viernes, septiembre 30, 2005

Cuento ... final

Aquel amanecer el día se levanto gris, presagiaba tormenta, y algo en tu pecho te hizo temer lo peor, cuando te acercaste al puerto pudiste ver a la gente arremolinándose en la calle como si te estuvieran esperando. Al estar a la altura de ellos, te rodearon, el silencio pesaba como una losa, nadie te decía nada, solo sus miradas que se clavaban como esquirlas, bajaste la mirada, no te sentías culpable de nada y sin embargo no podías mantenerla ante tanta presión. Al final alguien te gritó:” Sabemos que has estado con ella toda la semana, si al final el informe impide que abran la conservera perderemos mucho dinero, hemos empezado a vender nuestros terrenos y ahora no queremos que tu nos lo estropees.”
Algo se quebró dentro de ti, como un árbol que cae ante el ultimo hachazo del leñador, tus amigos, tus vecinos te habían vuelto la espalda, y aquel sentimiento de soledad y de amargura fue invadientote, hasta atenazarte la garganta, hasta cubrir tus ojos de lagrimas, hasta hacerte correr, y mientras corrías hasta tu barco, podías oir los gritos:”Huye, cobarde, te quedaras aquí solo, al final nada podrá detener la construcción de la conservera, imbecil loco, sigue creyendo en tu mundo de fantasías...”
Y ahora que aun resonaban los gritos, caías en tu sillón de tu camarote, mientras la noche como invitada silenciosa era testigo de tu navegar solitario.
Abriste los ojos y pensaste en ella, te habías ido y no le habías dicho ni siquiera un adiós, ni un beso ni una despedida.
Y volviste a sentir aquella inmensa soledad, ese ansia de ser abrazado como un niño, esa mirada que entraba en ti, esa nostalgia de un beso, del roce de unos labios, de una pasión desenfrenada.
A las tres semanas cuando ya la comida había desaparecido de la alacena, regresaste, enfilaste rumbo al puerto. Lo primero que viste fueron unos camiones y grúas, al final la conservera se estaba construyendo. Atracaste el barco, nadie salió a recibirte, nadie había echado en falta tu ausencia, te resignaste ¿por qué aquella vez iba a ser diferente? Pesadamente descendiste por el camino que llevaba a tu casa con la mirada perdida en la mar, con el corazón perdido en el recuerdo de ella. Los siguientes días los pasaste trasladando las pocas cosas que tenias de tu casa al barco, habían vendido el terreno, allí construirían un parking. Al tercer día de tu vuelta, cuando ya vivías en el barco, fue cuando sonó la campana, fue cuando me volviste a ver, fue cuando te vi llorar por primera vez, y corrí a besarte ante tu sorpresa, y sentí el palpitar de tu corazón en mi pecho.
Desde que te fuiste, había esperado tu regreso, volví a entregar y defender el informe pero la votación en el consistorio fue negativa, se argumentaron los puestos de trabajo y la riqueza que se crearía para la zona.
El resto ya lo sabes, aquella misma noche hicimos el amor y volviste a llorar entre mis brazos. Al amanecer enganchamos tu barco al camión y nos fuimos de allí sin mirar atrás, con toda una vida por delante.
Y ahora te miro, ahí dulcemente dormido mientras escribo, tu historia, mi historia.. te quiero.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Biennnnnnnnnnn.¡¡¡¡¡¡ por fin se quedan juntos..un poco de alegria al cuerpo y esperanzas de futuro en común...yupiiii

Elena dijo...

Me encanta como escribes... espero seguir leyendote. Besos