domingo, febrero 26, 2006

Cambios

Empaqueto dos años de mi vida, y pude decirse que cabe en una caja pequeña, atrás dejo recueros, tiempo pasado, nunca me anclé por que mas tarde o mas temprano sabría que llegaría este momento. Es lo que tiene cuando uno trabajo en una especie de consultora y su contrato es de obra y servicio.. al final tienes que marcharte.
Quizas eso me ha llevado a que me vieran como una persona encerrada en mi mismo, hermetica, pero ha sido una forma de denfensa, de no dejarme arrastras por unos sentimientos que luego hubieran significado mas un lastre, sobre todo cuando uno entra a trabajar por unas semanas y estas se convirtieron en 2 años.
Me siento viejo y cansado, hay algo que me oprime el pecho, quizas sea esa sensación de estabilidad que uno a una altura de su vida busca y desea, y cuando no se haya uno se siente perdido y desubicado. Ahora todo parece un ida y venida, nuevos sitios nuena gente, momentos fugaces, lunes martes miercoles.. viernes, fin de semana lunes martes miercoles.. un ciclo como un bucle sin fin que se abate sobre uno como una tormenta de arena.. quien sabe quizas un día todo esto simplemente se acabe.

Y rescantando de mis antiguas carpetas he encontrado un nuevo cuento, ¡ cuantas ganas tengo de volver a escribir algo nuevo !, pero mientras tanto, aun me quedan dento de mi baúl unos cuantos...

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Estaba sentado en aquel porche de madera, al borde las escaleras que se perdían en la arena. Una ligera brisa traía el sabor a sal del mar cercano, y las nubes corrían a ocultarse en aquel atardecer de Octubre.
Intenté agudizar un poco la vista, y lo vi, allí estaba, inmenso, como siempre que lo veía, me embarga una dulce sensación que se apoderaba de todo mi cuerpo, me abandoné a aquellos sentimientos y cerré los ojos... recordé....

... Hacía calor y para mi todo aquello era nuevo, la sensación de la arena bajo los piel. Los rayos de sol cayendo en mi piel, y aquella inmensidad delante de mi, la mar, como oía decir en la taberna del pueblo, yo un muchacho del interior estaba por fin delante de ella, de la mar.

Me acerqué temeroso, no por que no supiera nadar, había tomado clases en la piscina municipal, pero tanta agua perdiéndose a mi vista me causaba respeto, entré en ella como se entra en unas sabanas de seda, despacio percibiendo como poco a poco iba tomándome, note el frescor en mis piernas el ligero cosquilleo de las olas y me lance en una carrera chocándome contra ellas, como hacían aquellos guerreros medievales en los torneos, las olas y yo... zas¡ rompían contra mi pecho intentando derribarme. Al final pase la barrera de su nacimiento, y me hundo en las aguas, que felicidad, sentía que le pertenecía, que ahora la mar era mi dueña, mi amiga y nadé, hasta donde no hacia pie, y allí me sumergía abría los ojos bajo el agua y volvía a salir a la superficie en una burda imitación a los delfines.
No sé cuento tiempo paso, pero aquel bautismo caló en mis huesos y desde aquel día me enamore de la mar.
Pasé todo el verano, mañana y tarde en la playa y cuando caía la noche y dejaba a mis amigos camino de casa, mi ultimo paseo era para ella, bajo las estrellas le hablaba. Y así fue aquel verano, enredado en sus brazos besándome con su espuma.
El invierno me devolvió a mi pueblo y la nostalgia de aquel verano me acompaño día y noche, deseaba volver a sentirla volver a pasear a su lado, y entre mis libros y mis sueños llegó de nuevo el verano.
No había cambiado, igual q siempre, apareció ante mi desnuda, muda con toda su belleza, y me deje de nuevo poseer, La tercera mañana de mi reencuentro con ella, nadé aun mas lejos si cabe, sentía su amistad en mis brazos, seguro en ella, y sin embargo aquel día tenia un brillo especial, todo empezó con una suave brisa, sin mas, ni la vi llegar, y ahora la mar se volvía rugiente dándome la espalda, y el miedo se apoderó de mi.
Empecé a nadar hacia la orilla pero ella me retenía entre sus brazos como si quisiera devorarme, el agua entró por mi boca, la sentí como se deslizaba con sul sabor amargo, inundándome los pulmones, poseyéndome las entrañas. Al final dejé de luchar, cerré los ojos.
Cuando los volvía abrir, estaba en la arena de la playa rodeado de gente con el socorrista al lado, sonriendo por que había “vuelto”.
Me incorporé y la miré, diriase que aun me sonreía, pero yo sentía su traición mordiéndome el alma, y desde aquel día no volví a nadar en la mar, bajaba a la playa y observaba, a veces con envidia, otras desde la lejanía, y otras con celos como la gente disfrutaba con ella. También pasó aquel verano, este con más pena que gloria, y entre la playa dejé enterrado mis recuerdos.
Hice todo lo posible por no volver al año siguiente, pero me fue imposible, y una vez más estaba delante de mi, aquella vez la vi desafiante, como si me retase a volver a ella, y aunque ardía en deseos, no lo hice.
Me había refugiado en la piscina municipal, había seguido nadando, quizás como una venganza por lo que ella me había hecho, sin embargo al mirarla a la cara, todas mis fuerzas todo mi odio se convertía en miedo.
Una mañana que había bajado a la playa, como un día mas, ocurrió. Te vi como nadabas, y de pronto desapareciste, pensé que te habías sumergido pero no lograba encontrarte, y sentí miedo, miedo por ti, miedo por que debía correr y encontrarme de nuevo con ella. Y asi lo hice, sin pensarlo me lancé a sus brazos, y cuando creía que iba a sentir rechazo, sentí el abrazo de el que vuelve.
Logré sacarte del agua, tenias las marcas de una medusa en el brazo, rapidamente los socorristas te llevaron de alli, y no volví a saber más de ti.
Desde aquel dia la mar volvió a ser mi amiga, mi amante, aunque algo habia cambiado, en ella y en mi,

Fue aquel otoño cuando mi vida cambió, recibi una carta, era la chica a la que habia ayudado, después de lo que pasó volvió a la ciudad pues en el pueblo temian que la falta de oxígeno hubiera podido dañar el cerebro, no fue asi, pero aquella salida tan precipitada le habia hecho imposible localizarme. Después de su recuperación regresó e intento dar conmigo, hasta que por fin alguien le dio mi dirección. Me escribiste, me pedias una cita para agradecerme lo que habia hecho y nos citamos y.....


Siento frio, la brisa se habia vuelto fría, abrí los ojos de mi ensoñación y sentí tu mano en mi cabeza.

- Hola cariño, mirando el mar otra vez?
- Si recordaba que....
- No me lo digas, lo sé.

A pesar de los años aun pude ver, al besar su mano, las cicatrices que aquella medusa habia dejado en su brazo.
Y abrazados, entramos en nuestra casa.......

viernes, febrero 10, 2006

El viaje

Abandonó.
Aquella noche tomó su pequeña barca y dejó atrás el pueblo.
Lentamente desplegó la vela y dejó las luces de lo que hasta ese día había sido su hogar.
Lloraba.
Sentía que atrás quedaba parte de su alma, que allí enterrado entre los muros de las calles, en los escalones y en el asfalto dejaba parte de si.
Y no miró atrás.
Tenía que marcharse y lo hizo, por más que le doliese, sabia que no podía quedarse por más tiempo.
La noche se lo tragó, allá el mar era negro pero el sabia que su pequeña barca le llevaría lejos de allí y quizás, quien sabe, podría encontrar una nueva playa donde anclar.
No tomó ningún rumbo, lo cierto es que cuando se marchó lo hizo de pronto sin pensarlo y aquella noche navegó mar adentro, ya pensaría que dirección tomar al alba.
Casi no durmió, pendiente de la mar, se tumbó en la barca y miró las estrellas, era algo que le encantaba hacer, se sentía solo y a la vez perdido en aquella inmensidad, con los deseos de poder lanzarse detrás de cada estrella, el ruido del mar chocando con la barca le hizo olvidarse de todo por un momento era feliz, y aquella sensación inundo su ser.
Amaneció.
El mar estaba en calma y aun conservaba un poco de la sensación de la noche, una fuerza se apoderó de él, y tomando firmemente el timón se dijo que nada podria con el , encontrare una bella playa y volveré a empezar.
Así fueron pasando los días, pasaba parte de la noche con las estrellas, a algunas las puso nombre y empezó a hablar con ellas, les contó sus sueños, aquellos que hablaban de navegar donde la mar le llevase, de encontrar un nuevo lugar donde empezar, donde su pueblo se convirtiese en un grato recuerdo pero solo eso, de encontrar de nuevo el amor y sentirlo, amar y ser amado, era lo que más perseguía y lo que ocupaba todos sus sueños. Y mientras hablaba de ello alguna estrellas parpadeaban como si le contestasen. Por el día se ocupaba de limpiar la barca, pescar, orientarse y racionar un poco el agua.
Navegó y navegó por semanas, el mar se hizo su amigo, pero algunas veces jugaba con él y la barca se movia zarandeada por las olas, y él agarrado al mastil desafiaba al viento, sabiendo que el mar nunca se lo llevaria.
Por fin divisó tierra, pero cuando se acercó pudo ver que la playa solo eran rocas y se desilusionó, las fuerzas empezaron a fallarle. Ancló apartado del arrecife y nado hasta la orilla, sus pies se cortaron con las aristas afiladas de las rocas, pero necesitaba tocar tierra firme y buscar agua.
Recorrió la isla por la tarde y se sintió triste y solo, era la primera vez desde que habia dejado el pueblo que se sentía así.
Se sentó en las rocas y vió el horizonte, el mar de azul verde esmeralda se alzaba ante el, con todo su poder, y alli la barquita como un punto danzando.
Y le embargó la soledad, se sintió lejos de todo y de todos, y dentro de él notó como algo se iba resquebrajando lentamente, intentaba frenar ese sentimiento pero no podia, y comenzó a llorar. Buscó refugio bajo unas palmeras y pasó alli la noche, no vió las estrellas, deseaba estar solo, más solo que nunca y cuando al final el sueño le venció, soñó con su pueblo, el olor de las aceras mojadas, aquellas paredes blancas y tejados rojos, el ruido de los niños correteando, y un amor lejano que se perdió.
Le despertó un viento frio, el mar aquella mañana parecia que se habia enfadado con él, y las olas amenazaban con llevarse su barca
Tomó unas lianas , se ató los dos bidones de agua al cuerpo y nadó hacia la barca, cuando llegó estaba extenuado se tiró a lo largo y dejo que la barca fuera arrastrada por las olas, una sensación de abandono le embargó y se dejó llevar, le daba igual acabar contra aquellas rocas, solo deseaba seguir tumbado y dormir, sin tener conciencia de la realidad.
Cuando abrió los ojos, estaba lejos de la pequeña isla, la barca estaba casi inundada y empezó a achicar agua, el mar se habia calmado y ahora pudo fijarse en el atardecer, los reflejos anaranjados llenaban el cielo y se quedó mirando como el sol iba desapareciendo..
Cayó rendido cuando ya era noche cerrada, se acurrucó en un rincón de la barca, miró de nuevo al cielo pero no tuvo fuerzas de hablar con las estrellas.
Al día siguiente, vio a lo lejos un grupo de islas y dirigió la barca hacia alli, pero cuanto más intentaba acercarse, cuando casi estaba a la altura de sus playas, la corriente lo devolvía mar adentro, se pasó todo el día intentándolo hasta que las fuerzas le abandonaron y lo dejó por imposible, vio alejarse aquellas islas sin poder hacer nada, lentamente desaparecieron en el horizonte.
Fue entonces cuando ya no pudo mas y empezó a gritar, maldijo a dios y a la naturaleza, les amenazó con todas las fuerzas de sus ser. Él que estaba allí, que podía esperar, que más podrían hacerle, había dejado el pueblo, había navegado, día y noche, se había dejado los pies en las rocas y nunca hubo una queja y ahora el mar le traía hasta aquellas islas y cuando ya creía que estaba cerca se reían de él. Se golpeó el pecho y el estomago, no podía mas, quería lanzarse al agua y acabar con todo, nada tenia sentido ya, que mas le daba si un día seguiría a otro, y sólo podría ver agua y mas agua sin meta alguna. De repente un golpe seco abrió una vía de agua, aun había mas , se dijo, corrió y la taponó con uno de los bidones. Cayó derrumbado, que mas puedo hacer se decía, que mas va a venir ahora.
Y empezó a llover.
Mientras la lluvia le calaba los huesos y la barca era un juguete en las olas, él cerró los ojos y recordó.... recordó lo solo que se había sentido la noche que decidió abandonar el pueblo, dejándolo todo atrás, aferrado a aquellos recuerdos de tantas y tantas cosas que habian pasado y tanta gente que también pasó a su lado y luego desaparecieron y ahora en aquella barca todo le parecía tan lejano que aún mas le crecía la sensación de soledad.
Recordó cuando salía a dar vueltas por el pueblo viendo a la gente pasar a su lado, le encantaba fijarse en la mirada de las personas, en sus ojos, algunos claros como el mar otros oscuros pero en todos ellos sentía la vida.
Recordó a sus amigos, aquellos con los que compartió momentos alegres y momentos tristes de su vida, recordó su primer amor con el que aprendió a vivir a disfrutar del sexo y a compartir, y aprendió lo duro que es perderlo y que la vida sigue. Pensó en los tres años que habían pasado, en los que su vida había fluido día a día simplemente, lentamente dejándolos gotear poco a poco, tres largos años en los que habia conocido gente y gente que luego siguió su camino, y luego conoció una tarde, cuando la brisa del mar traía el olor a salitre, unos dulces ojos, una dulce mirada, que lo enamoró pero la vida volvió a jugar con él... y fue entonces cuando decidió que lo dejaba todo y se marchó en su barca.
Abrió los ojos, le dolia el alma, ahora ya no llovia y el mar había vuelto a serenarse, aprovecho para sacar todo el agua de la barca, se tapó con una lona y se durmió.
Cuando se despertó el sol brillaba con fuerza, sintió aun el dolor, y decidió enterrar los recuerdos tan dentro de si q nunca mas volvieran, tomó el timón y navegó hasta la primera isla que apareció en el horizonte, ante si apareció una hermosa playa, cuando estuvo enfrente de ella, quitó el bidón que taponaba el agujero en la quilla y se lanzó al mar, nadó hasta alejarse un poco y ver como la barca se hundia, le dio pena, su fiel compañera había aguantado tanto tiempo junto a él, se dió media vuelta y sin volver la vista atrás nadó hasta la playa.

viernes, febrero 03, 2006

Hay momentos

Hay dias, que uno amanece solo con ganas de esconderse bajo el edredón, sin luz, todo oscuro como si no hubiera nada más tras las sábanas, un pequeño mundo escondido en un espacio reducido, la oscuridad y yo. A veces siento el exterior como un mundo extraño amenazante, y me siento lejano y distante fuera de lugar, de todo y de todos.

Es en momentos como este que busco entre mis escritos y encuentro alguno para dejaros aqui, en el fondo sé que estos instantes son como olas llegan y depues se vuelven a perder....

Si solo pudiera.... coger el camino y partir.
Si solo pudiera.... saber que es lo que hay dentro de mi.
Si solo pudiera....dejar fluir los sentimientos

Entonces viviria.

Si solo pudiera....compartir y recibir.
Si solo pudiera....deslizarme en tu mirada
Si solo pudiera....anidar en tus pensamientos

Entonces amaría

Si solo pudiera....tenerte una noche mas.
Si solo pudiera....encontrar la calle en la ciudad de las calles sin nombres
Si solo pudiera....dejar que el viento bese mis parpados

Entonces te encontraria.

Si solo pudiera....amarte
Si solo pudiera....sentirte
Si solo pudiera....ser yo

Entonces no moriria.

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Hay veces que las lagrimas deberian escribir, seria como parar un poco el tiempo, como si alguien a mitad de una mirada se desvaneciera, así sin mas, y tu mirando al infinito a traves de ese cuerpo que acaba de desaparecer atravesándolo, y es entonces cuando las lágrimas aparecen cuando la soledad te abraza y allí, son ellas las que escriben.
Caen en las teclas y saltan de una a otra, sentimientos que suspendidos dibujan signos, trazos del corazon pintados con el pincel del alma. Alma que guarda los recuerdos y vivencias, surcos en su piel, como si los trazaras con un arado, solo que al final no recoges la cosecha, quedaran estériles esos campos, de cuyas tierras solo podrán nacer flores muertas, cuyas espinas se clavan en la piel, piel de la que la sangre seca no mana.
Y uno quisiera cerrando los ojos decir, simplemente, es tiempo de morir.


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Quise viajar a un sol lejano y perdido, tan lejano que nunca llegué a alcanzarlo.