sábado, diciembre 31, 2005

un año más...

casi estan a punto de sonar las 12 campanadas, esta vez seran gajos de mandarina los que me acompañen y si abre los ojos la sonrisa de un niño que ve un mundo delante de él. Y como otro año más sin querer uno intenta hacer balance de 365 días que han quedado atrás, raudos y veloces se han diluido y ahora parece que aquellas promesas se quedaron vagando en el aire. Ha sido un año fugaz y a la vez con la sensación de que nada ha pasado, que sigo aqui en el mismo punto de hace 2 3 4 quien sabe los años... y volveré a pensar en nuevas ilusiones en abrir nuevas puertas en ir pasando páginas a algunas de ellas.

Para aquellos que han estado ahi, aguantando el tiron apoyandome de una manera o de otra, intentando comprender y entender a este ser tan complejo os lo agradezco y os llevo en mi corazon, a aquellos amigos que se fueron perdiendo en sus trabajos en sus vidas y que son casi ya un recuerdo, os deseo que todo os vaya bonito. y a esas personas que quizas se escondan en el calendario y que aun no conozco espero que nuestro cruce de caminos sea algo mas que solo un cruce sino una compañía en el viaje.


y ahora vamos a dejarnos llevar por la ilusion de lo desconocido por el sueño de algo que esta por venir y llegar, por la esperanza de que los tiempos que llegaran seran mejores que los q se fueron

¡¡¡¡ PROSIT ¡¡¡¡ FELIZ AÑO 2006

miércoles, diciembre 21, 2005

El pez y yo

.... Caía la tarde, como un día mas, como desde hacia ya tanto tiempo que no recordaba cuando empezó todo. Levemente la bruma lo fue invadiendo todo hasta cubrirlo con su manto frío y espeso.
Estaba allí de nuevo, ante aquella ventana. ante aquella mesa, Se me perdía la mirada entre el camino arenoso que llevaba a la playa, ahora desapareciendo lentamente en el atardecer.
Iba ya para años que había dejado el camino, y me había instalado en aquella cabaña, apartándome un poco de todo y de todos, dejando transcurrir el tiempo, a veces sólo miraba la vida a través del cristal, otras corría tras ella jugaba con ella, la vivía.

Giré la cabeza en busca de una cerilla, prendí la vela y puse “mi” música, esta lleno la habitación y volví a mirar por el ventanal, cerré los ojos y me dejé inundar por aquellos acordes.

Una lagrima cayó por mi rostro.
Y el frío de la noche me envolvió.

Amaneció.

El día levantaba, las primeras luces asomaron sorprendiéndote camino a la playa. Como todas las mañanas.
En aquel caminar notabas como se iban desprendiendo partes de ti, de un día para otro. Y a cada parte que perdías, está se rellenaba de tristeza y nostalgia, a veces de rabia.
Hundiste los pies en el agua, y el frío te sacó de tus ensoñaciones, ya la luz cubría todo, el día había despertado completamente.

De pronto a unos metros de mi, un brillo aparecía y desaparecía rítmicamente, aceleré el paso hasta encontrar de donde procedía ese brillo.
Era un pez. Un pez hermoso que se debatía en las olas, cansado, agotado, no podía volver al mar, es más, parecía que no quería volver al mar.
Corrí hasta la cabaña a por una cuba y con sumo cuidado lo tomé y lo lleve al hogar.
Aquel pez parecía perdido, desorientado, pasé aquella noche frente a la cuba, esperando hasta que me dije no puede estar así, no es su lugar. Y empezaste a construir un hermoso acuario, recogiste plantas del mar, recogiste rocas del mar, recogiste arena del mar.

Y allí por un momento creí que el pez sonreía.

Pasaron los días, parecía que a veces los dos jugábamos, unas veces el pez se escondía entre las rocas, otras sentado frente al pez le leía cosas, le contaba cosas, a veces solo pasaban las horas mirándole.

Así transcurría el tiempo, pero veía que aquel pez perdía su brillo, por lo que decidí bajar el acuario a la playa, quizás de esa manera todo volvería ser como los primeros días. Más la segunda vez que bajé con el pez, y dejé el acuario al borde de las olas, este pegó un salto y se sumergió en el mar.

No miró atrás.
No volvió a asomarse.

Sólo vi su aleta perderse en el horizonte.

Sin esperar que eso sucediera.
Sin imaginarlo.

Y así acabó todo, aún hoy bajo al amanecer a ver si un día encuentro aquel brillo plateado a orillas del mar, pero sé en el fondo que allí ese pez es feliz que esta quizás donde siempre quiso estar, aunque una vez salio de su mar para conocer lugares nuevos.

jueves, diciembre 15, 2005

Un cuento...

Hace mucho, mucho tiempo había un poblado, cerca de unas montañas, detrás de estas un mar verde-esmeralda, cuando las olas rompían en las rocas el ruido era estremecedor.
En el poblado los niños crecían oyendo al mago de la tribu decir que tras las montañas había un gran monstruo que cazaba a todos los que habían intentado ver que había tras las montañas.
Muchos habían partido pero nadie había regresado, por lo que la historia del monstruo se hacía mas real.
Un día nació un niño sordo, fue creciendo y aunque le habían contado la misma historia que a los otros, él nunca había podido oír el rugido del monstruo. Cuando tenía 15 años, el chico quiso ver que había tras las montañas, y por mucho que le decían que si salía no volvería, el no sentía miedo.
Así que abandonó el pueblo, cruzó los campos, atravesó las montañas y cuando llegó al final lo que vio fue un gran mar, un gran mar verde-esmeralda, no había ningún monstruo que fuera a devorarle. Y en la playa vio un poblado, y cuando se acercó a el, encontró a toda la gente que había escapado del miedo, de lanzarse a descubrir que había tras la montaña

viernes, diciembre 09, 2005

Un manto

Hay dias, hay temporadas que la tristeza se desliza silenciosamente y como la lluvia lo empapa todo, amarrandose en cada pliegue de la piel, tapándote como una manta, llevándose consigo la sonrisa y las fuerzas, Así sin más, sin saber ni cómo ni por qué, ¿el invierno? ¿la navidad?, tan solo queda cerrar los ojos dormir soñar y esperar que pase. Sentir la soledad, quedarse solo palparla, refugiarse en ella, ¿es tan dificil verlo, comprenderlo?