los ojos y su cara aparece borrosa no hay facciones ni el brillo de su sonrisa.

Ss ojos vibraron húmedos, y me sentí estremecer, su pena era tan tangible.

- Ummm, si me deja hacer alguna cosa quizas...
- No puedes hacer nada, la vida es asi, no te preocupes.
- Me permite algo, ¿por favor podría confiar en mi?
- Bueno, confio, no creo que tenga nada que perder.
- Pues salgamos de aquí, y no me ponga un pero ni me diga que no, sólo déjese llevar, vamos...

Y así los dos caminamos despacio, tranquilamente, él no me preguntó nada, ni siquiera cuando entramos en El Corte Inglés, pero cuando nos dirigmos a la zona de perfumeria, y llame a la dependienta me miró extrañado.

- No se preocupe, y sígame el juego.
- Buenos días, desean algún perfume en especial?
- La verdad es que tenemos que hacer un regalo y no tenemos mucha idea, queremos un perfume con un suave y sutil aroma que no embriague.

La dependienta sonrió y miro al viejito, que rápidamente capto mi idea. Llegó con varias fragancias.

-Si hace el favor. - le dije a la dependienta- muestreselas a él.

Una a una fué mostrando las fragancias, hasta que llegó a L´EAU D´ISSEY MIYAKE, el viejecito, inspiro y cerró los ojos, se quedó inmovil por un momento, me acerqué a la dependienta y le dije:

- Por favor envuelvame esta, y cóbremela.

Él seguia con los ojos cerrados, no quise interrumpirle, sabía que en esos momentos estaba en otro lugar.
Cuando se recobró, no dijo nada, pero su mirada lo decia todo.

- Bueno ahora vamos a ir al café del que tanto me ha hablado.

Paré un taxi, y fuimos a un cafe por la ronda de segovia, chiquito, con ese olor peculiar del café recien molido.
Entramos y pedimos dos café, pero cuando se iba a ir el camarero, él le llamo y pidió otro largo de café con una nube de leche, y un sobrecito de azucar moreno.

Dispuso el cafe frente a una silla vacia.

Yo me acerqué a él, y le pregunté:

- Ahora dígame cual era la música que le gustaba, aquella que bien podría llamarla su canción.
- Pero no te reiras de este pobre anciano ¿verdad?
- NO claro que no, le sorprenderia lo que escucho.
- Pues un bolero antiguo, quizás no lo conozcas auque fué famoso en su tiempo "Reloj no marques las horas"

Saqué mi ipod giré la rueda y alli estaba Luis Miguel, y un recuerdo cruzó mi mente, le coloque como pude los cascos y le di al play.

Con los primeros acordes él me miro y sonrió, luego cerró los ojos, ví como sus dedos se movian despacio sobre la mesa de mármol, incluso sentí que movia los pies como si estuviera bailando, podría jurar que por un momento los vi bailando en aquel café, pegados, mirandose a los ojos sin decir nada, con una vida por delante.

Acabó la canción, se quitó los cascos, y de entre sus labios se deslizó un "gracias" suave y aterciopelado, que trepó por mi pecho y se introdujo entre los pliegues de mi corazón.

Tomamos el café en silencio, no habia nada que decir, sabía que él saboreaba sus recuerdos, y yo los mios.

Nos costó decidir que debíamos irnos, caminamos despacio subiendo de nuevo hasta la Plaza Mayor, le acompañé un poco más justo hasta el edificio de la Puerta del Sol dónde un día esperando ya a nadie, sólo a mis recuerdos, le conocí.

Saqué el perfume envuelto y se lo dí.

- A veces cerramos los ojos y sólo hay una figura borrosa, pero no mire la imagen mire en su corazón, en aquellos sentimientos, en aquel olor, aquella canción, aquellas palabras, aquellas baldosas de aquella calle o aquel café, todos tenemos alguno, perdido entre los sueños.

Y sin más me abrazó.

Quiso darme las gracias de nuevo, pero le interrumpí.

- No diga nada, dejemoslo en que es nuestro secreto, ahora disfrute de ello, y como siempre, espero verle pronto, cuidese.
- Cuidate tu también y sí, te estaré esperando por aqui.

Bajé por la calle Atocha, con las manos en los bolsillos, pero en aquel momento no estaba en Atocha, estaba lejos de alli. escuchando otras voces, oyendo unas sonrisas, con el suave roce de unos recuerdos...

martes, noviembre 04, 2008

La niña y la flor

La niña...

Se despertó. el día la esperaba con un montón de segundos de segundos para que ella los invirtiera,
a veces la inversion daba sus beneficios, otras simplemente se perdian.

Abrió la ventana y de pronto la vió. Allí semi escondida entre las ramas del árbol asomaba una flor,
una extraña flor que se abria paso entre las ramitas.

La niña se quedó mirando a la flor, abrió la ventana y le dijo:

"buenos dias flor ¡¡¡¡ yo vivo aqui y espero que ahora que te he visto podamos ser amigas"

La flor...

Se desperto. Allí estaba un día más, pero no sabia donde se encontraba, miró a su alrededor
y se sintió extraña, rodeada de ramitas, en un lugar ajeno, cuando bajó la mirada vió entre
la hierba flores de todo tipo, margaritas, amapolas, claveles.

Oyó un ruido extraño y luego una voz que le deseaba buenos dias.

Al menos,- pensó - quizas tenga una amiga.


La niña...

Cada día la niña se levantaba abría la ventana y saludaba a la flor, cuando volvía a casa,
le contaba cómo le había ido el día lo que había hecho, y sus secretos.

Para ella se estaba convirtiendo en algo mas que una amiga, ya se que ¿una flor, una amiga? pero bueno,
hay quien tiene como amigo su diario, y además esto es un cuento... y volviendo a el, la niña tenia en
la flor su confidente, y aunque muchas veces pensó en cogerla para resguardarla de los pájaros o del frío
nunca se atrevió a salir y subir al árbol a por ella.

La flor...

Se sentía sola, alli en el árbol, y como única compañía tenía a aquella niña que le contaba sus cosas, sus ilusiones
sus sueños, y temores. Esperaba el momento de oir la ventana abrirse y entonces ella abria sus pétalos
intentando con su fragancia alegrar a la niña, intentado que la tocara con sus manos, incluso, pènsó algunas
veces que ojala fuera a por ella y se la llevara del árbol, sobre todo cuando llegaban los pájaros a los que
tenía un miedo horrible, o por la noche cuando se sentía tan sola que de sus pétalos salian gotas de agua,
algunos la llamaban rocio, pero ella sabía que eran sus lágrimas.

La niña...

pasaba el tiempo y la niña sentia que la flor habia crecido dentro de ella, la necesitaba, deseaba muchas veces
que llegase la hora de llegar a casa y poder verla, sentia las ganas de tenerla entre sus manos, tocarla,
poder cuidarla, más no se atrevía, cuando al pie del árbol intentaba subir un miedo atroz se apoderaba de ella,
¿y si me caigo? ¿y si al cogerla le hago daño o no crece en la maceta?
Asi todos los dias se volvía a casa a verla desde su ventana.

La flor...

Esperaba y esperaba más el momento de sentir que la niña estaba alli a su lado nunca llegaba. Las noches
se hacian mas largas y mas frias, y la flor sabia que no duraria mucho, que cualquier noche...

.......

Y el tiempo pasó, el inviernó llegó. La flor empezó a sentir el frio, mas y mas, cerraba sus pétalos y se decía
que al día siguiente la niña la llevaría con ella, pero nunca llegaba.

Un día la niña abrió la ventana, y la flor no estaba en el árbol, miró y miró, pero no la encontraba, salió al jardín y al dar la vuelta al
árbol la encontró marchita en el suelo.
La subio a casa y entre lágrimas la guardó en su libro mas preciado.

Hoy cuando ya los años han pasado aún conserva ese libro y entre sus páginas reposa una flor seca, que aún hace llorar a
aquella niña.