miércoles, febrero 14, 2007

Trenes

Olía a rancio, a humedad, a viejo, a historias ya pasadas, incrustadas en aquella estación, que por mucho que intentaran remodelarla, su alma seguiria tan vieja como mi mirada.

El sonido peculiar de la estación era apagado por el fragor de mis pensamientos, aquella estación era casi mi hogar, llegada de trenes que paran para más tarde irse… unas veces para seguir su viaje otras por que era el destino final.

No habia logrado aprender la capacidad de ver cuanto tiempo estaría el tren en la estación, ni si quieras si partiria, pero si sabia que no hay viaje solo de ida, que todos los viajes son de llegada y de regreso. Ningún tren es para siempre, y aunque me había costado dolor y lágrimas entenderlo, ahora los veía de diferente manera, intentaba disfrutar de su llegada sin pensar en el momento que el revisor lanzaria su frase. “Todos al tren” y lentamente recorreria las vias hasta desaparecer.

Hasta aquel tiempo había visto muchos trenes llegar a aquella estación, rápidos, modernos, antiguos, añejos, pero nunca me hacia a la idea de su partida. Algunos de ellos volverian a parar aquí de nuevo, otros no regresarían jamás.

Y yo allí de nuevo en aquella nuvea/vieja estación, con mis manos en el bolsillo, viendo el último tren.

Vibraba.
Encendía las luces.
Limpio, brillante, con el motor deseando tragarse las vias y recorrer su viaje.

Y yo le miraba.

Las puertas se cierran.
Los párpados caen. Yo también cierro los ojos.

Siento el crepitar del suelo, el acelerar del motor, el brio y la fogosidad de su marcha.

Me giro, meto mis manos en los bolsillo y como un niño pequeño, doy una patada a un billete viejo y arrugado.

Y mientras el tren , lentamente va dejando la estación….

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