viernes, agosto 31, 2007

quizás nunca sepas

Quizás nunca sepas… que ahora estoy muriendo de amor, aquel amor del que me protegí una vez, que me aterraba, que me negaba a ver. Aquel amor que había dejado mi vida hace tantos años, dejándome en un páramo helado, del que sólo tú has sabido sacarme.

Quizás nunca sepas… la rabia que bulle en mi interior por todo aquello que hice mal, por haberme dejado llevar por mis miedos, por levantar muros para no sentir lo que ahora estoy sintiendo, y sin embargo esos muros son los que me han traído hasta este momento.

Quizás nunca sepas… cuanto me duele aprender ahora de mis errores, de mis silencios, de no haber sabido dejar que tu calor derritiera mis hielos.

Quizás nunca sepas… que me enamoré de ti, calladamente, atenazado por el miedo a que un día me dejases y sufriera de la forma que ahora estoy haciendo.


Quizás nunca sepas… que tengo todo el día abierto el correo por si aparece uno tuyo, que miro el móvil cada segundo, y compruebo que está encendido por si llega un sms tuyo, que tengo tu foto en mi escritorio y en mi cartera, que sin darme cuenta me quedo mirandola con la vista pérdida.

Quizás nunca sepas… que añoro tus besos, esos que he dejado que volaran, mis labios se agrietan secos, ya no tienen esa agua de tus labios, mi piel se agrieta sin la suavidad de tus caricias, mi corazón se para a la espera de oír la llegada del tuyo, para acompasarse a su ritmo, mis ojos quieren ser ciegos, por que ya dejaron de verte, ver tu sonrisa que iluminaba la habitación, esa misma que se ha quedado oscura.

Quizás nunca sepas… que en mis manos ya no hay uñas, de tanto comérmelas, esperando poder entrelazarlas mis manos a las tuyas, que mi lengua se secó esperando tu boca, buscando tu cuello, queriendo besar tus orejitas.

Quizás nunca sepas… que un lado de mi cama se heló, por que tu ya no lo calientas, que el café ya nunca sabe igual por que no lo comparto, que las tostadas cuando se caen, siempre lo hacen por el lado de la mantequilla pero ya no me importa siquiera recogerlas.

Quizás nunca sepas… que aquella que era mi casa, ahora me parece extraña, y sus paredes son fantasmas que me ahogan, que está vacía, que suena a hueco pues ya se perdieron tus susurros, tus gemidos.

Quizás nunca sepas… que mis despertares ya no son los mismos, que venir a trabajar ya no es divertido, que volver a casa es un martirio, que mi soledad ya no me divierte, sino que duele.

Quizás nunca sepas… que aquella cajita que estaba cerrada a cal y canto, se abrió a tu paso, y a aquel que deambulaba por la vida como un fantasma supiste insuflarle vida de nuevo.

Quizás nunca sepas… que supiste devolverme los sueños y la ilusión, que aquello que sólo era gris se tornó en mil colores, que la vida no se vive bajo un soportal, sino corriendo por sus calles.

Quizás nunca sepas… que olvidé que era estar como un berraquito, que aún resuenan tus risas, esas que sabes que me gustaban tanto… que me aterroriza despertarme en medio de la noche y no verte allí, a mi lado, oyendo tu suave respiración, y deseando que la noche no acabe nunca para ver como simplemente duermes.

Quizás nunca sepas… que fuí tu alumno, que me enseñaste a ver las cosas de otro modo, a disfrutarlas de otra manera, a empezar a ver el mundo de un color diferente, pero nunca pude examinarme y enseñarte cómo había aprendido de ti.

Quizás nunca sepas… que quiero borrar del diccionario la palabra peque, por que como los dorsales de los jugadores que desaparecen y ya no lo viste ningún otro,yo ya no quiero oírla de otros labios.


Quizás nunca sepas…

Simplemente leedlo...

TERAPIA DE SOLEDAD
(Cuento de M. Benedetti)

Querido mío: Aquí estoy, en mi isla, que no es eminente eso, ya que no está rodeada de mar sino de vegetación, de árboles, de campo propiamente dicho. Pero es una isla en un sentido esquimal. Aunque tampoco es eso, ya que estoy rodeada de lejanas presencias y cercanas ausencias, del recuerdo de otros y de las corrientes de mi propia memoria. ¿Te parezco complicada? Puede ser. Bien sabes que de un tiempo a esta parte sentía la necesidad de aislarme, de reencontrarme con mi soledad perdida (¡Marcel Proust, viejo y peludo!). Por suerte lo entendiste y te confieso que esa comprensión aumentó mi amor (y también mi respeto) hacia vos. Estoy segura de que el respeto por la soledad del ser amado es una de las menos frecuentes, pero más entrañables formas de amor, ¿no te parece?
Creo que los diez años de bien llevado matrimonio precisaban de esta afirmación de nuestras identidades. Es un regalo del destino que seamos tan distintos, algo que nos habilita a descubrirnos casi a diario, a que cada uno celebre en su fuero interno el hallazgo del otro. Esto de “fuero interno” siempre me ha parecido una contradicción gastada, inadecuada e inútil. “Fuero” es tan parecido a “afuera” (ya sé que vienen de etimologías distintas) e “interno” tan cercano a “intimidad”. Esa expresión,”fuero interno”, ¿habrá querido expresar en sus orígenes una intimidad hecha pública, volcada hacia fuera, o sea lo contrario de lo que hoy significa?
Pero retomo el hilo de mi sabia reflexión. Seré caótica, pero no tarada. Una pregunta indiscreta: ¿Cómo te sentís sin mí? ¿Rodeado, como es habitual, de trabajo, de amigos leales y desleales, y también de mujeres guapas y guapísimas? Dada esa circunstancia, tendría buenos motivos para mis celos. Pero para mi condena, no soy celosa. Ah, no te ilusiones, puedo serlo. Vos en cambio, no tenés ninguna razón para los celos, ya que aquí no estoy rodeada de hombres guapos, sino de pinos, eucaliptos, ranas canoras, amaneceres y crepúsculos y, en ocasiones, de un silencio nocturno tan compacto que a veces me despierta y hasta me desvela, tan habituados estamos al ruido enloquecedor, cercano o lejano de las ciudades. Sólo en algunos insomnios me acompañan los grillos, cuya monotonía coral me los confirma como precursores del canto gregoriano. ¿No estarás celoso de los grillos, verdad? Te aclaro que su pequeñez los hace invisibles, así que ni siquiera sé si son guapos (como grillos, claro). Supongo que también entre ellos habrá cánones de belleza; que habrá grillos equivalentes a Robert Redford y otros feos como Meter Lorre.
Lo cierto es que, dormida o despierta, he estado haciendo balance de mí misma. No te voy a contar, por ahora, cuál es el saldo. Para hacerlo, tengo que decírtelo en la cama, desnudo vos y desnuda yo, después de fornicar como Dios manda, mirándote a los ojos para que esos ojos tuyos me vayan comunicando tu respuesta o al menos tu comentario. Todavía creo (te lo dije hace mucho, cuando ya vivíamos juntos, pero no habíamos cometido el pecado venial de casarnos) que nuestro mejor diálogo ha sido el de las miradas. Las palabras, consciente o inconscientemente, a menudo mienten, pero los ojos nunca dejan de ser veraces. Si alguna vez he pretendido mentir a alguien con la mirada, los párpados se me caen, bajan espontáneamente su cortina protectora, y ahí se quedan hasta que yo y mis ojos recuperamos la obligación de la verdad. Con las palabras todo es más complejo, pero aún así, si las palabras tratan de engañar, los ojos suelen desmentir a la boca.
Retomando de nuevo el hilo conductor, te diré que la soledad es como un tónico y también una cura de modestia. Un tónico porque, con tanto tiempo y espacio para reflexionar, una va detectando qué sirve y qué no sirve en los recovecos del alma propia. Y cura de modestia, porque en la estricta soledad no tienen cabida los halagos fallutos, ni los mimos a la vanidad, ni siquiera (no es mi caso) el perdón de los confesionarios.
Mi soledad está además poblada de pájaros. Siempre he sido una analfabeta en cuanto a ornitología, de modo que nunca pude ni podré diferenciar el canto de una calandria del de un zorzal, el monólogo de un mirlo del de un jilguero, y en este tramo de mi vida no pienso especializarme en ciencia pajarera, de modo que he decidido ponerles nombres. Verbigracia: a uno de esos cantautores alados lo llamo Fabricio; a otro, Segismundo, a otro Venancio; a otro más, Rigoberto. Lo cierto es que cuando los llamo por los nombres de mi particular nomenclatura, ellos me responden con una parrafada de trinos.
…Querido: retomo esta carta una semana después de la parrafada de trinos. Ya llevo más de un mes en mi isla verde. Se me ocurre que ya he reflexionado lo suficiente y además he empezado a extrañarte de una forma casi enfermiza. Así como antes sentí la imperiosa necesidad de un aislamiento, ahora tengo una añoranza terrible de tus manos, de tu boca, de tu abrazo, de tu cuerpo, en fin. Confío, compañero, que con estos conmovedores llamados no se le vaya a llenar el tafanario (aclaro que este sinónimo de culo lo aprendí ayer) de papelitos, eh.
Llegaré el lunes. Te aviso con tiempo suficiente como para que desalojes de nuestra confortable cama doble a cualquier intrusa y su cuerpo del delito. Te lo digo en broma, claro. O no. Te lo digo en serio. A desalojar, a desalojar, con música de Viglietti. Te anticipo que esta temporada de soledad me ha vuelto muy apetitosa. Besos y besos, de tu…

martes, agosto 28, 2007

Cuanto más bella es la vida
más feroces sus zarpazos,
cuantos más frutos consigo
más cerca estoy de perder...

quizas tarde en escribir, ahora es tiempo de oscuridad....

a tod@s besitos y gracias

Guerra

La noche se desliza en una lenta agonía, parece que el tiempo se deleita cuando a uno le es imposible dormir. Tumbado contra la pared, inmerso en la oscuridad, siento que donde debería estar mi pecho hay un profundo agujero negro que se lleva toda mi respiración y me ahoga, intento asomarme a él, pero me vence el vértigo, solo hay un gran vacio donde antes habia músculos y órganos.

La mina ha estallado con todo su poder devastador.
Así es la guerra, a veces se ve desde lejos y parece tan aséptica que no nos afecta, pero cuando uno entra en el campo de batalla, todo cambia, miradas perdidas, estrategias, vencedores y vencidos, compañeros perdidos en el fragor de la batalla, amistades que surgen y al dia siguiente desaparecen.

Yazco aqui, en la noche, con las sombras corriendo tras de mi, puedo ir sus carcajadas, a la espera de lanzarse sobre lo que quede.
Mientras las sensaciones se ahogan en mi garganta, siento flotar lo sueños de niño a mi alrededor. Un día los abandoné, como hace casi todo el mundo, por otros sueños más falsos e irreales llenos de una felicidad vacua.
¿Dónde estaran los bosques por los que corría mi corazón sobre la hierba mojada detrás de hadas que revoloteaban como luciernagas? Aquellos gnomos que salian a contarme historias al anochecer en playas de arena suave, trolls que jugaban a asustarme... "hay un monstruo en mi armario, debajo de mi cama..." Sirenas y delfines, águilas que me transportaban a otros mundos donde aún quedaban piratas, emborrachandose de ron en la taberna de un puerto perdido, mientras su barco se resquebrajaba de viejo.
Cielos de dos lunas, que iluminaban de colores nunca vistos aquellas noches estrelladas.
Todos aquellos sueños se perdieron en la lluvia del tiempo.

Y ahora, en esta noche amarga como la hiel, mi agujero se acrecienta como esos agujeros negros del espacio que devoran toda la energía a su paso, tragandose hasta el mas pequeño haz de luz.

Me ahoga esta sensación, y a veces,, solo a veces me atrae el dulce sabor de la muerte, como si fuera el único y último tren que pudiera sacarme de aquí.

¡Qué lejos me sentía yo de esta maldita guerra! Sufrí una y no quise volver a ella, pero ¡ay! destino cruel el de los hombres que se obzecan en volver por sus pasos, en desear aquello que puede hacer tanto daño como procurar una felicidad inmensa.

Y ahora aqui tendido me teneís, herido de muerte, de esta guerra, una guerra que no tiene ni principio ni final, y que más tarde o más temprano se cobra sus víctimas, aunque digan que aquellos que la sobreviven son eternamente felices.
Yo he caido, sencillamente por mi propia estupidez, arrogancia de los que se creen inmortales, sin saber que el camino está plagado de minas tan fáciles de activar que sólo con mirarlas pueden estallar.

Quizas sea el destino, el que me haya traido hasta aqui, con su ciega sabiduria para mostrarme el abismo negro que se abre en mi pecho.

Ahora solo el tiempo maneja los hilos del destino, como si fuera Gepetto manejando a Pinocho, marionetas en sus manos.

Cierro los ojos anegados en lágrimas, mientras la noche se desliza en su lenta agonía.

sábado, agosto 25, 2007

El hombre de hielo


Cuentan la historia de un hombre que un día decidio meterse en su casa, cuando la vida no paraba de zarandearle...
Quizás, penseis, pues vaya historia, cuantos nos hemos metido en casa cuando la vida nos ha dado un revés, si llevaís razón, pero esperad un poco y dejadme contar su historia.

Aquel hombre se acostumbró a refugiarse en su casa, era como si allí lejos de todo y de todos la vida no le persiguiera, de alguna manera la soledad era su compañera y aunque a veces dolia, no era mayor que el dolor de estar fuera. Y el tiempo pasaba, y él cada vez se alejaba un poco más, aprendió a hablar solo, a contarse sus historias sin tener que compartirlas con nadie, a comerse sus problemas, digerirlos y que pasasen como las tormentas.

Y así, sin darse cuenta, su interior se fué cubriendo, primero de escarcha y cuando esta se enfrió aún más, se convirtió en hielo. Los pies, las piernas, el estomago, y entró hasta que heló su corazón.

Pero él no se percataba de eso, por que al fin y al cabo la vida ya no le dolia, quizas a veces era como un pequeño dolor de cabeza, que en cuanto llegaba a su casa se pasaba. Pero el hielo no se conformó con cubrir su interior y empezó a salir, como las capas de la cebolla y fue cubriendole.

Algunos de los que le conocian empezaron a llamarle ice man en tono jocoso, los más cercanos se atrevían a decirle que se estaba volviendo un asocial, que no era el mejor camino, pero a él sólo le importaba no volver a sufrir, y bueno en realidad él no se sentía tan mal.

No hay mayor ciego que aquel que no quiere ver.

Pero no contó con la naturaleza, que es sabia, y siempre empuja hacia la vida, y un día, timidamente se le acercó alguien, lentamente, poco a poco, y él, ¡ay! aquel hombre pensó que su hielo era ya lo suficientemente grueso como para protegerle y bajó la guardia, lo suficiente para que la cercanía de aquella persona derritiera el hielo, a pesar de él y a pesar sus costumbres.

Y un día el hombre sintio una ligereza tibieza, "uys, esto es nuevo, se dijo, bueno será algo pasajero, nada sin importancia, llevo tanto tiempo que es lógico un poco de calor". Le gustaba y dejó que aquel calor que le estaban ofreciendo empezase a deshelar sus capas, una tras otra, "quizas no sea tan malo sentir un poco de aquel calor de hace tiempo..." Y así fue, poquito a poquito descubriéndose, hasta que un dia el calor empezó a deshelar su corazón y fue tan fuerte la sensación, que le entró pánico y corrió a su casa, encerrándose de nuevo, esperando que el frio cubriera de nuevo aquel profundo agujero que tenía. Y se volvio hosco y hermético de nuevo.

Pero el calor ya había profundizado tanto que no había frío suficiente para apagarlo, y cuando quiso volver al manantial que le proporcionaba ese calor, se dió cuenta que su frío lo habia secado y que aquel calor se había apagado.

Dicen que un dia le encontraron en su casa con los ojos cubiertos de lágrimas heladas, al final el mismo frió que él había creado, lo habia matado.

jueves, agosto 23, 2007

Mañana

Te hundiste en el sillón, un ráfaga de viento frió te sacudió:
"Mierda, para ser agosto hace tiempo de otoño.."
Sentias la pena de dejar el verano atrás, y no por que hubiera sido un verano para recordar, pero de alguna manera habia invernado tu mente, y ahora, esta, empezaba a despertarse de nuevo.

Pusiste la tele, no había sido un buen día, el proyecto tocaba a su fin, y ya te estaban llegando rumores de que no contaban más contigo, otra vez a empezar e incluso a saber si habría más proyectos en cartera.
Tu vista se perdió en el televisor, mientras un cateto llamado Zapatero sonreía estupidamente hablando del empuje de la economía española, del número de nuevos puestos de trabajo....

"Hijo de la gran puta..." soltaste, con toda la rabia escupiendo de tu boca, "a mi me gustaria verte con un contrato de obra y servicio... cabrón...". Apagaste la televisión, no querias encenderte más de lo que estabas, hay días en los que uno no deberia dejar la cama...

Las sensaciones olvidadas volvian a ti como trozos de cristal tras el estallido de una ventana, cortantes, incrustándose hasta lo más profundo. De nuevo a empezar, y ya van... habías olvidado las veces... esa sensación de cansancio, de estar al comienzo de nuevo del camino, y cada vez con menos fuerzas.
Te pusiste tu vino con gaseosa y ahogaste tus pensamientos en él, es hora de olvidarse de todo, y dejaste que unas sonrisas llenaran tus recuerdos... su calor apaciguó un poco tu ira, al menos esta vez el camino no es tan solitario...

Apagaste la luz, encendiste tu CD y dejaste que Bruce rompiera el silencio con sus historias de fábricas perdidas, de motores de coches rugiendo en la noche, de fracasados en busca de su chica, del consuelo de un beso, de la búsqueda de la tierra prometida...

Y así,cerraste los ojos, perdiéndote en tus sueños, donde mañana saldría el sol,y quien sabe, quien sabe... quizás... un día mejor, ¿por que no?.

martes, agosto 14, 2007

Regreso




... y levantó el cierre que hace tan poco eché. Se pierde en el recuerdo esos días que tan fugazmente han pasado, dejando un poso de sabor agridulce, un año más, y la sensación de moverme en círculos concentricos no deja de acompañarme como si fuera mi mas fiel amiga.

He podido disfrutar de mi "enano" y esa sensación nada ni nadie podrá quitarmela, pero aún así, queda una bruma que me envuelve, un año mas de mi vida que se va por el sumidero, de que trás un año de tumbos, necesitaba perderme lejos, de vivir algo especial y nuevo. Un nuevo sitio, un nuevo lugar...

Dejar aparcada la vida en la 3 planta del parking, para que cuando uno vuelva no sepa ni en que lugar se quedó....

Levanto el cierre, y el asfalto de Madrid de nuevo me saluda, crujiendo de calor, la soledad de esta ciudad en vacaciones me reconforta. En estas fechas te toma en sus brazos abiertos, lejos de la muchedumbre, de las prisas, se gozan sus ventanas abiertas, sus terrazas, la ligereza de sus ropas.... simplemente es Madrid, como deberia ser todo el año. Y ahora miro el horizonte, en el se dibujan nuevas siluetas, que antes no estaban, que lo embellecen, que lo hacen distinto. Y también como no, nubes, nubes de una tormenta lejana pero que más tarde o más temprano llegará y descargará, como cada cierto tiempo, como si tuviese una cita programada conmigo y a la que inevitablemente no puedo faltar...

Pero mientras llega, aqui estoy, aquí he vuelto, espero que pronto con nuevas cosas que contar, que sentir y que compartir...

Y una vez más, gracias a todos aquellos que hacen un huequito en su tiempo y se asoman por este pequeño rincón llamado sinlatidos.

Gracias.