martes, marzo 22, 2005

Consumismo

El espíritu humano se ha movido siempre por explorar lo desconocido, por saciar ese ímpetu de conocer, de poseer, y cuando ya ha alcanzado una meta y la ha satisfecho, se lanza a la carrera a por la siguiente.
Uno desea un objeto, ahorra, lucha, hasta que lo consigue y es justo en ese momento en el que se ha conseguido cuando empieza a desvanecerse la ilusión, buscando un nuevo “target” con el que apagar ese impulso y así sucesivamente.
No está mal, sobre todo por que gracias a ese motor la humanidad ha ido avanzando, lo malo es que hemos trasplantado ese ansia de poseer, a los sentimientos y a las personas. Noto a mi alrededor, como ha crecido la corriente de conocer a una persona de vivir los momentos de seducción, de alcanzarla, incluso para algunos de llevársela a la cama lo antes posible, y luego una vez logradas esas metas, queda solamente el vacío, la partida ha de comenzar de nuevo, otra persona, otro juego. Las relaciones pasan a ser ahora simples instantes en el tiempo que satisfacen una necesidad temporal, y cuando se apaga esa necesidad, pasas página.
Intento negarme a esta corriente, es fácil dejarte subyugar por ella, nada comparable en este mundo como la sensación de embriaguez que te envuelve sentirte enamorado e intentar ser correspondido, esa lucha interna que se produce en uno. Cuando esta fase pasa, ¿por qué bajar los brazos y tomar la salida más fácil?, abandonar y empezar de nuevo, las agallas están en luchar por que todo perviva, por hacer de ese sentimiento un caudal diferente pero gratificante. Me niego a ser un producto de consumo, quizás peque de romanticismo pero si nos negamos a ello realmente ¿qué nos queda? Solo el consumismo de sentimientos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estamos en la era de la melancolía, tendemos a refugiarnos en nosotros mismos, elaboramos una cubierta que abriga y oculta nuestra personalidad, tememos nuestros propios sentimientos y también los ajenos, por miedo al ridículo, a la pérdida, a la invasión, al rechazo , al dolor..Nada mas sencillo en este caso que los sentimientos vanos,los que envuelven las relaciones( amistad, amor..)y no comprometen a nada..Cualquier relación hoy en día no cuaja porque no es definitiva, se empieza por contar cosas superfluas( no damos ni recibimos), se pasa a hablar de otros(seguimos sin ofrecer nada nuestro) y por fin se revelan actitudes y sentimientos comunes.Pero no es hasta que estos sentimietos son COMPARTIDOS, cuando la relación es plena.Ello significa que se acunan unas posturas mutuas que crecen hasta formar una trama espesa como si de una tela de araña se tratase, ello implica el intercambio sereno de ambas partes y raramente se alcanza.Normalmente tendemos a dar por completa la relación en el primer escalón de intimidad, aquel que significa el despunte emocional , el mas emocionante, el sexual-pasional si la relación es amorosa y el flirteo amistoso que supone la novedad del encuentro.Lo que realmente cuenta y supone esfuerzo es la continuación de ello, la tranquilidad y la serenidad no están de moda, vivimos al borde de la extenuación ..el culto a la velocidad.
Lo que he descubierto al cabo de los años es a aceptar a la gente tal cual es,no busco la potencialidad de las personas sino su realidad y una vez descubierta tiendo a motivarla para favorecer que salga y se exprese más aún.Ello ha supuesto muchas decepciones al principio, ahora solo tomo a la gente tal cual es y la disfruto.Pienso que el que no es conciente de su incapacidad no la sufre, pero yo sí veo las cosas desde otra perspectiva, normalmente soy yo las que arrastra las relaciones, la que tira de ellas, la que sufre por los desarraigos, por mis llamadas perdidas, por los vacíos de la distancia...hasta que la evidencia cae como una losa sobre mi cabeza y me reafirmo en que las relaciones tienden a difuminarse.Y escuece...y sigo sin entenderlo.